Asegúrate de regalar por amor y no por culpa.
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¿Sabes que hay regalos que no cuestan ni un centavo? Aquí te damos ideas.
Se acerca la Navidad. Es tiempo de convivir, de agradecer, de perdonar, de comer, de gozar, de regalar, de compartir, de estrenar y, cómo no, de comprar. No vamos a negar que todas estas son delicias de la época, sobre todo la de comprar. Aunque no debería ser lo más importante es una realidad a la que nos enfrentamos cada año.
Aún así hay que seguir esforzándonos por hacer navidades más espirituales y menos cosificadas. Es por eso por lo que esta vez me quiero detener en esto tan real: las compras navideñas. ¡Cuidado! Porque nos podemos exceder y algo tan normal se puede convertir en una compulsión si no lo hacemos con mesura.
¿Por qué? Porque el comprar libera sustancias químicas -la endorfina, por ejemplo- que activan el centro del placer y las cuales luego se puede convertir en adicción, en una no muy buena aliada de nuestros comportamientos.
Esas sustancias nos emocionan, nos estimulan de tal forma que nos hacen sentir como “dopados”, excitados, poderosos. Y nos empujan a que una compra vaya detrás de la otra como por impulso, sin raciocinio y solo respondiendo a la emoción que sentimos al comprar, comprar y comprar. Total, el mes que entra pagamos y si no a ver cómo le hacemos.
En el momento de la compra no tenemos en cuenta que, cuando consultemos la cuenta, la que hasta entonces era nuestra mejor amiga, la endorfina, se marchará y volveremos a la realidad de que nuestro dinero es finito. ¿Y ahora, quién podrá defendernos?
Os propongo que compremos con orden e inteligencia.
El regalar a un ser querido algo es cómo decirle, he trabajado muchísimo, he ahorrado, me he esmerado durante el año y todo mi esfuerzo te lo quiero entregar en este pequeño -o gran- regalo.
Sin embargo, hay que tener mucho, muchísimo cuidado. Toca ser muy honestos y preguntarnos si de verdad estoy regalando amor o estoy regalando culpabilidad o ausencias. Es decir, ¿regalo mi esfuerzo como un acto de profundo amor hacia ese ser que tanto amo, aprecio y valoro, o quiero darle ese súper regalo porque en el fondo me siento culpable por mis ausencias, por no estar tan presente en su vida, por no tratarla como se merece, o quizá simplemente porque estoy tan necesitado de amor que deseo comprar amor? ¡Es triste pero en muchos casos es la verdad!
Esta Navidad te invito a que compres y regales con inteligencia. Sí, regala de acuerdo a tu capacidad porque es delicioso dar y recibir.
- Haz un presupuesto. Tú límite es tanto y ese repártelo entre cada una de las personas a las que desees regalar.
- No vayas al centro comercial a comprar sin mesura con una tarjeta en mano. Te ayudará si pagas en efectivo.
- Di no a las compras que te permiten pagar en varios meses sin intereses porque literalmente estamos comprometiendo nuestro trabajo futuro. No seas tú una de tantas personas que siguen pagando el suéter de 2 años, ese que la otra persona ya ni usa porque la lavadora lo encogió.
- Compra en línea pero si sabes que corres el riesgo de dejarte apantallar por las ofertas, mejor no te arriesgues y ahórrate tiempo y tentaciones.
- Ve más allá. A cada presente añade un regalo espiritual. Por ejemplo, un sacrificio por esa persona, una tarjeta escrita con tu puño y letra, una plegaria extra, etc.
Hay que cuidar nuestras compras navideñas para no hacerlas de forma compulsiva y sobre todo no pretendamos llenar vacíos que jamás se llenarán con regalos materiales. Recuerden que lo que importa de nuestros regalos no es tanto el precio sino su valor afectivo y el esfuerzo invertido.