Esperar para hablar con un profesional cualificado para muchas personas es mucho pedir cuando lo que está en juego es la salud
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“¿Para qué voy a esperar si tengo información a golpe de click?” La tecnología nos permite tener acceso rápido a información que hace años solo nos llegaba en la consulta de un médico o en foros especializados.
Pero no toda la información que se encuentra en Internet es igual de rigurosa. Por no hablar de lo importante que es hacer una buena interpretación de los síntomas, algo que requiere necesariamente una relación personal con un profesional.
El protagonismo que las redes sociales tienen en nuestras vidas supone que en muchos casos la información, ni siquiera se busque, sino que llega directamente a través de aplicaciones como WhatsApp.
La situación plantea un reto importante a todos los profesionales del sector sanitario y también del ámbito de la comunicación. Según el estudio que acaba de presentar el instituto #SaludsinBulos, la mejor manera de combatir las fake news es tener una relación cercana y accesible con los pacientes, para que estos salgan de la consulta sin dudas y con la información que necesitan para poder cuidarse y seguir los tratamientos.
Pero aunque la principal responsabilidad es de los profesionales, todas las personas pueden contribuir en este reto, importante para el bienestar y la salud, con una acción tan sencilla como no reenviar este tipo de contenidos, cuando no vienen de un médico de confianza.
Este informe, que es fruto del consenso de más de 40 representantes de sociedades científicas, organizaciones de pacientes, colegios profesionales y asociaciones de periodistas, así como algunos de los mayores líderes de opinión en redes sociales en salud, señala que “el 50% de los participantes consideran que la popular red de mensajería instantánea es el principal medio por el que se difunden los bulos de salud”. Fácil de usar con una gran penetración en la población, WhatsApp es un agente clave en la propagación de las fake news.
Junto a WhatsApp, las redes sociales Twitter y Facebook comparten la segunda plaza como canales de difusión de bulos para el 11% de los encuestados. “El principal peligro del Whatsapp es que la alerta nos llega a través de una fuente de confianza, no se puede actuar de manera masiva para informar con rigor y está muy extendido entre la población, por lo que se presta para la difusión de bulos con rapidez”.
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Todos los agentes sanitarios coinciden en que es necesario que los profesionales sanitarios hagan una labor más didáctica y empática al transmitir información a los enfermos. Es frecuente que el paciente que no obtiene en consulta la información que necesita, la busca por su cuenta. Con la consecuencia de seguir recomendaciones sin criterio científico. Un paciente que recibe orientación del profesional sanitario sobre cómo buscar en la Red es más colaborativo. Además, puede aumentar la confianza en el profesional.
Decirle a un paciente que deje de mirar en internet porque todo es falso no conseguirá disuadirle de las búsquedas en la mayoría de los caos: lo único que conseguimos es dejarle solo ante el universo de la información y la desinformación online”, asegura la farmacéutica Marián García, autora del blog ‘Boticaria García’ y embajadora de #SaludsinBulos
Es la salud lo que está en juego. Por eso todo el mundo puede aportar mucho en esta batalla, aplicando sentido común, serenidad y en caso de necesidad acudiendo al médico de confianza.