Quería dedicarse a algo que le permitiera mejorar la vida de las personas y se concentró en la robóticaCarolina Parada tiene 37 años y un doctorado en la Universidad John Hopkins de EE.UU. Hija de padres ingenieros, llegó a San Francisco (California) a los 21 años. Actualmente vive en Colorado, después de pasar muchos años en Silicon Valley.
No es por casualidad que figure en la lista de los 20 latinoamericanos más influyentes de la industria de la tecnología de 2017 en Estados Unidos, según la publicación digital CNET; ni tampoco que la BBC News le haya dedicado un significativo reportaje; ni que hoy por hoy sea la ingeniera principal de una empresa cuya misión es aplicar sus conocimientos sobre inteligencia artificial al desarrollo de autos autónomos, en medio de una frenética carrera entre las mayores empresas del mundo por conquistar ese mercado.
“Cuando era pequeña –cuenta- veía Los Supersónicos, unos dibujos animados que vivían en el futuro, entonces siempre buscaba la manera de aprender sobre robótica y computación”. Hoy, se le atribuye un papel de liderazgo en la creación del asistente de voz de Google, la misma tecnología que usan otros asistentes de voz a los que se les puede preguntar por el clima, hacer búsquedas por internet, llamar a personas o preguntar por direcciones de restaurantes cercanos.
Carolina Parada, junto a su equipo, logró que las máquinas entendieran el lenguaje natural de las personas, como si fuera una conversación real y ahora asegura que son infinitas las posibilidades de automatización, especialmente cuando hay tareas que son repetitivas y siguen un patrón. Lo llaman inteligencia artificial y posee un potencial de desarrollo gigantesco que tiene aplicaciones en todas las industrias, como por ejemplo la medicina, así como los sectores financiero, el automotriz, el del marketing o el aeroespacial.
“Siempre que tengas una computadora con millones de sensores leyendo mucha data, va a a funcionar mejor si utilizas inteligencia artificial”, indica.
Explica que “las computadoras están tratando de convertirse en un cerebro humano”, están “aprendiendo a aprender”, en otras palabras, algo así como pasando de la “estupidez” artificial a la inteligencia artificial.
En estos momentos, la acuciosa investigadora trabaja con cámaras que cumplen la función de sensores en automóviles sin conductor. Sabe que, en la próxima década, la inteligencia artificial para carros autónomos tendrá un gran impacto y se concentran en armar un conjunto de redes neuronales capaces de reconocer todo lo que pasa alrededor del automóvil.
“Cuando manejas, utilizas un montón de sensores que te dicen si hay un semáforo adelante, otro carro al lado o una señal de tránsito. Eso es algo que tu cerebro está haciendo eso permanentemente” describe adelantando lo que se proponen, justamente, conseguir que a través de cámaras el computador central del vehículo reciba la información que evite tantos accidentes que no ocurrirían si los autos tuvieran sensores para identificar los objetos que están alrededor.