La vida en la ciudad es cada vez mas frenética… Esta rutina no hace bien al cuerpo ni tampoco a la mente; es necesario por tanto hacer pausas y sumergirse en el verde…
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por Francesca Formaggio y Matteo Robba, del Departamento de Psicología de la Universidad Católica Sacro Cuore de Milán, Italia
El que vive en la ciudad es consciente de lo estresante y frenética que puede ser la vida, llena de compromisos, imprevistos y plazos. En el fondo, ¿a quien no le ha pasado de quedar atascado en el tráfico o deber hacer fila, o de verse obligado a comer un sandwich rápido para lograr atender todos los compromisos del día?
Ciertamente, tomados de uno en uno, son cosas poco importantes, que a lo más pueden causar un fastidioso dolor de cabeza. Pero cuando se acumulan y se repiten, tienen un fuerte impacto en el bienestar.
Por este motivo, a poco que se tenga la posibilidad de evadirse de la rutina cotidiana, mucha gente prefiere pasar el tiempo libre lejos de los centros urbanos, buscando espacios verdes y disfrutar de un aire más limpio.
La ciudad no es nuestro ambiente natural: nuestros antepasados vivieron largo tiempo en contacto con la naturaleza, y sólo después de la revolución industrial se ha roto este equilibrio. Varios estudios han mostrado que pasar demasiado tiempo en la ciudad puede tener efectos negativos en la salud, tanto física como mental. Y las casas de reposo suelen estar situadas en ambientes naturales, considerados auténticos “paisajes terapéuticos”: promueven el bienestar y la salud, acelerando el proceso de curación.
Pasear por la naturaleza, una necesidad
En nuestra cultura, las escapadas suelen ser ocasiones de estar con los seres queridos y de disfrutar del paisaje. Pero en el mundo oriental, el contacto con la naturaleza es una verdadera necesidad personal. Por ejemplo, en Japón, país conocido por la armonía con la naturaleza, pasear en el bosque se considera a todos los efectos una manera para reducir el estrés laboral, considerado un problema a nivel nacional.
Los japoneses hablan de “terapia del bosque” (shinrin yoku) y la entienden como una actividad que consiste en estar o caminar entre los árboles para promover el bienestar.
El mismo ministerio de la Salud, del Trabajo y del Welfare japonés, basándose en varios estudios que muestran la eficacia de la terapia, recomienda una interacción regular con la naturaleza para prevenir trastornos y favorecer la relajación.
Las investigaciones científicas que han indagado los efectos de esta terapia han corroborado que: caminar por el bosque reduce notablemente la presión sanguínea, el ritmo cardiaco, el nivel de glucosa en la sangre y las hormonas del estrés. En este sentido, se aconseja sobre todo a las personas que sufren de problemas cardiacos y de diabetes.
Además de los beneficios físicos, se observa una mejora general del humor; en particular una disminución de las emociones negativas, como las asociadas a la depresión y a la ansiedad.
Beneficios de la resina
Una posible explicación de estos efectos positivos toman en consideración dos factores: por un lado, la inmersión en paisajes naturales. Por otra, la acción de algunos componentes de las resinas de los árboles (fitoncidios) que protegen el tronco de la humedad, pero que actúan también en el organismo humano, reduciendo el estrés.
Por estos motivos, se comprende que no basta simplemente con pasear por la ciudad. De hecho, no es la caminata en sí la que es benéfica, sino que lo que produce bienestar es el tiempo en comunión con la naturaleza.
Esto ha sido demostrado claramente por un estudio japonés que ha indagado los beneficios que se pueden obtener paseando en un ambiente urbano, o bien en uno natural. En este experimento, algunos chicos de subdividieron en dos grupos: a uno se le pidió que visitara un paisaje urbano, mientras que al otro se le dijo de ir a un bosque.
Se vio que los que habían pasado el tiempo en el bosque presentaban niveles más bajos de cortisol y presión sanguínea y, por el otro, un estado mayor de serenidad. Otro elemento interesante es que repetir la experiencia con regularidad podría garantizar efectos positivos a largo plazo.
Siguiendo las huellas de Oriente, también en varios países europeos, entre ellos Italia, se han constituido algunos itinerarios que unen paseos en el bosque con tratamientos para el bienestar.
Terapia del bosque
Pero ¿en qué consiste la terapia del bosque? A diferencia de otras técnicas de relajación, esta técnica tiene la gran ventaja de que no requiere competencias específicas o alguna especie de preparación.
Consiste simplemente en pasar un poco de tiempo en contacto con la naturaleza, implicando en esta experiencia todos los sentidos: escuchar los ruidos de la flora y de la fauna; tocar con la mano las cortezas de los árboles y el musgo de las rocas; respirar los aromas de las flores y los árboles… En resumen, percibir las sensaciones que todos estos elementos suscitan en nosotros.
Se trata por tanto de una actividad que nos implica plenamente y no nos deja permanecer pasivos. Además de no requerir particulares preparaciones, no se necesita tampoco un tipo específico de bosque. Por tanto, no hay que alejarse mucho de la ciudad: cualquier sitio con árboles puede utilizarse para entrar en armonía con el mundo natural. Incluso una sola hora en el parque puede suponer un alivio al estrés ciudadano: lo importante es ese contacto con la naturaleza.
Concluyendo, la próxima vez que vayas de paseo con los amigos o parientes, intenta prestar atención a la belleza que te rodea y a escuchar las sensaciones que la naturaleza suscita en ti: intenta percibir el viento en tu piel, reconocer el olor emanado del bosque, distinguir los sonidos, percibir los colores y la luz que se filtra en las hojas de los árboles. Después intenta alejar los pensamientos y preocupaciones cotidianas y disfruta el momento presente.
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