Tres historias entrelazadas para comprender a María Auxiliadora en América: los salesianos en Asunción, las primeras Hijas de María Auxiliadora en Argentina y Uruguay, y Laura Vicuña
María Auxiliadora llegó al Paraguay en 1896, de la mano de los primeros salesianos que se hicieron cargo de la Escuela de Artes y Oficios en Asunción.
Como todos los años, recordando a María en esta advocación, fieles paraguayos se acercaron al río para recordar lo que hicieron los paraguayos del siglo XIX: recibir con pañuelos a María.
Desde entonces, cada fiesta de María Auxiliadora se recuerda en Paraguay con los buques emulando la llegada al país de María, embarcando y acompañando a los fieles para honrar a María Auxiliadora.
En 2019 fue especial: los buques que normalmente acompañan la solemne recreación de la llegada de María Auxiliadora estaban destinados a la asistencia de los damnificados por las inundaciones.
La crisis de ese mes provocada por la crecida del Río Paraguay alcanzó a más de 80 mil damnificados.
Pero un nutrido grupo igual se hizo el tiempo para recrear la histórica llegada de María Auxiliadora al país, porque saben, María auxilia.
Salesianos
Promotoras en todo el continente de la devoción a María Auxiliadora, hace poco más de 140 años llegaban a América las primeras Hijas de María Auxiliadora, a apoyar el anhelo de Don Bosco y el ímpetu por la misión en la Patagonia de los varones salesianos.
Y un cuadro de María Auxiliadora acompañaba esa primera misión, que se conserva hoy en Buenos Aires.
Un cuadro que en su momento desapareció misteriosamente de un colegio en Mornés para acompañarlas en su nuevo destino. Un cuadro, dicen, robado.
Ya en Buenos Aires, el gran salesiano Juan Cagliaro entregó a las Hijas de María Auxiliadora otro cuadro de su Madre “robado”, de Valdocco, bendecido por Don Bosco, para que las acompañara en Montevideo.
María auxiliadora fue adoptada pronto en suelo americano como protectora en especial en los colegios de la familia salesiana.
Laura Vicuña
En uno de ellos la conoció Laura Vicuña, nacida en Santiago de Chile en 1891. Emigrada a Junín de los Andes en los inicios del siglo XX, Laura conoció con las Hijas de María Auxiliadora, en cuyo colegio encontró consuelo, apoyo y esperanza para una trágica situación familiar caracterizada por la violencia.
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“Lo que más me consuela, en este momento, es haber sido siempre devota de María. ¡Oh, sí, ella es mi Madre, ella es mi Madre! Nada me hace más feliz que pensar que soy Hija de María”, decía Laurita.
Esta niña, próxima a morir recomendó a su amiga Mercedes:
“Sé siempre devota de Jesús Sacramentado y de María Auxiliadora…Sé constante en la virtud…¡Adiós…Besaré por ti los pies a la Virgen, que espero veré dentro de poco!”.
La Virgen María en sus múltiples advocaciones, entre ellas María Auxiliadora, renueva su historia de amor con cada uno de los pueblos.
Antes de María Auxiliadora María ya estaba en Asunción como Nuestra Señora de la Asunción, como Nuestra Señora de Caacupé.
Pero igual se la recuerda en su llegada como María Auxiliadora. Su llegada a los pueblos es siempre un hito. No por mera tradición cultural. Sino porque realmente transforma corazones.
Como ha hecho con la beata Laura Vicuña, y con tantos otros que renovaron su fe en suelo americano gracias al renovado impulso de la familia salesiana y su amor por María Auxiliadora.
Cuánto bien hicieron aquellos cuadros “robados” de Italia para suelo americano…