Las distracciones son las sirenas de nuestro mundo moderno, que nos conducen a la ansiedad y la desesperación si no somos cuidadosos La semana pasada fue una de las más difíciles que he vivido en mucho tiempo. Uno de mis colegas y su esposa sufrieron por la muerte trágica e inesperada de su pequeñita tras una cirugía cardiaca. El resto de nuestro equipo se intensificó para dar todo el apoyo necesario.
Después de trabajar la semana entera, estaba exausta. Así que llevé a los niños a la escuela el viernes, me acosté en la cama y miré al techo. Tenía un montón de trabajo y apenas había comido un sándwich. No había dormido casi nada.
Incluso sabiendo que estaba cansada, con hambre y con mucho trabajo, no pude hacer nada. Me tardé una hora hasta lograr reconocer lo que estaba sucediendo. Estaba sumergiéndome en la ansiedad y la depresión.
No había tenido tiempo para hacer una pausa mental durante varios días consecutivos – y, como señala Medium, sentirse ansioso y deprimido es lo que sucede cuando nuestros cerebros no tienen tiempo suficiente de ocio:
Cuando tu cerebro está siendo bombardeado con nuevos estímulos e información, puede luchar para generar intencionalidad y significado. Mucho de eso puede dejarte sin sentido – o peor. Si estás prisionero en ese círculo de ultra estimulación, sabemos que está asociado a la sensación de estar fuera de control. Está asociado a la ansiedad y la desconexión.
El tiempo ocioso mental, mientras tanto, parece facilitar la creatividad y la resolución de problemas.
Hace años, cuando empecé a correr, descubrí que mis mejores artículos surgían durante aquellas carreras de 3 kilómetros por la mañana. Cuando llegaba a casa, estaba bien y con energía, tanto por el ejercicio como por el tiempo de ocio mental. Valoraba tanto ese tiempo que nunca usaba auriculares mientras corría, porque la música, para mí, volvía imposible dejar mi mente vagar.
Lo mismo vale para lavar los platos o doblar la ropa. Aprendí a lo largo de los años que esas tareas son las que prefiero hacer sola, sin distracción de la televisión. Algo sobre los movimientos rítmicos y familiares de lavar platos y doblar ropa ayuda a mi mente y a mi espíritu, y me siento más tranquila y renovada tras 20 minutos de trabajo manual silencioso de lo que estaría tras una siesta de 20 minutos.
El tiempo ocioso mental está rápidamente volviéndose un recurso precioso para la mayoría de nosotros. Al contrario que nuestros papás y abuelos, podemos distraernos de cientos de maneras diferentes… incluso cuando no queremos. El zumbido de los teléfonos en nuestros bolsillos y la tentación imposible de esas notificaciones rojas son como las sirenas de nuestro mundo moderno, nos roba la paz que viene de una mente quieta.
Necesitamos empezar a dar a nuestros cerebros tiempos de pausa. Cuando mi hijo pequeño hace una rabieta, tiene que sentarse en un sofá específico hasta que pueda calmarse. Yo se que nosotros, adultos, tendemos a pensar que estamos más allá de esas cosas y podemos aguantar todo, pero vamos a ser realistas: no siempre lo conseguimos.
Entonces, cuando te topas con un pergamino sin fin en Facebook o en una oleada de textos de Instagram, echa el ancla. Pon tu teléfono en un cajón durante un tiempo. Dale a tu cerebro un intervalo. Si lo prefieres de deja que tu mente vague, medite o rece, esos momentos tranquilos sin distracción son absolutamente esenciales para tu bienestar mental, físico y espiritual.