Con una durísima historia personal, el jugador ha hecho de su fe el ancla de su vida
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Jakub Błaszczykowski tiene un nombre impronunciable, poco conocido en el resto del mundo, pero es famoso en Alemania y se le considera como un héroe nacional en su patria.
Su personaje va mucho más allá del ámbito deportivo. Originario de Częstochowa, el lugar mariano más importante para los polacos, a la edad de 11 años asistió al asesinato de su madre por parte de su padre, y ella murió en sus brazos. Junto a su hermano Dawid fue criado por la abuela, Felicja Brzeczeck, una devota católica que les transmitió la fe, acompañándoles a misa e inculcándoles la costumbre de rezar y de leer el evangelio, cosa que el jugador hace aún hoy.
Y gracias a la fe pudo salir del dolor por cuanto le había sucedido. Se hizo evidente cuando en 2012, poco antes de comenzar el campeonato de Europa, Jakub se ausentó por razones personales. Después se supo que él se habían enterado de que su padre – al que no veía desde el día del homicidio – estaba a punto de morir, y que quiso encontrarse con él, para perdonarle.
“Lo que me sucedió de niño dio un giro de 180 grados a mi vida”, confesó. “Nunca comprenderé lo que sucedió o por qué sucedió, pero ese recuerdo me acompañará para el resto de mis días. Daría cualquier cosa por ver a mi madre viva“.
Błaszczykowski está hoy muy implicado en las obras de caridad de la Iglesia católica y es una especie de embajador de la Cáritas polaca. Organiza fiestas entre sacerdotes y atletas de élite para recoger fondos para los necesitados, y cada año regala camisetas deportivas y otros objetos firmados a las organizaciones católicas, que a su vez los subastan.
El capitán polaco ha participado también en iniciativas de evangelización como el National Reading Day. Está casado y es padre de una niña.
En 2011 participó en la campaña “No me avergüenzo de Jesús”, organizada por el mundo católico polaco en respuesta a la acción de algunos estudiantes que pidieron quitar los crucifijos de las escuelas superiores. En un video afirmó: “Comprendo que la fe sea una cuestión individual para alguno, pero para mí es algo muy importante. Con gran fe vivida cotidianamente y con la gran convicción de que Cristo ayuda a nuestra vida de todos los días, quisiera animar a la gente a que no olvide lo que es más importante para nosotros, es decir, la fe y la oración”.
En la iniciativa participó también su colega y amigo polaco, Robert Lewandowski (que podría jugar en la Juve). Hemos hablado ya de él en un artículo anterior: “No, no me avergüenzo de Jesús o de mi fe”, declara el actual atacante del Bayern de Munich.
“Sé que Dios está conmigo. Cuando se habla de fe, sabemos que en la vida moderna y en el mundo todo está yendo muy velozmente, a menudo olvidamos nuestros valores y lo que es verdaderamente más importante para nosotros. En lo que me respecta, esta fe me ayuda en el campo, pero también fuera de él, ayudándome a ser un buen hombre y a cometer los menos errores posibles”.