Una carta desde los pasillos de la vida: la próxima vez podrías ser tú o tu hijo, o tu hija…
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“Soy estudiante de primer año en el bachillerato Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida. En los días posteriores al ataque que acabó con la vida de diecisiete personas aquí, no he dejado de revivir mis recuerdos de esos momentos terroríficos”.
Así comienza una carta abierta que ha hecho llegar Christine Yared, de apenas 15 años y estudiante del colegio de Parkland en el que Nikolas Cruz, de 19 años, mató a 17 personas el pasado 14 de febrero, con un rifle de asalto AR-15.
La misiva de Christine ha dado la vuelta a todo Estados Unidos. En ella narra cómo fue, desde dentro, el incidente y cómo ella lo vivió junto con sus compañeros que acababan de concluir la clase de Finanzas y estaban en camino a salir del colegio.
El mundo se enteró primero
“Corrí hacia al armario de mi maestra y me apiñé al lado de unas repisas llenas de papeles y carpetas. El resto del armario estaba lleno de otros estudiantes. Pensamos que era un simulacro de tiroteo. No era así”.
Acto seguido muestra, al interior de esta tragedia, que existe ya una nueva forma de solidaridad a través de los celulares: “Mi teléfono se desbordó por la cantidad de mensajes de amigos y familia, de otros estados y de otros países: me preguntaban si estaba bien. El mundo se enteró de lo que estaba pasando antes de que nosotros lo supiéramos”.
Tras enterarse de que su hermana –estudiante del mismo colegio—y sus amigos estaban bien, Christine compartió con sus compañeros en el armario la situación de Nikolas Cruz en las instalaciones del plantel donde éste había estudiado y había sido expulsado meses antes.
Del Líbano a la violencia
Luego de explicar la llegada de los cuerpos especiales de policía y la evacuación de las instalaciones del Marjory Stoneman Douglas High School, ya en casa, dice Christine, “ aún no caía en cuenta de que había sido real (…) Vimos a celebridades y a políticos hablar sobre nuestra escuela. Pero no parecía ser nuestra escuela: era más como una película, un sueño, una pesadilla”.
Los padres de Christine habían salido de un Líbano “destrozado por la guerra para que sus hijos nunca tuvieran que vivir la violencia y la pérdida que ellos sufrieron”, narra la pequeña en su carta, reproducida por los medios estadounidenses.
Su padre fue voluntario de primeros auxilios en la Cruz Roja de Líbano. Continuó sus estudios de ingeniería, trabajó para General Electric en Francia y lo transfirieron a Estados Unidos.
Parkland igual a “tiroteo”
En la típica historia de quienes llegan a la Unión Americana, la familia de Christine vivió en Utah; en Colorado (donde ella nació hace 15 años); en Minnesota y, finalmente, en Florida.
Los padres de la menor decidieron instalarse en Parkland por la excelente reputación de la escuela Marjory Stoneman Douglas y porque pensaban “que era un lugar seguro para vivir. Pero eso ya no es verdad. La promesa de estar a salvo y seguros no se nos cumplió”, escribe Christine en su carta.
Refiere que antes de ese fatídico día (Miércoles de Ceniza, en la tradición cristiana), “nadie sabía nada del pequeño suburbio que era Parkland. Ahora cada vez que busco ‘Marjory Stoneman Douglas’ en internet, la primera sugerencia es ‘tiroteo’”.
Y subraya en su carta: “Mis amigos, compañeros de clase y maestros están muertos. En los medios hablan de ellos como buenos chicos, inteligentes y amables, pero eran mucho más que eso”. Habla de su amiga Gina, una de las víctimas de Cruz, con quien esa mañana, en la clase de Arte, había platicado, reído… “Nunca lo volveremos a hacer. ¿Cómo puede alguien ser tan despreciable? Cuando lo pienso, solo puedo llorar”.
Que su muerte no sea en vano
El mensaje central de la carta reúne la voz de millones de personas inocentes en Estados Unidos que están bajo la constante amenaza de las armas de asalto que se pueden adquirir con facilidad en cualquier armería o en cualquier superficie grande de ventas al mayoreo.
“No podemos permitir que la muerte de personas inocentes sea en vano. Tenemos que trabajar juntos más allá del partidismo para estar seguros de que esto nunca volverá a pasar. Necesitamos leyes más rigurosas de control de armas”, exige Christine.
Nikolas Cruz era una persona desequilibrada emocionalmente. Todos sabían –hasta el FBI—que podía atentar contra su antigua escuela. En sus perfiles de redes sociales alardeaba de posesión de armas. Por eso, Christine alerta sobre la obligación de revisar bien los antecedentes de los compradores, pues, entonces, “las personas que no deben poseer armas no las tendrían”.
Y le pide a los estadounidenses que piensen en el deber de votar “por la gente que esté a favor de leyes más estrictas y botar a los que no tomen cartas en el asunto. Tenemos que exponer la verdad sobre la violencia que provocan las armas y la corrupción alrededor de ellas. Por favor”.
Concluye su carta con este consejo: “Si tienes sentimientos o si te preocupa alguien o algo, debes ser un defensor del cambio. No dejes que más chicos sufran como nosotros. No dejes que continúe este ciclo. Tal vez te parezca que no te atañe, pero la próxima vez podría ser tu familia, tus amigos, tus vecinos. La próxima vez, podrías ser tú”.