Una parroquia de Indianápolis puso a la Sagrada Familia en una jaula con alambres para denunciar la detención de los inmigrantes en la frontera Frente a esta realidad de la “tolerancia cero”, como parte de la campaña “Cada familia es sagrada”, una parroquia de Indianápolis (en el Estado de Indiana) decidió “detener” a la Sagrada Familia, que también fue una familia migrante.
En el césped del exterior del templo, se colocó una jaula de malla de alambre dentro de la cual colocaron el misterio de la Navidad: María, José y el niño Jesús, como representación de la propuesta histórica de la Iglesia católica de Estados Unidos en favor de una reforma migratoria integral y comprehensiva, que contemple, en primerísimo sitio la unión familiar.
“La Sagrada Escritura es clara acerca de cómo debemos tratar a las personas que tratan de encontrar seguridad para sus familias: debemos mostrar misericordia y darles la bienvenida”, agregó el decano de la parroquia, Stephen Carlsen en un comunicado de prensa difundido el día de hoy, 4 de julio, día en que Estados Unidos celebra su Independencia.
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La detención y confinamiento simbólicos de la Sagrada Familia es la muestra de un sentimiento cada vez más arraigado en el corazón de los Estados Unidos católicos y de otras denominaciones cristianas, además de haber unido voluntades de creyentes y no creyentes ante una política de “tolerancia cero” con respecto a las familias migrantes procedentes, sobre todo, de Centroamérica.
Obispos de EEUU sin medias tintas
Fueron al lugar de los hechos, desoyeron los consejos de prudencia: vieron las luces, pero sobre todo las sombras de lo que ellos mismos han denunciado en múltiples ocasiones: la política migratoria fallida de su país con respecto a los migrantes y refugiados que vienen del sur.
En dos días de visita en este mes de julio a la frontera del lado de sureste de Texas, la delegación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), vio con alivio a un grupo de indocumentados recientemente liberado por las autoridades migratorias del país del norte, y con tristeza enorme a niños migrantes detenidos que viven temporalmente dentro de las paredes de un Walmart convertido en “refugio”.
La expedición tenía ese objetivo: ver en directo no solamente las condiciones de detención de los niños, sino la necesidad “urgente” de hacer algo para ayudarlos a reunirse con sus padres (ahora sujetos a juicio de deportación).
“Los niños que están separados de sus padres necesitan reunirse. Eso ya comenzó y ciertamente no se terminó y puede haber complicaciones, pero debe hacerse y es urgente”, dijo el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente de la USCCB.
Por su parte, el arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, vicepresidente de la USCCB, celebró Misa en español con unos 250 niños en las instalaciones de lo que una vez fue la rampa de carga y descarga del Walmart situado en la ciudad fronteriza de Brownsville.
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“Fue, como se pueden imaginar, muy difícil ver a los niños solos”, dijo el arzobispo Gómez durante la conferencia de prensa. “Obviamente, cuando hay niños en la Misa, están con sus padres y familias … pero fue especial estar con ellos y darles algo de esperanza”.
La visita a la instalación conocida como “Casa Padre” – el antiguo Walmart, albergue para niños separados o que viajaban en solitario desde México, administrado ahora por Southwest Key Programs, una organización sin fines de lucro que opera bajo un contrato federal– fue la cima del viaje episcopal a Texas.
La construcción del antiguo supermercado aloja a unos 1.200 niños de entre diez y 17 años, y aunque la atención que reciben parece ser adecuada, limpia tienen acceso a atención médica y a instalaciones escolares y recreativas, es claro que los menores no son ni remotamente felices.
En el marco de esta visita, el obispo de Brownsville, Daniel E. Flores, aseguró que es necesario abordar los factores que impulsan la inmigración desde América Central, desde donde muchos migrantes huyen de una variedad de males sociales, incluida la violencia y la pbreza.
El obispo Flores subrayó que ha hablado con padres de familia de América Central y les ha advertido sobre los peligros del viaje. Sin embargo, la respuesta que ha encontrado está resumida en una frase de una madre hondureña: “Matarán a mi hijo aquí, lo matarán y él tendrá 16 años”. ¿Que se supone que haga?”
“Estas son situaciones extremadamente complejas y difíciles”, dijo el obispo Flores. “Este es un problema hemisférico, no solo un problema en la frontera aquí”.
Apenas el 30 de junio pasado, y bajo el lema “Quiero que mi familia esté unida”, miles de personas se reunieron en Washington para protestar contra la política de inmigración de los Estados Unidos.
Una de las participantes en la algarada subrayó en su discurso “Esta política es diabólica”, refiriéndose a la política de “Tolerancia cero” impuesta en la frontera sur. Las protestas civiles y la visita de los obispos, ¿cambiarán la manera de pensar sobre política migratoria en la actual administración federal?
Con información de CNS