Cuando las peleas entre hermanos cruzar la línea roja de la agresión física y psicológicaLos conflictos entre hermanos son frecuentes en muchos hogares, donde las peleas, las amenazas e, incluso, las agresiones físicas se repiten constantemente.
¿Es esta una situación atípica? En absoluto. Los conflictos entre hermanos se pueden considerar algo natural, casi inherente a la condición fraternal.
Los datos también lo confirman. Un reciente estudio del sociólogo estadounidense David Finkelhor apunta que el 35% de los niños y adolescentes ha sido agredido por alguno de sus hermanos durante el último año, y en el 40% de los casos, de forma repetida. Según esta investigación, los ataques entre hermanos son más habituales entre los 6 y 12 años de edad y tiende a desaparecer a medida que se adentran en la adolescencia.
Se suele decir que “se pelean porque se quieren”. Pero, no confundamos, el abuso físico y psicológico que se da entre hermanos no tiene nada de “normal”.
De hecho, estas agresiones pueden llegar a compararse con el bullying pues la salud mental entre niños y adolescentes se ve igual de afectada que la de las víctimas del acoso escolar.
Esto mismo señalan los resultados de un estudio realizado por la Universidad de Nuevo Hampshire: el 32% de los niños evaluados reportaron haber sufrido, en el último año, agresiones de parte de un hermano. También fueron quienes experimentaron mayores secuelas emocionales, con altos niveles de ansiedad, trauma y depresión. El dato más impactante fue que la salud mental de quienes fueron agredidos por sus hermanos resultó igual de grave que la de aquellos que sufrieron acoso escolar.
“Nuestro estudio demuestra que la agresión entre hermanos no es benigna en niños y adolescentes, independientemente de qué tan severa o frecuente sea”, dijo Corinna Jenkins Tucker, autora principal de la investigación.
Para la investigación se analizaron los datos de la Encuesta Nacional sobre la Exposición de los Niños a la Violencia, cuya muestra era de 3 mil 599 niños, de entre un mes y 17 años de edad.
En el estudio publicado este verano en la revista científica Pediatrics, los expertos tomaron como referencia las agresiones físicas, con y sin armas, la agresión a la propiedad, como robar o romper las pertenencias de un hermano a propósito, y el abuso emocional, que se puede manifestar cuando se intimida o se hace sentir mal a un hermano.
Sucesivamente compararon estas mismas conductas con las perpetradas por compañeros de clase.
Por otra parte, es importante indicar que la agresión física y psíquica entre hermanos puede generar una tendencia al bulismo
Los pleitos entre hermanos tienden a ser vistos como algo normal o inofensivo. Algunos padres incluso creen que beneficia a los hijos, pues consideran que los entrena para lidiar con el conflicto y la agresión en otras relaciones.
El problema es que los efectos del bulismo entre hermanos continúan en la vida adulta y “pueden deteriorar su sentido de identidad y su autoestima”, dijo a The New York Times John V. Caffaro, psicólogo clínico y autor de “Sibling abuse trauma”.
Se recoge lo que se siembra. Un ambiente de comprensión y apoyo entre hermanos es la mejor garantía para contar con futuras familias con más armonía y una sociedad mas civil donde predomina una convivencia siempre más humana. Todo lo aprendemos desde los primeros anos en el contexto familiar.
¿Qué hacer?
Ante una pelea o un conflicto entre los hermanos, algunos padres dudan sobre si es mejor intervenir y mediar entre ellos o dejar que resuelvan su problema por sí mismos.
Algunos especialistas recomiendan que los progenitores no se impliquen y den a los niños la oportunidad de que aprendan a manejar sus altercados y desarrollen así habilidades que les serán de utilidad en el futuro.
Otros, sin embargo, aseguran que los padres tienen un papel muy importante como mediadores de los conflictos entre sus hijos.
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Para la psicóloga estadounidense Laurie Kramer, responsable de un programa de intervención en la Universidad de Illinois denominado “Más diversión con los hermanos“, ambas actitudes pueden ser efectivas. Pero hay que considerar algunos factores antes de adoptar una de ellas.
En primer lugar, hay que tener en cuenta el desarrollo del menor. “La habilidad para manejar los conflictos se incrementa con la edad y, por tanto, la intervención de los progenitores en las peleas de los hijos será menos necesaria a medida que los hermanos crezcan”, indica Kramer.
En segundo lugar, hay que conocer qué tipo de intervención es favorable, o no, en las distintas situaciones. Si hay un problema generado por celos y los padres intervienen a favor de uno de los hermanos, el conflicto puede volverse aún mayor.