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6 razones para ser sacerdote

PRIEST,ROMAN,COLLAR
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Tom Hoopes - publicado el 02/06/18
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Hacemos bien en llamarles héroes

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Como su padre antes que él, mi hijo mayor entró en el seminario… y como yo, no lo terminó. Espero que mis otros hijos también le den una oportunidad al seminario y rezo porque alguno sienta la vocación al sacerdocio.

Aquí les explico las razones por las que creo que deberían querer recibir esa vocación.

Sé sacerdote porque el mundo necesita héroes.

Me di cuenta de algo en la inauguración de este curso en la universidad Benedictine College de Kansas, donde trabajo. El aplauso más sonoro y largo de la mañana fue para quienes sirven al país en el ejército y quienes entran en la vida religiosa.

No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”, dice Jesús. Los soldados hacen esto al poner sus vidas en riesgo de muerte violenta por nosotros. Los sacerdotes, religiosos y religiosas lo hacen cuando ofrecen sus vidas al lento martirio de una vida de servicio.

Hacemos bien en llamarles héroes.

Sé sacerdote porque, sin sacerdotes, no tenemos acceso a Cristo.

Antes de ascender al Cielo, Cristo dijo: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. Mantuvo esa promesa de una forma increíble: la Eucaristía. La hostia de la Eucaristía ya no es pan, es Cristo mismo, verdaderamente presente.

Para esto tenemos a los sacerdotes, para traernos la Eucaristía, y para prepararnos para ella en el Bautismo y la Confirmación, llamar a su poder sanador en nosotros por el sacramento de los enfermos, crear fuertes matrimonios para que más almas la reciban y ofrecernos la confesión para limpiarnos y poder recibirla.

Sé sacerdote para perdonar pecados.

Difícilmente puede exagerarse la importancia de la confesión. Fue el único sacramento que Jesús instituyó tras la Resurrección, cuando sopló sobre los Apóstoles y les dijo: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen”.

La confesión fue tema constante de llamamientos urgentes de san Juan Pablo II, y el papa Francisco se ha implicado pronto y a menudo en el mismo llamamiento.

  • En 2013, dijo: “Me confieso cada dos semanas”.
  • En 2014, se confesó a la vista de las cámaras para dar ejemplo: “¡No tengan miedo a la confesión!”
  • En 2018, su iniciativa de 24 horas de confesión se ha convertido en un “éxito mundial”.

Jesús dijo: “¿De qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma?”. En la confesión, un sacerdote te ofrece el mayor de los regalos posibles, más valioso que todo el mundo: restaura las almas de los penitentes.

Sé sacerdote para ser un icono viviente de Cristo.

La presencia real de Jesús en la Eucaristía es crucial, pero Jesucristo no vino solamente como Presencia. Vino como hombre. Así es como funciona la encarnación.

“La vida entera de Cristo fue una continua enseñanza: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su amor al hombre, su predilección por los pequeños y los pobres”, dijo san Juan Pablo II.

Jesucristo fue un hombre con un rostro. El corazón humano todavía necesita ver a un hombre comportándose como Cristo para comprender del todo Su mensaje. Necesitamos a alguien que “actúa in persona Christi” (CIC 1548), es decir, como Cristo mismo. Necesitamos sacerdotes.

Sé sacerdote porque el mundo necesita padres.

En su nuevo libro sobre el Padre Nuestro, el papa Francisco habla sobre nuestra “sociedad sin padres”, diciendo que, “especialmente en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida”.

“Se pasa de un extremo a otro”, continúa el Papa. “El problema de nuestros días no parece ser ya tanto la presencia entrometida de los padres, sino más bien su ausencia (…). Los padres están algunas veces tan concentrados en sí mismos y en su trabajo, y a veces en sus propias realizaciones individuales, que olvidan incluso a la familia”.

Sin embargo, sin padres, a los jóvenes “los llenan, en cambio, de ídolos pero les roban el corazón; les impulsan a soñar con diversiones y placeres, pero no se les da trabajo; se les ilusiona con el dios dinero, negándoles la verdadera riqueza”.

Un sacerdote no puede ocupar el lugar de un padre en el hogar. Pero los sacerdotes son auténticos padres.

Presiden los momentos más importantes de nuestras vidas. Son figuras masculinas que nos sirven de ejemplo. Charlan con nosotros en un aparte, escuchan nuestros problemas, nos aconsejan y nos absuelven.

Sé sacerdote para expandir tu familia.

Por último, Jesús da a los apóstoles un motivo extraordinario para dejar a sus familias y seguirle a Él.

“Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”, dice Jesús.

Los sacerdotes dicen que uno de los aspectos más difíciles de ser cura es trasladarse de una parroquia a otra. Es como arrancarte de tu familia.

Sin embargo, los lazos que haces en Cristo duran para siempre.

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