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¿Qué ganan con sacarnos de su país?…Cuándo ustedes no tenían, nosotros les ayudamos

ECUADOR
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Macky Arenas - publicado el 23/01/19
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El asesinato de Diana, una mujer embarazada, crea un clima xenófobo. La amarga queja de una venezolana en Ecuador

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La gente no se va de su país porque le gusta sino porque motivos poderosos lo envían fuera. En el mejor de los casos puede ser una mejora laboral; en el peor, la circunstancia que enfrentan tantos pueblos del mundo, por distintas razones, entre ellos Venezuela con las calamidades que ha impuesto la crisis por todos conocida.

Cuando la inmigración llama a las puertas de los países, usualmente sobreviene un estado de alerta en los gobiernos y recelo en las sociedades. No obstante, hay países más inclinados a la acogida que otros, no solo por razones culturales sino por afinidad histórica. Es bien cierto que la adaptación cuesta, de lado y lado. También lo es el que los contingentes migratorios trasladan toda clase de personas, de manera que el grueso del grupo será gente honesta y de buenas costumbres pero siempre se colarán indeseables. Eso ha ocurrido en algunos países latinoamericanos como también lo vimos en lugares como Alemania con la migración del Este asiático o en España con la que llega del cuerno africano.

Sin importar si en el pasado reciente Venezuela acogió solidariamente a todos quienes llegaban del Cono Sur, de Brasil, de Centroamérica o de la vecina Colombia en distintas etapas, muchos buscando mejoras en su calidad de vida y otros compelidos a abandonar sus patrias por causa de la persecución política a lo largo de todas y cada una de las dictaduras que ha sufrido este continente, el cuadro es siempre el mismo: las migraciones hoy no son gratas para los países receptores porque conllevan problemas que se suman a los que ya se manejan de manera doméstica.

Sin embargo –y aceptando que no todos los migrantes observan conductas apropiadas- es preciso estar alerta al desarrollo de conductas xenofóbicas que no convienen a ningún país. Cuando alguno da lugar a críticas o a rechazos, conviene tener en cuenta que la inmensa mayoría es agradecida y contribuye a enriquecer al país que lo recibe. Es el caso de los venezolanos, a pesar de los brotes recientes en países como Ecuador y Perú.

Luego del atroz feminicidio en Ecuador de Diana Carolina Ramírez Reyes -con cuatro meses de embarazo- por parte de su pareja sentimental, un ciudadano venezolano que reside en el país vecino, cientos de ecuatorianos salieron a las calles de la ciudad de Ibarra, indignados tras el asesinato, comenzando la persecución y mensaje de odio contra los venezolanos de la zona.

A través de las redes sociales han llegado múltiples expresiones de xenofobia contra los venezolanos en Ecuador. En twitter, una venezolana residente en Ibarra, Ecuador, con lágrimas en los ojos grabo un vídeo en el cual se dirigió a los habitantes del vecino país, para pedir que cese la xenofobia contra la población criolla. *“Yo le pregunto a los ecuatorianos, ¿qué ganan con sacarnos de su país?, cuando ustedes no tenían y nosotros sí, les dábamos todo (…) ustedes venían a nuestro país, todos venían a nuestro país (…) ¿por qué nos hacen esto?”*, dijo entre sollozos.

Por su parte, Ecuador anunció que exigirá “pasado judicial” a los venezolanos que aspiren ingresar a su territorio, al tiempo que su gobierno ofreció el lunes tres vuelos a fin de que, los venezolanos que así lo deseen, regresen esta semana a su país tras las tensiones generadas por el asesinato de la joven ecuatoriana embarazada por parte de un venezolano, su pareja sentimental.

El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, reaccionó ante el brutal crimen y aseguró que “si bien su país abrió las puertas a la migración procedente de Venezuela, no sacrificará la seguridad de nadie”. La advertencia aparece en un comunicado colgado en el perfil oficial del presidente ecuatoriano bajo el título de “¡Todos somos Diana!”, nombre de la víctima del feminicidio.

Pero el mensaje del mandatario ecuatoriano fue más allá y ordenó la creación de brigadas para controlar la situación de los inmigrantes venezolanos en las calles, en los lugares de trabajo y en la frontera, así como estudiar la creación de un permiso especial de ingreso en el país. Ello ha sido interpretado por muchos como una incitación a la violencia contra los venezolanos, mientras que la ministra del Interior ecuatoriana, María Paula Romo, calificó el incidente de “horror inaceptable” y, más bien cargó la mano contra la actuación de la policía, por no haber procedido a tiempo para evitar el horrendo hecho, a pesar de estar presente en el lugar.

Lo cierto es que el hecho ha conmocionado a Ecuador y las escenas de violencia contra los venezolanos no se han hecho esperar. Tras el anuncio de la creación de las brigadas, son muchos los venezolanos que han sido agredidos, perseguidos y desalojados de sus viviendas desde la madrugada de este domingo. Hubo quien se aventuró a sugerir la figura de una suerte de “noche de cristales rotos” en el continente.

América Latina no conocía la xenofobia. Somos un continente unido por el idioma, historia común, costumbres, creencias y tradiciones parecidas. A causa de estos brotes, los profesionales de las ciencias sociales se preguntan si el fenómeno se instalará en esta parte del continente. La Organización Internacional del Trabajo –OIT- ha advertido del riesgo pero, aunque ha estallado un sentimiento parecido en casos puntuales, no creemos que la hermandad pueda quebrarse no originar una ola xenofóbica como se ha visto en otras latitudes. Hay que cuidar, si, lo que ciertos expertos han señalado como las tres cuestiones explicarían los casos de xenofobia en América Latina: la aparición de relaciones que no existían, la ausencia de una identidad regional, y la negación de “los otros” para construir la propia identidad.

Las asociaciones de venezolanos en el país han pedido a la población no generalizar, evitar llevar a cabo actos de represalia, así como rebajar el tono en las redes sociales y, a las autoridades, solicitaron protección especial.

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