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Farhad decide dejar la carrera militar y dar testimonio del cambio en su vida. Por eso pierde muchos amigos y una fatua lo condena a muerte
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“Los cristianos son infieles y por eso deben morir”. Eso pensaba Farhad. Hijo de un Muyahidín general del ejército afgano, educado en las escuelas coránicas impuestaspor los talibanes, para él era normal pensar esto. “Nos decían que estaba escrito en el Corán”.
El mullah enseñaba que “si asisten a las lapidaciones, Dios disminuirá sus pecados”, y cientos de niños cada semana iban al estadio a ver las ejecuciones: cabezas cortadas, manos amputadas, lapidaciones, latigazos. “No conocíamos otro mundo”. Farhad llega a Italia en 2004. Dice: “Todo mi cambio se debió a que me encontré con alguien diferente” y “pequeños gestos humanos”.
Empieza un camino de reflexión sobre su vida, lee por primera vez el Corán en su idioma y descubre que “Dios es amor”. Farhad decide dejar la carrera militar y dar testimonio del cambio en su vida. Por eso pierde muchos amigos y una fatua lo condena a muerte. Pero él sigue adelante: “El sufrimiento de mi pasado se ha vuelto la fuerza de mi presente. No tengo miedo porque elegí la libertad”.
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Por Marinella Bandini y Anna Raisa Favale