20 años después de su estreno regresa a la pantalla grande un film que para muchos cambió la historia del cine. Repleto de referencias católicas y propulsor de postulados religiosos propios, el film de los Wachowsky todavía hoy, sigue dando qué hablar
Veinte años después de su estreno todavía hay quien dice que Matrix fue la película que cambió el cine. Que yo sepa, las películas de acción eran prácticamente idénticas hace dos décadas, en todo caso, tenían menos cámaras lentas. En esencia, eso es lo que le debemos a Matrix.
En torno a la película de Andy y Larry Wachowsky (ahora Lana y Lilly Wachowsky, porque se sometieron a una operación de cambio de sexo) se generó mucha mitología, casi una religión en torno a un concepto que muchos vieron como revolucionario. Sobre todo aquellos que no habían leído nunca a Jean Boudrillard – que, no nos engañemos, fueron muchos de los que pagaron para ir a ver Matrix (esta afirmación puede ser un poco tramposa, pero creo que se entiende la intención). Se dijo también que la película de los Wachowsky era un icono del posmodernismo, un ejemplo perfecto de lo que este modelo cultural significaba y reivindicaba.
https://www.youtube.com/watch?v=P-UeUouH1J8
Resumiendo mucho, el posmodernismo se levantaba contra los grandes relatos, contra las historias universales en busca no de una verdad universal, sino de una verdad individual, la de cada uno de nosotros. Vivimos un espejismo, una falsa realidad que cada uno interpreta según su parecer y a cambio se ha impuesto una búsqueda mucho menos espiritual y bastante más mundana, la de la realidad. Esto es lo que buscan los personajes de Matrix: la Realidad, en vez de la Verdad. Para entendernos, Dios ya no importa.
Sin embargo, resulta paradójico que existan tantos paralelismos entre Matrix y la religión católica y la mismísima Biblia. Internet está trufada de artículos que vinculan el film de los Wachowsky con pasajes concretos de la Biblia. Por ejemplo: “muchos ven a Neo como una especie de Mesías cibernético, la persona que iluminará a sus semejantes atrapados en la Matrix (En la Biblia Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo”. (Juan 8, 12)”. No quiero decir con esto que este tipo de textos tengan algún sentido o que haya que seguir la corriente, únicamente que existen multitud de personas que están convencidas que las conexiones entre Matrix y la Biblia son indudables.
Por otro lado, también llama la atención que un film como el que nos ocupa, que se supone, es un referente cultural del posmodernismo, configuré una historia con una estructura tan similar a la de los grandes relatos. Estas cuentan historias universales que, como los pasajes de la Biblia, nos sirven como enseñanzas vitales, porque al contrario que en el posmodernismo, se cree en la existencia de una única verdad, o como mínimo, de unos valores universales.
Matrix, a su modo, en realidad, propone lo mismo. Si es un ejemplo de posmodernismo, en este sentido también fracasa estrepitosamente, porque lo que nos propone el universo de Matrix es que la Verdad es, en realidad, una prisión virtual. Y que el único salvador es Neo, el único hombre en posesión de la Verdad, aunque esta Verdad desmonte lo que hasta ahora entendíamos como verdadero.
Es decir, la verdad de Neo trastocaría toda nuestra Verdad pero no dejaría de ser una Verdad reveladora que, en el fondo, también tiene mucho que ver con la caverna de Platón, un filósofo griego con múltiples conexiones con el cristianismo.
En resumidas cuentas:
- ¿Cambio Matrix la historia del cine? Se pongan como se pongan los puristas de la película, no.
- ¿Es Matrix una cinta católica? No. A pesar de sus múltiples referencias a la Biblia sus objetivos originales son, en esencia, opuestos.
- ¿Es Matrix una película posmodernista? Se supone que sí, aunque su mensaje final resulte un poco ambiguo. Si no existe La Verdad, las enseñanzas que nos proporciona Neo acerca de la realidad ¿son Verdad o son sólo “su” verdad?
Puede que el mejor hallazgo de Matrix no sea su propuesta argumental ni sus escenas de acción sino que 20 años después de su estreno, a mí por lo menos, que no me gustó en su día, todavía me incita a debatir sobre ella. Y esto, muy a mi pesar, creo que es bueno.