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Algo pasa en la Basílica de Guadalupe…

GUADALUPE
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Jaime Septién - publicado el 20/01/19
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22 millones de peregrinos cada año: Se dice que ser mexicano es ser guadalupano

Si algún motivo tiene para viajar a la Ciudad de México y tiene un corazón mariano, será visita obligada la Basílica de Guadalupe. No estará solo, desde luego. Va a ser uno de los 22 millones de peregrinos que cada año visitan el santuario.

La mayor parte son mexicanos. Se dice que ser mexicano es ser guadalupano. El pasado 12 de diciembre, día en que la Iglesia celebra a la Virgen de Guadalupe, Reina de México y Patrona de las Américas, se rompieron todos los récords: 12 millones fueron a cantarle “Las Mañanitas”, a pedirle por sus necesidades y a ofrecerle flores, amor y buenas acciones.

Peregrinaciones y peticiones

Los peregrinos se acercan al Tepeyac, lugar en donde se apareció la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, para saludar a su madre, pedirle favores, milagros, hacer juramentos frente a la imagen que dejó estampada en la tilma de San Juan Diego o, simplemente, a orar.

En México –según ha consignado el semanario Desde la Fe en el número con el que inaugura su nueva etapa—la peregrinación a pie más numerosa proviene de la diócesis de Querétaro, con 80.000 fieles que asisten a la Basílica de Guadalupe en julio de cada año. Le siguen, también a pie, Morelia y Celaya (45.000) y Atlacomulco, Toluca y Puebla (40.000).

Evidentemente, las más numerosas de las peregrinaciones son de las diócesis mexicanas que se encuentran más cerca de la capital del país, en donde, al noreste de la misma, se sitúa el santuario guadalupano. Sin embargo, las peregrinaciones más lejanas a pie al Tepeyac provienen de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa (Guerrero) y la que hacen los jóvenes del Estado de Chiapas y de Tabasco.

Por lo que respecta a las peregrinaciones más importantes del exterior de México, éstas provienen de Estados Unidos –de la diócesis de El Paso en Texas y de la arquidiócesis de Los Ángeles, en California—y de Centroamérica, concretamente de Costa Rica.

Y en cuanto a las “más coloridas”, es decir, las más vistosas según esta clasificación que hace Desde la Fe, se encuentran las que hacen los pajareros, los payasos, los motociclistas, los charros, los sonideros, los pirotécnicos y las de las colonias japonesa y china de México. En total, son 86 diócesis mexicanas las que peregrinan cada año al Tepeyac, y el registro de la Basílica da cuenta de dos mil peregrinaciones anuales, ahí sí, de México y del mundo.

Cómo es la zona en que se asienta la Basílica

El sitio donde se encuentra la Basílica de Guadalupe tiene una amplia variedad de lugares a los que el peregrino puede acercarse, admirar el fervor popular y llenar sus ojos de la mirada amorosa (ésa que tanto gozaron el Papa San Juan Pablo II y el Papa Francisco) de la “Morenita”.

Los monumentos que guarda el complejo mariano se hunden en el tiempo. El principal es la tilma (o ayate) de San Juan Diego que ahora se encuentra expuesto al público tras el altar mayor de la nueva Basílica de Guadalupe. Una banda eléctrica debajo de la venerada imagen deja pasar a los peregrinos al pie de la Reina.

Esta nueva Basílica, que fue inaugurada en 1976 y que puede albergar hasta 10.000 peregrinos en su interior, sin contar los que pudieran estar en el amplísimo atrio, es el centro de un complejo conocido como la Villa de Guadalupe en el que se incluye la antigua Basílica, el Bautisterio, La Colegiata, El Cerrito (del Tepeyac), El Pocito, la Parroquia de Indios, la Parroquia de Capuchinas, el Campanario, el atrio y amplias zonas verdes.

Mención especial, en este complejo histórico, merece la antigua Basílica. Ésta se comenzó a construir en 1695 y se inauguró en 1709. Consta de cuatro torres, cúpula y arco poligonal y su diseño estuvo pensado para hacer referencia al Templo de Salomón, en Jerusalén. Albergó, por 267 años, la tilma de San Juan Diego.

En una línea del tiempo habría que considerar que ya en 1531, prácticamente días después de que San Juan Diego le mostrara la imagen estampada en su tilma al primer obispo de México, don Fray Juan de Zumárraga, éste mandó construir en el sitio del encuentro con la Virgen de Guadalupe una humilde ermita de adobe. En 1556 el arzobispo Montúfar la amplió y en 1622, ya en el llano del Tepeyac, se construyó un templo artesonado para albergar a la Virgen.

¿Está pensando peregrinar a Guadalupe?

Si su intención, en la próxima estadía en la Ciudad de México, es acercarse (junto con un grupo de devotos o con la familia) al santuario mariano más visitado del planeta, tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas recomiendan tomar en cuenta las siguientes precauciones:

  1. Conocer los puntos de socorro y atención médica
  2. Acordar un punto de encuentro en caso de extravío
  3. Seguir las indicaciones de los elementos de seguridad pública
  4. Circular de forma ordenada tanto en las entradas como en las salidas del recinto
  5. En caso de quedarse a pernoctar, evitar quedarse en la vía pública o al paso de peregrinos
  6. Peregrinar de preferencia en grupo, usando ropa de algún color que los distinga

Y lo mejor que puede hacer un buen peregrino es agenciarse una copia del Nican Mopohua (Aquí se narra), el texto escrito hacia 1550 por el brillantísimo alumno del franciscano Fray Bernardino de Sahagún, don Antonio Valeriano, en el que da cuenta, con precisión poética, del encuentro de la Virgen y San Juan Diego en la colina del Tepeyac. Hay versiones en todos los idiomas en la web.

Con información de Desde la Fe

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