El célebre novelista francesa Julio Verne (1828-1905) es quizás el escritor que más se dejó influir conscientemente por la mentalidad positivista de la época, creando un género literario basado en el progreso científico-tecnológico, lo que hoy se llamaría ciencia ficción.
En sus escritos, que han influido en diversas generaciones, hay siempre una confianza exagerada en la ciencia y en sus progresos que resolverá todos los misterios de la existencia. Sus principales obras maestras son Viaje al centro de la tierra (1864), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y La vuelta al mundo en ochenta días (1873).
Hay que señalar, con todo, que en la última parte de su vida, Verne manifestó en cambio una actitud decididamente más cautelosa, dejando intuir una cierta dosis de pesimismo hacia la divinidad del progreso científico, alejándose de hecho del "espíritu positivista".
Julio Verne y "El conde de Chanteleine": el relato del genocidio católico de la Vendée
Un segundo hecho poco conocido de Verne es que fue también el autor de El conde de Chanteleine. Un episodio de la Revolución (1864), publicado en tres partes. Ya desde el título se intuye que la novela se ocupa de uno de los eventos más trágicos de la Revolución francesa, cuando los jacobinos – guiados por el lema de libertad, fraternidad, igualdad – llevaron a cabo el que algunos consideran primer genocidio de la historia moderna, contra el pueblo de la Vendée. La llamada "Masacre de las Luces", el exterminio de un pueblo católico que no quiso plegarse a la dictadura anticlerical.
Un episodio que la historiografía oficial ha intentado esconder de todas las maneras para no manchar la fábula ilustrada de la Revolución francesa. Verne, al contrario, describió las gestas del conde Humberto de Chanteleine y del capellán, el padre Fermont, líder de un grupo de campesinos católicos y rebeldes monárquicos contra el Comité de salud pública de la Revolución. La figura del protagonista está inspirada en un personaje real, Pierre-Suzanne Lucas del Championnière (1769-1828), uno de los jefes del ejército vandeano.
Verne era católico, pero fue la única vez que lo demostró en sus obras
Verne se declaró siempre como católico y murió confortado por los sacramentos, pero en sus novelas no se muestra nunca la trascendencia de la existencia, excepto una especie de frío deísmo, ni tomó nunca posturas políticas particulares. Sin embargo, él no pensaba así; respondiendo a un periodista, decía: "Soy bretón, estoy por la razón, por la racionalidad, por la tradición familiar, cristiano y católico. Ninguna de mis obras puede hacer suponer lo contrario".
La novela dedicada a la Vendée fue una excepción. En El conde de Chanteleine está claro para Verne el papel fundamental de la religión católica en la revuelta y toma partido abiertamente por ella. Desde los primeros párrafos de la novela, el célebre novelista subraya la irritación de los campesinos vandeanos por "la sustitución forzada de los sacerdotes de las parroquias con los que habían aceptado la Constitución civil del clero", según la cual los eclesiásticos debían jurar fidelidad a la Asamblea nacional constituyente y no al Papa.
Los sacerdotes que se negaron fueron perseguidos, desde febrero de 1790 fueron suprimidas todas las órdenes religiosas y más de 4.000 parroquias, se cerraron los conventos y se expropiaron forzadamente los bienes de la Iglesia. La instauración del reclutamiento obligatorio generó una insurrección por parte del pueblo campesino de la Vendée, que fue brutalmente suprimida por parte de las tropas republicanas. Con inaudita violencia, fueron exterminadas 117.000 personas sobre una población de casi 800.000 habitantes.
Julio Verne apoyó abiertamente a los insurrectos, tanto que su obra solo fue publicada parcialmente en Francia en 1971 (casi 100 años después) y, completa, solamente en 1994. Gracias al trabajo de algunos historiadores que han sacrificado su carrera por la verdad, como Reynald Secher (pero también Philippe de Villiers), el genocidio de la Vendée ha salido del olvido.