Una orientadora familiar alerta de los peligros de la mujer que ya no puede más y nos ofrece algunas sugerencias para prevenir una situación tan peligrosa para la vida de la pareja y la familia.A un centro de orientación familiar acuden diariamente parejas con problemas. Algunas llevan varios años juntos. Otras acaban de empezar. Otras llevan muchas décadas, se diría que toda una vida. Pero algo ha sucedido y ahora están sentados frente a un experto: exponen su situación en busca de remedio.
Maria Pilar Salvador Pròsper, psicopedagoga y orientadora del centro Athlos, de Valencia (España), explica que cada vez resulta más frecuente la llegada a la consulta de un hombre solo.
Ella, por lo que él explica y por lo que deducen los orientadores posteriormente, está agotada en cuanto a la relación, no cree que eso tenga remedio y ni siquiera considera que sea provechosa la consulta a un profesional.
¿Qué ha ocurrido? “Cuando la mujer llega a un estado de fatiga extrema, de nervios a flor de piel y de desesperanza, estamos ante una situación muy grave, porque aunque en la teoría todo se puede reconducir y mejorar, la experiencia nos dice que una mujer en esa tesitura ya no quiere seguir adelante con la relación“, explica la orientadora.
Por eso los expertos aconsejan evitar que se llegue a ese extremo, a ese punto de “no retorno”. Creen que tanto la mujer como el hombre deben detectar los síntomas que preceden a la explosión final.
Más implicada, más quemada
Pero, ¿por qué esa situación de “ya no puedo más y se acabó” se da en la mujer y no tanto en el hombre?
María Pilar Salvador dice “por lo general, en la familia la mujer se implica más ella que él. Ella lleva el peso de la relación y va a tener que estar pendiente de muchos frentes: los hijos, los mayores, el marido, el trabajo, la salud… “.
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“Las mujeres tendemos a entregarnos más y acogemos más”, explica la psicopedagoga, “y eso nos hace más sensibles al desgaste”.
“Puede ocurrir que la mujer pierda la ilusión y ya no tenga esperanza de que las cosas pueden cambiar. Es muy frecuente que de novios una piense que él tiene unos defectillos, pero ya cambiará con el tiempo. Lo que suele pasar es que con el tiempo se constata que esos defectos perduran y se consolidan. Llega entonces un desencanto y a partir de ahí, si hay otros factores negativos, todo se hunde”, afirma.
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11 remedios para evitar un final
¿Hay remedio? ¿Hay un posible freno a ese desenlace que ya no tiene remedio? “Sí, por supuesto”, confirma Salvador, quien propone algunas ideas:
- La mujer debe darse cuenta desde el primer momento de que no puede hacer las cosas sola. Que necesita ayuda.
- Ha de transmitir sus preocupaciones cuando están comenzando, no cuando ya no tienen solución.
- Ha de aprender a comunicar sentimientos, lo que le ha gustado y lo que le decepciona de él, de la familia, de la relación…
- Hay que evitar el gran error: pensar que todo lo podemos solas.
- La mujer no es superwoman. No podemos pretender llegar a todo.
- No pasa nada por que algunas tareas de la casa y de la familia las haga otra persona: una empleada por horas para encargarse de la limpieza, de la plancha y lavado, de la comida… Eso no significa que la mujer sea menos mamá y menos familiar que la que lo hace.
- La mujer ha de compartir las preocupaciones a menudo: el trabajo, las dificultades económicas, el agotamiento físico… No hay que acumular.
- Se necesita ser humilde. Esa es la clave: ser humilde para reconocer que solas no podemos.
- Ser conscientes de que una persona de fuera ve más y mejor las cosas. Por eso hay que acudir a un profesional en cuanto salta la alarma y no cuando ya nos hemos quemado. María Pilar Salvador lo expresa de forma gráfica: “Lo que suele ocurrir ahora es que recogemos a gente agonizando”.
- Es importante adoptar decisiones prácticas: por ejemplo, dejar que las cosas las haga él o los hijos aunque las hagan mal o no tan bien como nosotras.
- Delegar en los hijos y entenderlo como parte de su educación y no como una merma personal.
Si te sientes cansada, si ves que una y otra vez te quejas de algo que te parece que ha quedado atascado en la relación o en la familia, “ve y que te echen un cable”, dice la orientadora. “Siempre es mejor detectar el problema y cogerlo a tiempo”.