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7 películas para 7 sacramentos: La Confirmación y “La delgada línea roja”

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Enrique Anrubia - publicado el 08/11/18
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Witt ha visto la gracia del mundo, una gracia sobrenatural que le hace seguir teniendo una esperanza y una fe, casi más allá de lo razonableEs esta la inquietante gran pregunta que todo hombre se hace alguna vez en su vida de forma tan personal como solitaria y tan auténtica como intransferible: en un mundo donde a veces triunfa el mal ¿cómo y por qué vivir el bien?, ¿qué esperanza verdadera hay en tanto dolor y mal alrededor nuestro, al lado nuestro, en nosotros? ¿Hacia dónde ir cuando el mundo se derrumba?

Es la misma pregunta aunque en distintas formulaciones. Y es esta también la gran pregunta que nos lleva hacia una u otra dirección en nuestra vida. A veces, la mayoría, la respuesta es dejarse llevar, es decir, no responder, postergar la decisión, sentirse desorientado. Pero en la disposición de querer responder se gana una madurez y una altura de miras. 

De entre todas las situaciones en las que uno se hace esas preguntas, pocas como la guerra muestran tan claramente la necesidad de saber el sentido de la vida, la verdad y la belleza entre tanto dolor y destrucción. La Delgada Línea Roja es esa misma cuestión en ese mismo escenario. La película narra parte de la historia de un grupo de marines en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.  

Un soldado en mitad de una guerra es alguien que ha sido obligado a dejar atrás la inocente y pacífica vida de civil. Los problemas de aquella vida tranquila, ahora parecen menores. Ha sido arrastrado a una situación que él no ha provocado y sólo ve dolor y destrucción. Ya no puede seguir siendo un niño, ya no puede seguir viviendo en un cobijo hogareño: la situación lo ha sacado de una zona de confort y le obliga a plantearse ¿cómo vivir con esperanza entre tanta inevitable maldad? 

Tal y como se dice en la película: “Esta terrible crueldad, ¿de dónde sale? ¿Cómo ha arraigado en el mundo? ¿De qué semilla, de qué raíz ha brotado? Y ¿de quién es obra? ¿Quién nos mata? Nos arrebata la vida y la luz, se burla de nosotros mostrando lo que podríamos haber conocido. ¿Acaso nuestra destrucción beneficia a la Tierra? ¿Ayuda a que crezca la hierba o luzca el Sol? ¿También en ti hay esta oscuridad? ¿Has vivido esta negra noche?”.

El sacramento de la Confirmación es en el mismo sentido un sacramento de madurez, donde uno de los dones que se ofrece es precisamente la sabiduría y el discernimiento. Como esos soldados, se ha visto una vida que no es tan fácil, una vida cuya inocente infancia ha quedado atrás y que espera de nosotros una respuesta madura ante el mal que se empieza a intuir y que en la película es de suyo palpable.

Dicho con otro diálogo: “Éramos una familia, tuvimos que separarnos y nos distanciamos, y ahora estamos en bandos enfrentados, nos arrebatamos la luz unos a otros. ¿Cómo perdimos la bondad que nos fue otorgada? La dejamos escapar, la desparramamos sin miramientos”.

https://www.youtube.com/watch?v=Yq5q_GqxN-4

Es sorprendente que los soldados de la película se hagan preguntas de este tipo, preguntas que en un estado de paz y civilidad parecerían típicas o simples, pero que por la situación que viven les obliga a una sinceridad en la que se juegan quienes son, cómo van a luchar y cómo afrontar la realidad. La Confirmación es el sacramento en el que la ingenuidad o el ser inocentemente bien intencionado ya no sirve: hoy toca confirmar la apuesta de vida de uno, es decir, la vida por la que uno apuesta. 

La película es una película coral, llena de personajes y distintas historias. Cada personaje mostrará esas respuestas y Terrence Malick mostrará su diálogo interior en sus voces en off. De entre todos los personajes destaca Jim Caviezel como el soldado raso Witt. Él sabe lo que quiere y su decisión es una confirmación de un modo de vida: justo, compasivo y sobrenatural. Confirmar es tanto confirmar lo que se ha visto como confirmarse.

En una escena con su sargento (Sean Penn), el cual es un buen hombre, pero es un escéptico (pues cree que apostar y confirmar la Verdad y la Belleza es un error), se muestra el único sentido de esa Confirmación por lo Divino: “En este mundo, un hombre en sí, no es nada, y no hay más mundos, solo éste”, dice el sargento. Pero Witt le contesta: “Se equivoca, yo he visto otros mundos, aunque a veces creo que solo lo imaginé”.

Confirmar es afirmar de nuevo, reconocer, reafirmar, es decir, la afirmación voluntaria de una belleza y un bien que se nos ha dado. De ahí que el sacramento de la Confirmación sea en el fondo la continuación madura y voluntaria del don dado en el Bautismo. Sólo que ahora, en la confirmación, hemos visto y sabido de la maldad de la que es capaz el mundo: “Todo es mentira, piensa otro de los soldados, todo lo que oímos y lo que vemos. Cuantas mentiras escupen, cambian constantemente unos detrás de otros. Esto es un ataúd, un ataúd móvil. Nos quieren muertos o viviendo sus mentiras”.

Pero Witt ha visto la gracia del mundo, una gracia sobrenatural que le hace seguir teniendo una esperanza y una fe, casi más allá de lo razonable. Su sargento está asombrado de su corazón. “Todavía crees que hay algo bueno en la gente, ¿verdad?”, le dice Welsh (Sean Penn) “¿Cómo lo consigues? Para mí eres un mago”. Y responde: “Aún veo un destello en su interior”.

Los hay que aún viven en una infancia algo ingenua como el sargento Bell (Ben Chaplin), los hay que se vuelven locos como McCron (Jon Savage), los hay que se creen que ellos mismos van a cambiarlo todo por la fuerza, como el sargento Keck (Woody Harrelson), los hay quienes solo piensa en triunfar y los demás son mera excusa para su triunfo, como el teniente Tall (Nick Nolte), los hay que sin llegar a ver la gracia de lo divino aún tienen cierta conciencia moral, como el capitán Starros (Elias Koteas)… la película es un todo un panorama de actitudes humanos ante el mundo.

Pero sólo uno, el soldado Witt, será capaz de vivir con paz interior y gracia ese mundo tan terrible. Y es desde esa confirmación desde podrá verse su valentía, su fuerza y su amor por el mundo. La confirmación, en ese sentido, es una apuesta desde una decisión libre. Pero antes que reconocer el poder de nuestra libertad lo que se reconoce es el Bien Último.

Por eso, lo que decanta el mundo hacia una verdadera esperanza, lo que permite vivir serenamente enfrente de todo mal, es Dios. No hacemos nada confirmando, sino simplemente eso: confirmar que Dios es la respuesta a nuestras súplicas, es decir, a nuestras preguntas. Y que es Dios quien nos confirma que es Él la respuesta. Aunque suene extraño el sacramento de la Confirmación de la fe es confirmar que somos confirmados por Dios.

Cinematográficamente la película respira religiosidad por los cuatros costados, al principio cuesta entrar en la historia y el espectador no sabe muy bien qué tipo de película es: ¿de guerra? ¿de psicología?, pero una vez se entra en la historia de los personajes tiene una belleza estética y narrativa innegable, de gran cine; donde, además, encontramos al fantástico Hans Zimmer haciendo la banda sonora. Los cantos polinesios que aparecen son cantos cristianos (lo que indica que Malick lo ha pensado muy bien).  

Ficha Técnica

Título: “La delgada línea roja”  

Año: 1998

Duración: 163 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Terrence Malick 

Guion adaptado: Terrence Malick  

Música: Hans Zimmer

Fotografía: John Toll

Reparto: Sean Penn, Adrien Brody, James Caviezel, Ben Chaplin, George Clooney, John Cusack, Woody Harrelson, Elias Koteas, Jared Leto, Dash Mihok, Tim Blake Nelson, Nick Nolte, John C. Reilly, Nick Stahl, John Travolta, Thomas Jane, Randall Duk Kim, Miranda Otto y John Savage.

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