A los niños se les motiva con algo muchísimo más grande que una chuchería, con algo que no se paga con dineroEl “Journal of Child Development” publicó un estudio según el cual los gritos regulares de los padres a los hijos pueden tener los mismos efectos que golpearles. Los niños a los que se les grita regularmente tienen más sentimientos de depresión y ansiedad. Si gritas a tus hijos, les enseñas a que griten a la gente o a esperar que otros les griten cuando crezcan.
Los gritos pueden cambiar las vías neurológicas del cerebro de un niño para que piense que está en peligro, haciendo que pelee, huya o se paralice. Estos tipos de respuestas se graban en el cerebro del niño y afectan a su personalidad en el presente y en el futuro de su vida.
Gritar no transmite un buen ejemplo
Independientemente de los efectos negativos que los gritos tienen en el desarrollo del niño, los padres no deben olvidar que se trata de un mal ejemplo, sobre todo si queremos educar a nuestros hijos en la tolerancia y el autocontrol. No podemos pedirle a un niño que se comporte bien, que sepa lidiar con la frustración y que controle sus emociones si nosotros mismos no sabemos hacerlo.
De hecho, muchos padres, cuando perciben reacciones negativas e inesperadas en sus hijos, sienten que la situación les sobrepasa, no saben cómo reaccionar y le abren las puertas al enfado y la frustración. Se trata de un patrón que en Psicología se denomina “inundación emocional”, la cual desencadena una espiral ascendente de gritos y reacciones emocionales fuera de control.
En muchos casos esto ocurre porque los padres tienen expectativas irreales sobre los niños y esperan que estos se comporten como si fueran más maduros. En otros casos se debe a que no cuentan con las estrategias emocionales necesarias para hacerle frente a esa situación. Tanto en un caso como en el otro, debe quedar claro que gritarles a los niños no es una opción.
El arte de motivar
Se motiva con el amor, con el bien, con la bondad, con la positividad. Las emociones positivas gozan de un poder innegable de capacidad operativa. Nos llevan a la acción. Las emociones negativas (rabia, odio, temor) tienen tambien una capacidad inmediata de llevarnos a la acción, pero no de manera motivada sino como rechazo del peligro. El amor atrae, convence, genera estabilidad. La agresividad no puede ser un motor sano en la estabilidad del desarrollo de los hijos.
Lo que los hijos buscan, sustancialmente, es ser amados. Las emociones positivas generan comportamientos positivos. Un buen termómetro del amor son las emociones que suelen estar presentes en la vida de los hijos gracias a nuestra presencia y cercanía.