¿Cómo reaccionar ante un niño que no acepta la derrota? Respuestas recogidas de la obra de dos expertas, una psicóloga y una periodista sanitaria“¡Ya no juego más!”, “¡Este juego es un rollo!”, “¡Haces trampa!” (cuando no ha habido trampa, claro). ¿Qué padre o madre no ha escuchado estas frases? O quizás, si las reacciones de vuestros hijos se parecen más a demostraciones de fuerza que de exabruptos, es posible que ya hayáis sido testigos de pugilatos fratricidas o de una repentina erupción de cartas y fichas que vuelan por toda la sala.
Aunque los padres, estupefactos, no hayan tenido nada que ver con este estallido de lágrimas y gritos causado por un juego cualquiera, sigue siendo su responsabilidad de adultos intervenir para calmar el juego. Pero, ¿qué decir para consolar a un niño que es mal perdedor?
El libro Petites phrases à dire pour les aider à grandir [Pequeñas frases que decir para ayudarles a crecer; ed. Albin Michel], coescrito por Bernadette Lemoine, psicóloga y fundadora de la asociación francesa Conocer Mejor la Ansiedad por Separación (MCAdS), y por Diane de Bodman, agregada de prensa en el sector sanitario y madre de cuatro hijos, ofrece una panoplia de palabras amables para afrontar este género de situaciones en la vida cotidiana.
Sobre la importancia de encontrar las palabras precisas
Antes de proporcionaros las claves para convertir las partidas de ‘Uno’ de vuestros hijos en un intercambio educado entre hermanos, hay que enfatizar la importancia de encontrar las palabras precisas.
“Una palabra mal dicha hiere el alma”, ya lo decía Platón. Las palabras actúan sobre los niños, ya sea estimulándolos o inhibiendo sus fuerzas. Emplear las palabras adecuadas es una clave esencial en materia de educación.
En el caso de un mal perdedor, el objetivo será acostumbrar al niño a jugar apaciblemente con los demás y aceptar las reglas, que son la base de toda vida en sociedad, e invitarlo a aceptar que no puede controlarlo todo, especialmente en caso de juegos de azar.
¿Qué decir?
Bernadette Lemoine y Diane de Bodman invitan primero a unirse al niño en su enojo o desilusión, comenzando con un “Te entiendo, es duro perder” o “Comprendo que estés decepcionado…”.
Luego, las autoras sugieren que se le recuerde al niño que está ahí para jugar: “Jugamos para divertirnos, relajarnos, pasar un buen rato juntos, ¡no para ganar!”.
Es importante recordarle que vosotros, sus padres, todavía le queréis pase lo que pase: “Eres igual de digno de ser amado si pierdes” o “Ganes o pierdas, te sigo queriendo”.
Por último, estos momentos son una oportunidad para hacerle comprender que los fracasos pueden ayudarle a progresar: “Aunque hayas perdido, has aprendido algo”. Eso es lo motivó a Nelson Mandela a decir: “Yo nunca pierdo. O gano o aprendo”.