La nueva etapa ya no la marca el gobierno de Maduro, pero sí la conflictividad que ha ido evolucionando bajo distintas formas
La calma es tensa en Venezuela. Tan tensa que debíamos llamarla “densa”, pues casi se puede palpar y hasta cortar con cuchillo. La desinversión, la indolencia y la corrupción han ocasionado el caos que hoy se manifiesta en la falta de energía eléctrica y en la ausencia total de agua por 195 horas continuas hasta el momento de escribir estas líneas. Sólo el gas está salvando a quienes pueden preparar alimentos con ese recurso.
A la ya crónica falta de comida y medicinas, se suma la pérdida de aquellos que requieren refrigeración y que las familias tenían en sus neveras, como es el caso de las carnes, pescados e insulinas. Una funcionaria diplomática nos contaba cómo, hace ya 48, horas tuvo que botar todos los productos cárnicos los cuales, una vez rota la cadena de frío, habían generado una capa verde después tantas horas sin luz eléctrica en su casa.
“Lloré mucho pensado en tanta gente que pasa hambre y yo me veía obligada a botar toda esa comida. Ni pensar en cocinarla y menos en regalarla, estaba podrida!”, se lamentaba.
La situación se agrava por momentos. Lejos de anunciar el fin de la crisis en los servicios, extraoficialmente ha trascendido que lo que sigue es un racionamiento eléctrico en el país. Se sabe que están considerando dosificarla en todo el territorio nacional. El plan supondría dividir al país en 6 bloques para proveer sólo 12 de horas de energía al día.
Como no hay potencia eléctrica es imposible bombear el agua la cual, en el caso de Caracas –situada a 12.050 metros por encima del nivel del mar- debe recorrer un largo trecho para subir a la capital a través de complicados sistemas de tuberías. La consecuencia es que, no sólo Caracas sino también el resto del país, está seco, sin gota de agua desde hace una semana completa.
Cuba ha coreado a Maduro atribuyendo el apagón en Venezuela a “sabotaje” y “acto terrorista” de Estados Unidos. Pero Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, responsabilizó al gobierno del presidente Nicolás Maduro de la crisis eléctrica que sufre el país.
En el caso del drama eléctrico, presenciamos y padecemos las consecuencias naturales de la desinversión, indolencia y corrupción y no de una acción deliberada. Habrá nuevas situaciones y eso hace impredecibles los desenlaces desde el punto de vista del orden público y el sostenimiento de la frágil institucionalidad.
La reacción del régimen tampoco ayuda. Maduro y sus lugartenientes atribuyen las fallas a un supuesto “ataque cibernético” ocasionado por los Estados Unidos, asunto que, de no ser por las evidencias de la desidia gubernamental y el desastre económico y social en que está sumida la nación, la curiosa tesis oficialista sólo sería motivo de hilaridad.
Ante semejante catástrofe, con el país paralizado y la irritación creciendo, el presidente interino Juan Guaidó ha declarado emergencia nacional, ordenó la suspensión de envíos de petróleo a Cuba –a la que, aún en medio de la gran precariedad, seguimos enviando 40 mil barriles diarios- y llamó a los países aliados a impedir que los tanqueros cumplan su ruta hacia la isla.
“Todo indica que las 4 mejoradoras de crudo de la Faja del Orinoco están paradas. La producción petrolera está cayendo vertiginosamente”, escribió el reconocido experto petrolero José Toro Hardy en su cuenta de tuiter. “No hay donde almacenar el crudo, tendrán que parar todos los pozos de la faja”, comentó otro.
La India -plan “B” del régimen madurista- acaba de anunciar su rechazo a negociar con PDVSA, con lo cual el panorama es más oscuro para la petrolera venezolana. Los complejos operativos de Jusepín y el Furrial están clamando por demulsificantes y dispersantes de asfaltenos y han circulado versiones según las cuales no hay casa química que quiera entregarles una gota.
Te puede interesar:
El apagón también deja sin agua potable a Venezuela
Derivado de toda esta calamidad, la ruina avanza como las piezas de dominó cayendo en serie: los transformadores eléctricos estallan a cada rato en distintas zonas de las ciudades. Recientemente estallaron tres de ellos en una sola zona de la capital. El Metro de Caracas continúa sin prestar servicio, con lo que ello implica para el traslado de la gente a sus centros de trabajo y a cumplir con distintas diligencias y compromisos. La actividad está en sus mínimos. Las ciudades parecen velas que se van extinguiendo. Hay quien ha comparado esto con una escena de la serie The Walking Dead, personas con rostros inexpresivos y aspecto desaliñado, caminando sin -o con- rumbo por calles y avenidas a las horas pico y sin opción de transporte.
Venezuela se ha visto en la obligación de suspender sus exportaciones de crudo por causa de los apagones masivos. Guaidó lo llama “emergencia”; Maduro “suspensión de actividades escolares y laborales”. Lo cierto es que el equipo técnico de la ONU que coordina Michelle Bachelet está en Venezuela evaluando la situación y, desde el Colegio de Periodistas de Venezuela le previnieron a través de las redes sociales: “Señora @mbachelet mientras su equipo técnico se encuentra de visita en nuestro país, previo a su llegada, detienen a un periodista venezolano, Luis Carlos Díaz, a quien pretenden implicar en un presunto sabotaje cibernético solo por informar sobre el blackout informativo que hay en Venezuela”.
Guaidó se ha convertido en un líder creíble para esta etapa de la transición, que ya comenzó hace mucho tiempo, aunque los actores aún no se hubieren dado cuenta, y que aun tomará un largo tiempo más. Y sus llamados parecen haber tenido eco. La embajada EEUU anunció que retirará esta semana el resto de su personal por el “deterioro de la situación en Venezuela” y por representar una “restricción a su política”. Las comunicaciones políticas han sido cortadas y eso presagia tempestad.
Ignoramos el desarrollo en las próximas horas y días. Es difícil hacer vaticinios. Pero una cosa está clara: el fantasma de una intervención extranjera se pasea por estos lados, no obstante, “cada vez está más claro que los problemas solo los solucionarán los propios venezolanos, internamente. El momento político aún no ha llegado, pero llegará, y pronto”, coinciden los analistas políticos.
“Vienen por delante días muy difíciles para la vida diaria del venezolano que podrían derivar en violencia si no se administra adecuadamente el ánimo y entusiasmo de la gente- comenta Benjamín Tripier, Consultor Gerencial en Estrategia de Negocios. En el mundo de las redes y las comunicaciones, podría definirse nuestro futuro”.
Te puede interesar:
Mueren neonatos y pacientes por los más de 2 días de apagón en Venezuela