El testimonio del misionero, candidato al Nobel por la paz, considerado la versión masculina de Madre Teresa de Calcuta“Es una falta de respeto ver a los pobres haciendo fila”, dijo con énfasis el padre Pedro Opeka en entrevista exclusiva tras el encuentro que tuvo lugar en el Vaticano con su amigo, el Papa Francisco.
Opeka, 70 años, es ‘el albañil de Dios’. Argentino, hijo de migrantes eslovenos, aprendió el oficio con su papá quien se ganaba el pan trabajando en la obra, construyendo casas. Ahora, lo hace para los pobres y con los pobres. “Cuando nos abrimos a la gracia de Dios, lo imposible se hace realidad”, parafraseando a papa Francisco (27.04.2018).
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¿Conoces la extraordinaria labor del padre Pedro Opeka?
Padre Pedro Opeka lleva 48 años en Madagascar, 43 años de sacerdocio en la comunidad de San Vicente de Paúl (1581-1660), el santo de la caridad. “Nuestro principal fin es evangelizar y ayudar a los pobres”. Incluso en varias ocasiones ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz.
Los dribling del Padre Opeka a la pobreza
“Yo quise ir a Madagascar antes de ser notable, antes de ser sacerdote. Pedí permiso: ‘Yo soy hijo de un obrero albañil, constructor. Yo quiero trabajar con mis manos. Yo quiero llegar al país antes de ser un notable’. Porque cuando uno llega a un país como sacerdote o cura, te ponen en un altar y te dicen: ‘Usted está aquí, nosotros acá’. No, no, yo vine como joven. Y los primeros amigos que me hice fueron por medio del deporte, el fútbol. Y sigo haciéndolo”, explica a Aleteia.
La evangelización del padre Opeka se mueve como un balón en la cancha de la vida. Sus dribling a la pobreza suscitan pasiones encontradas entre sus adversarios que igual lo respetan. De su parte tiene el equipo de la gente humilde, todos listos a dar la vida por él y proteger al ’10 de Dios’ en su juego organizado para construir comunidad.
Aun a su edad sigue disfrutando del futbol: “Yo tiré varios tiros libres, unos diez e hice 5 goles, de derecha e izquierda al ángulo, 45 metros. Los chicos gritaban de alegría: Gol!!! Y yo levantaba las manos al cielo y decía dentro de mí: ‘Señor, gracias, gracias por haberme dado esta oportunidad, esta fuerza, de qué a mis años pueda dar un ‘chutazo’ (golpe certero a la pelota) para dar alegría. Gracias, Señor!!!”.
Un llamado a Messi y a los ‘hermanos’ más afortunados…
Y si hablamos con él de fútbol un nombre es obligado: Lionel Messi. Padre Opeka nos dice que el verdadero “10” es Messi y que tuvo la oportunidad de conocerle hace dos años en Barcelona, España. ¿Messi le ayuda con su obra? – “No, no, pero espero que un día el Espíritu Santo le toque el corazón” – ¿Le hacemos un llamado?– “¡Y por qué no!- Pienso que él no sabe lo que hacemos. Hay mucha gente que no sabe lo que hacemos.
Porque no es costumbre que un misionero, construya una ciudad, que haga calles, electrificación, acueducto, que plante arboles (10.000 por año). Tenemos cuatro cementerios. ¿Cuando una ONG tiene cementerios?”. En treinta años trabajando ‘codo a codo’ con los pobres de la calle asegura haber enterrado “a más de 4.000 hermanos y hermanas y niños”. “Esa gente, esos hermanos muertos, son los que me defienden, son mis guardaespaldas”, asegura.
¿Donde está la fuerza de Dios en las obras?
“La fuerza de Dios se manifiesta en los gestos simples, humildes, que provienen del pueblo y de la vida de todos los días. Por eso, siempre nosotros vamos a tener dificultad a que nos ayuden. Nacimos de una rebelión interior, porque no aceptamos la miseria, la pobreza extrema de nuestros hermanos, en la calle, en un basurero.
Cuando nosotros nos comprometimos con los más pobres y los hemos escuchado, les hemos responsabilizado, hemos trabajado juntos, en medio de ellos, pues ha sido una manera de trabajar que tiene mucho impacto en los pobres. Pero, quizás menos entre los ricos. Porque nosotros supimos encontrar un camino nuevo, fuera de los expertos que saben de todo.
Expertos que le predicen el fin de la miseria y de la pobreza que solo aumenta, con todas las previsiones, las ideologías y las promesas hechas al pueblo.
Es una obra de la providencia de Dios. Porque nace en el corazón del pobre. Porque nace en la humildad. Porque nace en medio de los que sufren. Y que es un compromiso continuo. No es un compromiso de vez en cuando. No es un compromiso una vez por mes, una vez por semana, sino que es todo el día y todos los días.
¿En qué consiste ese compromiso en términos prácticos?
En 29 años, hemos socorrido, ayudado, a más de medio millón de personas. Hoy en día, tenemos 25.000 personas que dependen directamente de este movimiento de solidaridad. Yo digo movimiento, no digo una asociación, un movimiento de solidaridad. Y que 30.000 personas pasan cada año para pedir una ayuda puntual. Así que estamos ayudando entre 55.000 a 60.000 personas por año.
Para ayudar tantas miles de personas, hay que tener medios. Por eso, tengo que salir al menos tres meses al año a hacer una gira para testimoniar, despertar en los hermanos que tienen conciencia, fe, humanidad de que hay que ayudar y compartir con los más pobres.
Eso quiere decir que tenemos una responsabilidad enorme con 14.000 niños y jóvenes que estudian en nuestras escuelas, tenemos 3000 padres y madres de familia trabajando, construyendo nuestra propia ciudad. Porque hemos construido una ciudad. Cuando hablo de 25.000 personas, ya no es un pueblito es una ciudad.
Y cuando usted comienza a construir una ciudad no se acaba más. Esa ciudad sigue creciendo, crece y crece, como cualquier otra ciudad del mundo. Por eso, hay que seguir buscando, comprometiéndose, creyendo en que más allá de una victoria ganada a la pobreza, hay que seguir luchando continuamente. Porque el hombre tiende a caer fácilmente en el ocio, en la pereza, en el egoísmo, el individualismo. Ese vicio lo persigue continuamente.
San Vicente de Paúl (1581-1660) decía que el problema de la caridad es que está mal organizada…¿Usted cómo vive esta máxima que ha sido el llamado a la Congregación de la Misión…?
Pienso que tenía muchísima razón. Es decir, que la justicia está mal organizada también. La organización forma parte de la solución de la pobreza, cómo se responsabiliza a la gente, qué errores tienen los pobres, qué responsabilidades tienen de frente a sus hijos y a sus familias, los retos y los desafíos de la vida y del progreso.
Ahora, la organización, seguro que es muy importante. Porque organizarse es respetar asimismo a la gente. Cuándo yo veo colas de gente que está esperando. Me pregunto: ¿Qué pasa ahí?
– Ahí, hay una mala organización -. ¿A quien le gusta hacer colas? ¿A quien le gusta perder tiempo, estar parado para no hacer nada, solamente esperando para que le toque el turno y que puede estar esperando horas.
Y eso, me parece una falta de respeto de la persona que ha hecho hacer esa cola y que él no es sensible a de que centenares de personas, quizás muchas veces personas de edad, tengan que estar de pie, en el sol, afuera. Entonces, eso es una insensibilidad humana muy fuerte. ¡No hay respeto, no hay respeto!
Si fuéramos más sensibles al respeto del otro. La regla de oro es: ‘No le hagas al hermano lo que tú no quieres que te hagan a ti’. Yo no quiero que me hagan esperar dos o tres horas en una cola. Yo no lo haré tampoco a otra persona para que espere dos o tres horas allí.
Yo haré de manera de que se le reciba lo más pronto posible y de la manera más respetuosa posible. Si Dios nos dio la razón, la imaginación, nos dio todo para poder resolver esto. Y eso es organización.
Madre Teresa de Calcuta decía que las riquezas, tanto las materiales como las espirituales, pueden ahogarnos si no las usamos bien. Porque ni siquiera Dios puede poner algo en un corazón que ya está lleno. ¿Que opinión le merece esto?
¡Seguro que sí! Cuando nosotros queremos asegurarnos el futuro de una manera casi escandalosa es que estamos fuera de todo circuito humano. Nos estamos separando del resto de la humanidad. Hoy en día, de 7 billones de personas, hay 2 billones que viven fuera de la humanidad, no hacen parte.
En todo caso, son personas que no pueden gozar de los avances, de los progresos que la humanidad hizo en su historia. Y lo que más duele es como uno se acostumbra a eso. Tanto que dice: ¡Pero es normal! Qué nosotros seamos ricos, más respetados porque tenemos más cultura, más estudios, es normal que se interesen más en nosotros que tenemos más medios y que los demás que sobrevivan.
Lo que me escandaliza es esa insensibilidad de los dirigentes, que no saben estrechar lazos, que nos saben disminuir las diferencias, cuando no saben de vivir o de sobrevivir, allí un elegido es su deber de hablar, de defender la justicia de todos los hermanos y no lo hace. Y entramos en una hipocresía nacional e internacional donde nos acomodamos y nos alabamos unos a otros.
¿Cuál es esa hipocresía?
La gran hipocresía entre los políticos y los que votan es que se mienten; se alaban sin razón. Justo para hacerle creer que los respetan. Estamos fallando en lo esencial, nos falta el sentido de la verdad y de la autenticidad. Nos falta el coraje de vivir la verdad todos los días y vivimos engañándonos.
En una época de posverdad, desinformación y de falsas noticias, cada vez más la política está dividida en extremos (derechas e izquierdas). El Salmo 85 nos dice: ‘La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron’. Pero, entonces vemos que en las ideologías no coexiste alguna fuerza real hacia el bien común y la subsidiaridad. ¿Concuerda?
Las ideologías van en contra del espíritu porque ellos quieren basarse en lo concreto, en lo material, en lo que se ve, en lo que se puede tocar, en lo que se puede poseer, en lo que se puede monopolizar, manipular. Y el espíritu es, todo lo contrario. El espíritu es la búsqueda de algo que se nos escapa continuamente, tenemos que estar continuamente buscando la verdad, buscándolo a Dios, buscando esa justicia y esa paz.
Ellos prometen falsas soluciones y esas soluciones ideológicas en un primer momento parecería que inflaman a las multitudes, pero luego se vacían rápidamente y vuelven en nuevas dificultades, nuevos conflictos y nuevas guerras.
¿Parecería que la verdad fuera una ilusión?
La verdad es tan simple y la complicamos tanto. Hay hermanos que quieren complicar la verdad y que gozan complicando la verdad para decir que no son como los demás. Somos todos iguales, somos todos hermanos, cuando podamos decir algo, vivir algo, crear algo a partir de esa fuerza de la virtud, de la fe, de la esperanza y del amor, que no nos pertenece.
Somos todos instrumentos por los cuales Dios obra. El Creador obra entre nosotros. ¡Qué lastima que estamos continuamente hechando al Creador, botándolo fuera, dandole cada vez menos lugar en nuestras vidas, en nuestro progreso! Como si el instrumento dijera: ‘Yo me valgo por mí mismo, yo me hice yo mismo’. No, el instrumento alguien lo hizo. Alguien le ha dado los medios, como un robot, alguien le inculcó unos proyectos y él trabaja de acuerdo a lo proyectado y ahí se termina”.
El arzobispo brasileño, Hélder Câmara, decía: “Si yo doy de comer a los pobres, me llaman santo; Pero si pregunto por qué los pobres no tienen qué comer, me llaman comunista”.
¡Totalmente justo! El sistema quiere que usted no contradiga; no quiere que le ponga la arena. Porque va a comenzar a fallar toda la maquina y comienza a entrar en problemas y contradicciones. Entonces, el sistema quiere que no haya ninguna contestación.
El sistema quiere que todo sea limpio y que se siga de una manera ciega, que no se pregunte hacia dónde vamos: ‘¡No es su problema, ya otros piensan en su lugar¡’. Eso es renunciar a la libertad humana que es lo más grande que Dios nos dio. Y luego, el amor que Dios nos dio y la voluntad para poder elegir el bien y hacer el bien a nuestros hermanos. Hoy se elige la guerra, robar; se prefiere engañar, mentir que decir la verdad.
Toda esa astucia. Ahora, cuando se dice: ‘Este hombre hace política’, quiere decir, que ya no es un hombre sincero, ya está manipulando a la gente, al pueblo. Lo más triste es que el pueblo se deja manipular y cree en esa gente que les está mintiendo que los utiliza como el jabón, como escaleras para subir. Para después patearlos, echarlos.
El hombre también es fatalista y no quiere la responsabilidad, quiere que le den seguridad, seguridad. Pero, la seguridad, por la seguridad, eso encierra. Porque la vida se va a vivir y no se sabe qué y cómo va a hacer. Pero, teniendo la fe, teniendo la esperanza, el amor, teniendo esas virtudes, uno va con confianza hacia el futuro. Sabe que estas manos también piensan así y vamos adelante avanzando.
Desgraciadamente el poder del dinero y el poder de la gloria, el poder de la autoridad está ocupando en muchos países del mundo, un lugar que no lo merece y que está manteniendo en esclavitud a millones y millones de hermanos y hermanas. El Papa Francisco dijo: “Se grita tanto de libertad y se vive como esclavo”.
Video llamado del Padre Opeka a los hermanos y hermanas que han sido “afortunados” en la vida