Sus piezas son cada vez más famosas, gracias a un dedicado trabajo que comparte con el de barista, mientras estudia arquitectura en Buenos Aires. Ahora sonríe lejos del gas lacrimógeno y la represión con las que se apagaron las vidas de muchos jovencitos como ella en Venezuela
En su país natal ya no sirven porque la hiperinflación destruye tan rápidamente su valor, que resulta más caro el papel en que se imprimen que el monto en ellos indicado. Pero los billetes venezolanos son también un lienzo de gran calidad para plasmar arte, y se convierten de este modo en una forma innovadora de rendir honor a nuestras raíces y tradiciones.
Karina vive en Argentina, donde obtiene algunos recursos económicos gracias a su peculiar emprendimiento, el cual le ayuda a llevar una vida modesta y pagar sus costosos estudios en el país que la recibió tras partir de Venezuela durante las protestas del año 2014.
“Tengo dos años acá. Soy de Caracas. Intento mezclar el realismo y ciertas características sobresalientes de los personajes que ilustro”, dice animada durante su entrevista con Aleteia para hablar de sus cotizados billetes.
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