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¿Por qué necesitamos hacer amigos cuando estamos lejos de casa? 

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Ana Sofía Ibarra Castro - publicado el 20/03/18
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Una de las dificultades que atraviesa quien vive fuera de su país de origen es enfrentar el sentimiento profundo de soledad y desarraigo, sobre todo cuando la familia y los seres queridos se han quedado lejos.A pesar de que las nuevas tecnologías y las redes sociales nos permitan comunicarnos en tiempo real y nos den la ilusión de reducir la distancia, la presencia y el cariño de nuestros seres queridos no puede suplirse con nada.

Es por esto que las nuevas amistades que desarrollamos en el nuevo país, se vuelven fundamentales para ayudarnos a enfrentar el sentimiento de desarraigo y la difícil experiencia de adaptarnos a una nueva cultura.

Cuando iniciamos la Odisea de vivir en un nuevo país solemos sentirnos desarraigados y confundidos.

Estar lejos de nuestra tierra y de los puntos de referencia que nos han ayudado a orientarnos en la vida suele producirnos también una gran nostalgia, que se vuelve una compañera de viaje a veces permanente.

Si no logramos manejar estos sentimientos y emociones nos apabullan y paralizan, quitándonos la energía necesaria para lograr adaptarnos a un nuevo estilo de vida y para conseguir los objetivos que nos hemos trazado con el proyecto de migrar.


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Las relaciones de amistad que poco a poco desarrollamos en el nuevo lugar que nos acoge, se vuelven fundamentales para manejar estos sentimientos y emociones y para enfrentar los momentos difíciles de una migración: los amigos, aquellos verdaderos, nos escuchan con respeto, permitiéndonos desahogarnos, contar nuestra experiencia y haciéndonos sentir que no estamos completamente solos.

En algunas ocasiones puede suceder que no queramos contar a nuestra familia una situación desagradable como puede ser una experiencia de discriminación, porque se preocuparían mucho o porque sería difícil de comprender dadas las diferencias culturales con nuestro país.

Podría ocurrirnos también que nos de vergüenza contar que la realidad es mucho mas difícil de lo que nos esperábamos y que conseguir los objetivos que nos habíamos propuesto llevará mucho mas tiempo del que habíamos previsto.

En estos casos una buena amiga o amigo puede comprender lo que estamos pasando, sobre todo si tenemos en común el hecho ser extranjeros. Quizás con su apoyo, en otro momento, logremos hablar también con nuestra familia.

Por otra parte, las relaciones de amistad no sólo nos brindan apoyo emocional, sino que también nos permiten intercambiar experiencias, ideas y consejos sobre cómo afrontar determinadas situaciones. Cuando se tiene el vínculo común de ser extranjero, se comparte el proceso de adaptarse a una nueva cultura y de aprender a vivir de una manera diferente. Una amiga que lleva mayor tiempo viviendo en el nuevo país, por ejemplo, puede orientarnos sobre dónde acudir si nos enfermamos y ayudarnos a entender cómo funcionan los servicios de salud.

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William Perugini – Shutterstock

Asimismo, compartiendo nuestras experiencias y sentimientos entre amigos, podemos saborear mejor los momentos dulces y pasar aquellos amargos.

Cuando alcanzamos una meta que nos habíamos planteado, podemos compartir el logro haciendo algo especial con nuestros amigos. A veces el ritmo de vida o el tipo de trabajo que hacemos cuando vivimos lejos, nos deja poco espacio para disfrutar de las pequeñas cosas en compañía.

Además, los momentos importantes o las celebraciones significativas que no logramos vivir con nuestra familia, podemos compartirlas con nuestros amigos.

De igual manera, durante los momentos amargos, como un problema de salud o la pérdida de un trabajo, necesitamos sentirnos acompañados y sostenidos, no sólo por nuestra familia, que está presente en el corazón pero físicamente lejos, sino también con los amigos que pueden brindarnos su apoyo concreto.

Para lograr desarrollar nuevas amistades en el país que nos acoge necesitamos primero buscar ocasiones para conocer gente nueva. Los sitios web y las redes sociales nos permiten encontrar con facilidad puntos de encuentro entre compatriotas, asociaciones interculturales, actividades deportivas, culturales y recreativas, etc.

Una vez que logramos encontrar gente nueva, aprovechemos la oportunidad de ir desarrollando amistades poco a poco. Eso sí, necesitamos darnos un tiempo para poder hacerlo, dado que cuando estamos lejos a veces terminamos viviendo exclusivamente para trabajar.

Por otro lado, un riesgo que es importante tener en cuenta es el de limitarse esclusivamente a relaciones de amistad entre paisanos o con personas de nuestra misma zona de origen, porque nos quita la posiblidad de conocer a la gente del nuevo lugar y de entablar amistades: es mucho más fácil encerrarnos en un pequeño mundo, entre compatriotas, y caer en estereotipos y prejuicios, que aventurarnos a ir más allá de nuestros puntos de referencia y conocer personas distintas.

Para concluir, es fundamental desarrollar amistades verdaderas a través de una relación de reciprocidad y respeto: así como nos gusta y necesitamos ser escuchados, se requiere a su vez escuchar al otro; así como necesitamos el apoyo de los demás, se requiere brindarlo.

Cuando estamos lejos, las amistades y las relaciones de solidaridad se vuelven como una red que nos proteje y nos ayuda a atravesar la aventura de volver a echar raíces, permitiéndonos sentir que también formamos parte de la nueva tierra que nos hospeda.

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