La creadora de los famosos cupcakes y de la manera sencilla de presentar las recetas como hoy vemos en cualquier libro, blog o programa de cocina
Bien sea que sepas mucho de cocina o poco, un buen libro de recetas siempre es una herramienta muy útil en el hogar, tanto así que hay algunos que se han hecho mundialmente famosos, como fue el caso de El Arte de la Cocina Francesa de Julia Child.
Pero antes de ella estuvo Eliza Leslie, también norteamericana, que nació un 15 de noviembre de 1787 y vivió varios años de su niñez en Londres. Su sueño era convertirse en escritora, ver su nombre impreso en la carátula de un libro y su padre, un reconocido artesano de relojes (según ella misma, hasta amigo de Benjamin Franklin y Thomas Jefferson), decidió apoyarla.
Lamentablemente, él falleció cuando ella tenía 17 años. Siendo la mayor de cinco hermanos, Leslie tuvo que ayudar a su madre en la cocina para facilitar la vida en el hogar. No era su ideal de ser escritora de novelas, pero resultó ser muy buena y, tiempo después, se convertiría en su profesión y sería lo que la ayudaría a cumplir su sueño de otra inesperada manera.
Para ganar más experiencia y conocimientos, se inscribió en la escuela culinaria Mrs. Goodfellow, la primera de este tipo en todos los Estados Unidos. En casa practicaba y experimentaba haciendo preparaciones para sus familiares y amigos. Su hermano Thomas le dijo que debía hacer un libro con sus recetas, porque todo el mundo siempre se las pedía y realmente creía que tenía talento.
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Ella se animó y publicó 75 recetas para pastelería, tortas y dulces en 1828, un libro basado en las anotaciones que tomó en Mrs. Goodfellow. Fue un éxito inmediato y, además, este libro es muy importante en el mundo culinario por tres grandes razones: fue el primer recetario donde se listaban primero los ingredientes y luego se explicaba la preparación como lo vemos hoy en día, haciendo el proceso más sencillo (antiguamente todo se colocaba en un gran párrafo redactado); la mayoría de las recetas eran “americanas” en un mundo gastronómico dominado por los franceses y los británicos (que además a veces usaban terminologías y métodos de cocción diferentes que eran difíciles de entender o adaptar para las amas de casa americanas); y porque los historiadores gastronómicos consideran que fue allí donde se dejó constancia escrita por primera vez del término cupcake (magdalenas en España).
Claro que antes de ella se hicieron tortas de pequeño formato, pero los expertos consideran que su receta es la más significativa y cercana a lo que hoy conocemos como cupcake que, en el caso de Eliza, lo usaba como una herramienta de medición (cup-cake: torta del tamaño de una taza).
Su recetario tuvo que ser re-impreso en varias ocasiones y este éxito la animó a escribir pequeños relatos de ficción. Escribió varias historias cortas tanto para niños como para adultos y ganó algunos premios. También colaboró para varias revistas. Sin embargo, para pagar sus cuentas, sus recetas seguían siendo lo más rentable.
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Tituló su segundo libro Cocina Doméstica Francesa (1832), pero fue Direcciones de Cocina (1851) el que le dio el mayor prestigio en toda su carrera: se vendieron más de 150 mil copias y hasta 1890 se siguieron imprimiendo ejemplares, convirtiéndolo en el libro de recetas más popular de la época. ¿Qué tenía de especial? Eliza hacía anotaciones de cómo elegir mejor los ingredientes (por ejemplo, en las recetas con pescado decía que era mejor adquirir peces que hubieran sido atrapados en el medio del río y no de la orilla porque estos se alimentaban con desechos) y daba muchos tips para que la receta saliera bien.
Además de los libros de cocina, Miss Leslie (como se hizo llamar) también publicó varios libros de etiqueta que pudieran ayudar a las amas de casa a hacer más llevaderas las tareas del hogar, sobre todo para aquellas que recién se casaban y no sabían cómo manejar bien un hogar.
También fue editora de su propia revista de literatura y moda y de El Regalo: un obsequio para Navidad y Año Nuevo, que incluía las primeras publicaciones de Edgar Allan Poe.
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Sin embargo, aunque muchas amas de casa vieron la salvación en sus textos, ella nunca cocinó para un esposo e hijos. Toda su vida le siguió pidiendo a amigos y familiares que probaran sus invenciones culinarias y por muchos años vivió en un hotel hasta que falleció en 1858.
En toda su vida sólo logró ver impreso su nombre en la carátula de una novela Amelia; O las Vicisitudes de una Joven Dama (1848), pero su nombre quedó para siempre en los libros de recetas e, incluso, hoy en día todavía se pueden adquirir (hasta en digital) y son una verdadera joya para quienes quieran (o les ha tocado) dedicarse a la cocina.