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El Papa: Cuando rezas, ¡pon toda la carne en el asador!

PRAYER

Palidachan - Shutterstock

Vatican News - publicado el 04/04/19 - actualizado el 07/02/23

Homilía de Francisco en Casa Santa Marta invita a pedir a Dios por los demás junto a Jesús y con insistencia y valor

Reza con valentía, cara a cara con el Señor, no de manera tibia sino poniendo toda la carne en el asador. Papa Francisco exhorta a dirigirse así a Dios, en la Misa en Casa Santa Marta.

En la homilía, el Papa se concentra en la oración, una de las tres formas, junto con el ayuno y la caridad, con la que la Iglesia se prepara para la Pascua.

Para explicar en qué consiste la oración de intercesión, recuerda algunas figuras de la Biblia: Moisés, Abraham, Ana la madre de Samuel, y la cananea.

Moisés intercede ante Dios

Precisamente, la primera lectura de la liturgia del día propone la oración de intercesión que Moisés hace a Dios por el pueblo. A causa del becerro de oro, Dios dice:

“Deja que mi ira se encienda contra ellos y los devore”.

Moisés suplica al Señor que no lo haga, y habla a Dios “como un maestro al discípulo”.

Intenta convencer a Dios, con mansedumbre pero también con firmeza, de que abandone el propósito de hacer daño a su pueblo.

Le recuerda -hace memoria- las promesas hechas a Abraham, Isaac, Israel de hacer su descendencia como las estrellas del cielo. Es como si le dijese: “Señor, no quedes mal, tú has prometido todo esto”.

También en la primera lectura, el Señor dice a Moisés: “De ti, en cambio, haré una gran nación”.

Pero Moisés intercede por el pueblo, con el pueblo o nada.

La oración de intercesión en la Biblia

En la Biblia, observa el Papa, hay muchos pasajes de intercesión.

Otro ejemplo es cuando el Señor le dice a Abraham que quiere destruir Sodoma. Y Abraham, que tenía a su sobrino que vivía allí, quiere salvarla y pide al Señor: si hubiera 30 justos, luego 20, luego 10.

Y el Señor responde que por respeto a estos no la destruiría. Al final, sólo la familia de su sobrino era justa.

El Papa recuerda otras maneras de intercesión propuestas en la Biblia.

Por ejemplo Ana, la madre de Samuel, que “en silencio, balbucea en voz baja, mueve los labios, y está allí, rezando, rezando, rezando, balbuceando ante el Señor, hasta el punto de que el sacerdote, que la mira de cerca, pensaba que estaba borracha”.

Ana estaba rezando para tener un hijo. “La angustia de una mujer” que intercede ante Dios.

Insistir

En el Evangelio hay una mujer valiente que “no usa la persuasión, no usa el mercadeo, no usa la insistencia silenciosa”. Es la cananea que pide la curación de su hija, atormentada por un demonio.

Jesús al principio le dice que ha sido mandado sólo para el pueblo de Israel: no está bien tomar el pan de los hijos para arrojarlo a los perritos.

Y ella no se arredra e insiste diciendo a Jesús que también los perritos comen las migas que caen de la mesa de sus amos. Esta mujer “no se asusta” y obtiene lo que quiere.

Hay por tanto muchos ejemplos de oración de intercesión en la Biblia y “hace falta valor para rezar así”, subraya el Papa.

En la oración hace falta “esa parresía”, ese valor para hablar con Dios cara a cara.

“A veces, cuando ve cómo esta gente lucha con el Señor para tener algo, uno piensa que lo hacen como si echaran un pulso a Dios, para llegar a lo que piden”.

¿Repetir una oración y ya?

Lo hacen, recuerda Francisco, porque tienen fe en que el Señor puede “darles esa gracia”.

Hace falta mucho valor para rezar así. Y nosotros muchas veces somos tibios. Alguno dice: “Reza porque tengo este problema, ese otro…”. Sí, sí, digo dos “Padre Nuestro”, dos “Ave María”, y me olvido… No, la oración del papagayo no sirve.

La verdadera oración es esta: con el Señor. Y cuando tengo que interceder, tengo que hacerlo así, con valor.

La gente, en el habla común, usa una expresión que me dice mucho, cuando quiere llegar a algo: “Pongo toda la carne en el asador”.

En la oración de intercesión, esto también vale: “Pongo toda la carne en el asador“. El valor de ir adelante.

Quizás venga la duda: “Yo hago esto, pero ¿cómo sé que el Señor me escucha?”. Tenemos una seguridad: Jesús. Él es el gran intercesor.

Jesús reza por nosotros

Y Jesús, en el cielo, está ante el Padre e intercede por nosotros, afirma el Papa, como antes de la Pasión había prometido a Pedro que rezaría para que su fe no flaqueara.

Esta intercesión de Jesús: Jesús reza por nosotros, en este momento. Y cuando rezo, tanto con la persuasión, con el mercadeo o balbuceando, o discutiendo con el Señor, Él toma mi oración y la presenta al Padre. Y Jesús no necesita hablar al Padre: le enseña sus heridas. El Padre ve las heridas y le da la gracia.

Cuando nosotros oramos, pensemos que lo hacemos con Jesús. Cuando hacemos la oración de intercesión valiente así, lo hacemos con Jesús. Jesús es nuestro valor, Jesús es nuestra seguridad, que en este momento intercede por nosotros.

En conclusión, el Papa vuelve a exhortar a rezar con valentía.

Que el Señor nos dé la gracia para seguir este camino, para aprender a interceder. Y cuando alguien nos pide que recemos, no lo hagamos con dos oracioncitas –nada–, no, hagámoslo en serio, en la presencia de Jesús, con Jesús, que intercede por todos nosotros ante el Padre.

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