La crisis de Daniel OrtegaTras once años de haber regresado al poder en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega Saavedra y su actual esposa, Rosario Murillo, enfrentan la peor crisis de confianza del pueblo nicaragüense. Muchos analistas han lanzado la hipótesis que éste es el principio del fin del gobierno sandinista.
La reforma a la ley de seguridad social fue el disparador de las protestas nacionales, encabezadas por los jóvenes, que ya se han saldado con 41 muertos y 60 desaparecidos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos. De nada sirvió que Ortega echara marcha atrás a la reforma. La repulsa ha elevado su tono.
Las protestas estudiantiles, que iniciaron con una marcha pacífica el miércoles 18 de abril, y fueron reprimidas por fuerzas de choque y por la Policía Nacional, eran por las reformas al seguro social, que contemplaban el aumento en las cotizaciones de los asegurados, de la patronal y la deducción de 5 por ciento en las pensiones de los jubilados.
Un pueblo en movilización
Pero los sandinistas entendieron otra cosa, y ya el jueves 19 de abril la represión policiaca había provocado los dos primeros muertos. Fue entonces cuando los nicaragüenses de todos los credos y niveles socioeconómicos salieron a las calles.
El pueblo está embalado y la Iglesia católica, de la mano del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez y del cardenal Leopoldo Brenes, ha sido enfática: va a mediar pero no va a ser comparsa del Gobierno. Tiene que haber garantías para que el diálogo exista. Y hasta el momento, no están esas garantías sobre la mesa por parte del sandinismo.
El obispo Báez fue muy claro: “Que los criminales que han asesinado y torturado a nuestros jóvenes no piensen que el diálogo nacional será un manto de impunidad. Ante todo verdad y justicia”. Declaración que retumbó en el Palacio de Gobierno, que ha llamado a la Iglesia a mediar el diálogo entre el Consejo Supremo de Empresas Privadas (COSEP).
Una marcha y una consigna popular
Mientras el diálogo sucede, convocados por el obispo Báez, cientos de miles de nicaragüenses, llegados a Managua de todos los puntos cardinales del país, protagonizaron ayer sábado 28 de abril una gran manifestación de repudio al presidente Ortega y a su esposa.
Si bien la marcha convocada por la Iglesia católica tenía como objetivo “mostrar la fe en Dios y el amor a Nicaragua”, cientos de miles de nicaragüenses tomaron las calles de Managua y de varias otras ciudades del país para exigir paz y el fin del régimen de Ortega y Murillo.
“¡Queremos la paz, queremos la paz!”, gritaban los manifestantes, de camino a la Catedral Metropolitana de Managua, donde el cardenal Brenes y el obispo Báez concelebraron una Misa.
Sin justicia no hay diálogo
En la homilía, el cardenal Brenes se refirió al diálogo convocado por el presidente Ortega y dijo que si no hay garantías, ellos anunciarán que el proceso no se podrá dar. “El diálogo va a pasar por respeto a la justicia, la verdad, la libertad y el perdón”, dijo Brenes.
Mientras el cardenal Brenes y luego el obispo Báez hablaban, miles de voces gritaban fuera de la Catedral “¡que se vayan, que se vayan!”, pidiendo la renuncia del presidente Ortega y de su esposa, quienes en las últimas reformas a la Constitución nicaragüense, prácticamente amarraron el poder a perpetuidad para su familia.
Sin embargo, esta escalada de protestas –que le ha quitado el monopolio de las movilizaciones masivas al régimen sandinista—podría hacer que ese “sueño” de los Ortega-Murillo no se lleve a cabo.