A casi tres años del brote del zika, un virus que tuvo en vilo a América Latina, en Brasil un grupo de madres se sobrepone a los efectos de la enfermedad en sus hijos en medio de un contexto vulnerable. “Mi sueño era volver a ser madre”, dice Jackeline Vieira de Souza, una mujer de 28 años oriunda de la localidad de Olinda (Pernambuco, noreste de Brasil) y que logró sobreponerse a un cáncer.
Su sueño se hizo realidad en el año 2015, pero fue durante ese tiempo que se recibió otra noticia para nada alentadora: su hijo en camino, de nombre Daniel, tenía microcefalia.
Su historia, recogida a través de un reportaje de la agencia Reuters, representa un claro ejemplo de valentía y defensa de la vida de los hijos indefensos afectados por un virus trasmitido por mosquitos y que ha derivado, cuando estalló el brote hace ya casi tres años, en miles de casos de microcefalia y otros defectos en recién nacidos.
“Cuando nació, me enamoré de él porque sabía que sería algo bueno en mi vida, incluso con las dificultades que tendría que enfrentar”, afirmó esta madre, quien al poco tiempo se vio también en la obligación de proteger de forma solitaria a su hijo luego de que su pareja la dejara.
La vida de Jackeline, que recibe apoyo de familiares y un cheque mensual que le otorga el gobierno, transcurre entre viajes y tratamientos para su hijo. Pero para ella el pequeño Daniel lo es todo y se muestra agradecida por su “bebé milagro”, quien la hace sentir “feliz y completa”, reproduce Reuters.
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Esperanza ante la adversidad
El de Jackeline no es un caso aislado. Como el de ella, a pesar de las diferencias, hay muchos otros. Ella es tan solo un pequeño eslabón de la gran cadena de “madres coraje” que luchan junto a sus hijos contra los efectos del virus del zika. Y lo hacen por lo general en medio de un contexto desfavorable, donde abunda el abandono de parte de sus parejas y la pobreza.
Pero también hay otros casos un tanto más alentadores, como el de Gleyse Kelly da Silva, otra brasileña de 28 años, madre de María Giovanna “Gigi” da Silva, de tres años, y también afectada por el zika.
En su caso, el apoyo de su marido, al igual que el de su madre, ha sido fundamental para que la carga se haga un poco más ligera.
Pero esta mujer también vivió en “carne propia” lo que considera la falta de respeto con respecto a los derechos de su hija. Por ejemplo, los inconvenientes con los que tenía que convivir a la hora de llevarla en silla de ruedas en el transporte público, los elevadores y otras plataformas. Es que su hija actualmente “no puede sentarse sola, no anda sola, ni hace nada sola”.
Debido a esto, Gleyse creó la Unión de Madres de Ángeles, una organización que brinda asesoramiento a otras madres que atraviesan por dificultades similares.
Zika en todo el continente
En enero de 2016 la Organización Panamericana de la Salud había constatado que el virus del zika se había hecho presente en al menos 22 países de América Latina. Uno de los más afectados fue Brasil, con casi 4.000 casos de microcefalia, además de malformaciones genéticas en niños.
“La microcefalia se da cuando el cerebro, el cráneo no se desarrolla en forma completa. Son niños con cabeza chica, con un cerebro atrofiado, no del todo desarrollado y eso se puede deber a una infección de la madre, que puede tener síntomas o no”, dijo en ese momento a Aleteia el médico Matías Nocera.
En ese tiempo surgió como gran debate también el tema del aborto, pues desde algunos sistemas sanitarios de la región se lo presentaba como la alternativa más recomendada.
En medio de todo ello, y a pocos años de aquel estallido, hoy en día las madres de los hijos del zika en Brasil –pero también hay otros casos extendidos a lo largo del continente- siguen dando que hablar. Ellas se han transformado en ejemplo por haber pronunciado un sí a la vida que hoy duele, pero que también tiene y tendrá su recompensa.
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