Querrías que no existiera, pero ¡ahí está! y hay que aprender a convivir con ella. ¿Por dónde empezar?Las relaciones sociales, la vida en familia, el entorno laboral… siempre presentan -al menos- una persona que nos resulta pesada. Es la que alarga indebidamente las reuniones, la que se regodea en recuerdos personales que no conectan con los demás, la que da lecciones y consejos a los que no los piden. O, sencillamente, son personas que no tienen gracia al contar las cosas y aburren al público sin darse cuenta.
Sin ser conscientes de ello, las personas pesadas son rechazadas por el resto. Invitarlas a una fiesta, una reunión o un almuerzo es algo que intentamos evitar. Y así, poco a poco, las apartamos de nuestro entorno.
Pero una persona pesada no tiene por qué ser una persona tóxica. A veces son pesados porque son lentos explicando el desenlace de algo que se ve a la legua. O se entretienen en detalles que no interesan a los demás. Eso no significa que sean dañinas para el resto.
Una persona pesada no es una desgracia. Tal vez sean una ocasión para que nosotros crezcamos como personas.
¿Qué podemos hacer en la relación con una persona pesada? Aquí van 7 ideas (que no fallan) en la galería fotográfica.
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