Icono de la expresión libre y espontánea, el dibujo de un niño contiene un gran número de pistas sobre su personalidad, su situación, su historia, sus deseos… A nosotros nos corresponde saber interpretarlos para comprender mejor a nuestro hijo. Y no tiene nada de imposible, el primer paso es simplemente recibir con atención y amabilidad los dibujos que el niño nos ofrezca
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¿Teméis el día en que vuestro hijo os pregunte con una mirada ingenua y sorprendida dónde están todos sus dibujos? ¿El día que haya que hacer una pirueta digna de los más grandes acróbatas para no admitir sin rodeos que casi todos han ido a la basura?
Si es así, aquí tenéis algunas palabras que os traerán un poco de alivio: aunque si, hasta la fecha, los dibujos de vuestros hijos ya han sido reciclados para convertirlos en periódicos gratuitos o en envases de cartón, lo cierto es que habrán servido de algo, si os tomasteis el tiempo de mirarlos, a la hora de ayudaros a mejorar el conocimiento que tenéis de vuestro hijo.
¿Y no es preferible pasar cinco minutos haciendo hablar al niño sobre su dibujo en lugar de apilar los papeles ciegamente en el sótano de la casa, donde se pudrirán en el fondo de una caja?
Recibir el dibujo de un niño
“A través del dibujo, el niño expresa su universo interior, tanto en el plano afectivo como a nivel de su desarrollo psicológico y mental”, explica Brigitte Langevin, una conferenciante canadiense especializada en el sueño y los dibujos infantiles. En consecuencia, saber mirar y leer el dibujo de un niño permite conocer su carácter, comprender su visión del mundo o discernir un momento particular de su historia. Los dibujos reflejan las alegrías, los entusiasmos, pero también la ira y la frustración, a veces no verbalizadas. Brigitte Langevin cuenta que, como madre, primero intuitivamente, siguió el camino de su hija a través de sus dibujos y entendió mejor sus sentimientos en situaciones importantes de su vida.
Para ello, es necesario saber recibir con buena actitud un dibujo. Cuando un niño ofrece un dibujo, entrega un mensaje, se da a sí mismo, es un acto de amor. ¡Bienvenido sea! Una mirada negligente o distraída puede herirlo profundamente. La conferenciante invita a ignorar las cualidades estéticas o el rendimiento artístico para concentrarse en el conocimiento del niño.
Invitar al niño a explicar su dibujo
Escuchando a tu hijo relatar su dibujo, os acercaréis a él, a su ser más profundo, lo comprenderéis mejor. Por lo tanto, es importante no intervenir y criticarlo, que puede ser el primer impulso cuando el dibujo no corresponde a una realidad objetiva. Así, un padre estaría tentado a señalar: “¿Olvidaste pintar a tu hermanita?” o insistir: “¿Estás seguro de que has terminado?”. No es un descuido por su parte, sino su percepción interior. Es esta percepción íntima de la realidad la que nos resulta útil a nosotros los padres, para detectar su estado de ánimo actual y hablar de ello más tarde si es necesario.
Animad al niño a dar detalles, dejad que su imaginación se desarrolle, en vuestro interés por conocerlo cada vez mejor. El niño puede abrirse ante algunas preguntas abiertas, tales como: “¿Qué hace el pájaro en el árbol?” o “¿En qué está pensando la niña sentada en la hierba?”. La habilidad está en preguntar sin inducir la respuesta. Estad atentos a sus explicaciones, porque todo lo que revela en su dibujo está directamente relacionado con lo que está experimentando, una situación o emoción en particular.
Elementos de significado de los dibujos
La elección del formato de la hoja: cuando el niño dispone de hojas de diferentes formatos, es interesante notar cuál escogerá. Espontáneamente, se siente atraído por un formato y esta elección revela su carácter y su manera de estar en el mundo. La elección de un formato pequeño puede indicar una tendencia a la introversión, mientras que la de un formato grande puede reflejar un carácter expansivo y emprendedor.
¿Predominio de la forma o del movimiento? Se trata de evaluar el movimiento que anima el dibujo. ¿Las líneas se mueven o son estáticas? ¿El dibujo es minucioso? Cuando predomina el movimiento, estamos generalmente en presencia de un niño con un carácter dinámico y activo, que se reafirma con facilidad. Cuando prevalecen las formas, meticulosamente ejecutadas, muestran un carácter más pacífico, reflexivo y concentrado.
Uso del espacio: el niño organiza la hoja como un pequeño universo puesto a su disposición. Tiene la opción de ocupar el espacio superior, inferior o central, para orientar su dibujo a la izquierda o a la derecha. Un niño que es bastante seguro de sí mismo tenderá a llenar la hoja. Sin embargo, si está demasiado lleno, puede reflejar una naturaleza invasiva. Rellenar exclusivamente la parte izquierda de la hoja marca un apego al pasado; por el contrario, la derecha se refiere al futuro, las metas y los deseos. El centro da testimonio de un niño que vive en el momento presente.
La presión del trazado: un trazado muy apoyado con el lápiz, a veces hasta el punto de perforar la hoja, expresa vitalidad y autoafirmación. Cuando la línea es ligera, puede indicar una sensibilidad más delicada y timidez o reserva.
Las omisiones importantes y repetitivas, tales como un miembro de la familia, o la boca o los ojos de un personaje, deben atraer la atención del adulto para animarlo a investigarlo. En muchos casos, el dibujo indica lo que el niño o niña acepta menos de una situación, y el tipo de actitud que adopta en consecuencia.