El camino para encontrar la paz en el mundo, en nuestras sociedades y también en nuestras familias, pasa por la humildad, la dulzura y la magnanimidad. Lo dice el papa Francisco en la misa del 26 de octubre de 2018 en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Reflexionando sobre la lectura de san Pablo a los Efesios, Francisco recuerda que Pablo, desde la soledad de su prisión, dirige a los cristianos un auténtico “himno a la unidad”, recordándoles la “dignidad de su vocación”.
Es una soledad que acompañará al apóstol, observa el Papa, hasta la muerte en “Tre Fontane”, “porque los cristianos –añade- están demasiado ocupados” en sus “luchas internas”.
Acostumbrados al conflicto
El mismo Jesús -recuerda Francisco- “antes de morir, en la Última Cena, pidió al Padre la gracia de la unidad para todos nosotros”.
Y sin embargo, constata Francisco, estamos ya “acostumbrados a respirar el aire de los conflictos”: cada día, en la TV y en los periódicos, se habla de los conflictos, “uno detrás de otro”, de guerras, “sin paz, sin unidad”.
Aunque –dice Francisco– “se hacen pactos” para detener un conflicto, después los acuerdos no se respetan.
Así “la carrera de armamento, la preparación a la guerra, a la destrucción, sigue”.
¿Cómo se "blinda" la unidad?
También las instituciones mundiales –lo vemos hoy– creadas con la mejor voluntad de ayudar a la unidad de la humanidad, la paz, se sienten incapaces de encontrar un acuerdo: hay un veto aquí, un interés allá... y cuesta encontrar acuerdos de paz.
Y mientras tanto los niños no tienen qué comer, no van a la escuela, no se educan, no hay hospitales porque la guerra lo destruye todo.
Tenemos una tendencia a la destrucción, a la guerra, a la desunión. Es la tendencia que siembra en nuestro corazón el enemigo, el destructor de la humanidad: el diablo.
Pablo, en este pasaje, nos enseña el camino hacia la unidad, que dice: “La unidad se logra, se ‘blinda’ – por así decirlo – con el vínculo de la paz”. La paz lleva a la unidad.
¿Cómo se logra la paz?
Por eso, llama a un comportamiento digno “de la llamada” recibida, “con toda humildad, dulzura y magnanimidad”.
Para lograr la paz, la unidad entre nosotros, “humildad, dulzura – nosotros que estamos acostumbrados a insultarnos, a gritarnos...- dulzura y magnanimidad”.
Déjalo estar, pero abre el corazón. ¿Se puede alcanzar la paz en el mundo con estas tres pequeñas cosas? Sí, es el camino. ¿Se puede llegar a la unidad? Sí, es el camino: “humildad, dulzura y magnanimidad”.
Y Pablo es práctico, y sigue con un consejo muy práctico: “Sopórtense mutuamente en el amor”.
Soportarnos unos a otros. No es fácil, siempre sale el juicio, la condena, que lleva a la separación, a la distancia…
Soportar, también en la familia
Sucede, observa el Papa, también cuando se crea una distancia entre los miembros de una misma familia.
Y “el diablo es feliz” de esto, es “el inicio de la guerra”. El consejo es entonces “soportar”, “porque todos nosotros damos motivos de fastidio, de impaciencia, porque todos somos pecadores, todos tenemos nuestros defectos”.
San Pablo recomienda “conservar la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz”, “seguramente por inspiración de las palabras de Jesús en la Última Cena: ‘Un solo cuerpo y un solo espíritu’”.
Después - añade el Papa – “sigue y nos hace ver el horizonte de la paz, con Dios; como Jesús mostró el horizonte de la paz en la oración: ‘Padre, que sean uno, como Tú y yo’. La unidad”.
Hacer las paces con las 3 actitudes de Jesús
Francisco recuerda que Jesús aconseja ponerse de acuerdo con el adversario “durante el camino”: un “buen consejo”, comenta el Papa, porque “no es difícil encontrar un acuerdo al principio del conflicto”.
El consejo de Jesús: ponte de acuerdo al principio, haz las paces al principio: esto es humildad, esto es dulzura, esto es magnanimidad.
Se puede construir la paz en el mundo entero con estas tres pequeñas cosas, porque estas actitudes son las actitudes de Jesús: humilde, manso, perdona todo.
El mundo hoy necesita paz, nosotros necesitamos paz, nuestras familias necesitan paz, nuestra sociedad necesita paz.
Empecemos en casa a practicar estas cosas sencillas: magnanimidad, dulzura, humildad.
Sigamos por este camino: siempre buscar la unidad, consolidar la unidad. Que el Señor nos ayude en este camino.