En 1964, el papa Pablo VI abandonó la tradición de llevar una corona ornamentada e incrustada de joyasA principios del siglo VIII, la tiara papal —una tiara cónica de tres coronas ornamentada e incrustada de joyas— pasó a ser el símbolo de la autoridad papal. Llevada por los nuevos Papas con motivo de sus coronaciones y otras ocasiones solemnes, el tocado representaba el poderío del Obispo de Roma por encima de los reyes y reinas terrenales.
El 13 de noviembre de 1964, el papa Pablo VI, rompiendo con la tradición, donó su triple tiara de oro, plata y joyas a los pobres en una ceremonia en la basílica de San Pedro, convirtiéndolo en el último Papa en llevar la corona ceremonial.
Después de una misa a la que asistieron 2.000 obispos, el Papa se levantó de su silla y colocó solemnemente su tiara sobre el altar.
En las noticias de la época se dijo que el papa Pablo VI se sintió impulsado a hacer el gesto debido a las discusiones sobre la pobreza mundial durante las reuniones del Concilio Ecuménico Vaticano II.
Después del anuncio de que la tiara papal sería vendida en una subasta, el cardenal Francis Spellman de la Ciudad de Nueva York hizo arreglos para que la tiara fuera a los Estados Unidos, como un regalo en reconocimiento a las generosas contribuciones de los católicos estadounidenses para ayudar a los desamparados del mundo.
Tras una gira por todo el país como parte de una exposición organizada por la agencia humanitaria Catholic Relief Services, la corona se trasladó a su sede permanente, donde ahora está expuesta, en la basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, DC.
Desde que Pablo VI renunciara a la tiara, ninguno de sus cuatro sucesores ha llevado una. El papa Benedicto XVI, de hecho, hizo quitar la imagen de la tiara del escudo de armas papal, sustituyéndola por una más humilde mitra de obispo.
En 1978 el papa Juan Pablo I fue un paso más allá y reemplazó la ceremonia de coronación por una misa para la inauguración del Papa, una tradición que los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han continuado.
En la homilía de su ceremonia de inauguración, el papa Juan Pablo II recordó el abandono de la tiara por parte de su predecesor y su deseo de seguir su ejemplo:
“El papa Juan Pablo I, cuyo recuerdo está tan vivo en nuestros corazones, no quiso la tiara, y hoy no la quiere su sucesor. No es tiempo, realmente, de volver a un rito que ha sido considerado, quizás injustamente, como símbolo del poder temporal de los Papas”.