Informe de la Secretaria General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM)
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Los terremotos que sacudieron buena parte del centro, el sur y el sureste de México en septiembre de 2017, dejaron una amplia secuela de dolor, cerca de 600 muertos, miles de damnificados y daños materiales todavía no restañados. Además, 1,850 templos católicos dañados, total o parcialmente.
Esto último se desprende del reciente informe de la Secretaria General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a través del Observatorio Nacional, quien, desde el mismo mes de septiembre del año pasado, emprendió la investigación para documentar el daño a los templos católicos a consecuencia de los temblores de septiembre de 2017.
Cuatro meses llevó la investigación sobre los daños al patrimonio histórico, artístico y religioso de México. El Observatorio de la CEM emitió, finalmente, el Informe de Templos Católicos dañados en Septiembre de 2017, con la intención de
brindar información y suscitar la reflexión en torno a la importancia de los templos en la vida de los mexicanos y las repercusiones que conlleva su daño o destrucción.
Radiografía de derrumbes
Hasta enero de 2018, se lograron contabilizar 1850 templos católicos dañados, entendiendo por ello, los siguientes ocho tipos de inmuebles: catedral, basílica, parroquia y/o iglesia, santuario, capilla, convento, ex convento, espacios de formación como seminario, oficinas parroquiales, casas parroquiales.
La segmentación deriva de las necesidades y del uso que la comunidad de fieles y pastores llevan a cabo en dichos espacios físicos.
Estos templos dañados afectaron a 26 de las 95 diócesis, lo que representa un daño a 27 de las circunscripciones eclesiásticas en las que se divide el territorio mexicano.
Los daños se cuentan en las arquidiócesis de Puebla, Antequera Oaxaca, México, Tuxtla Gutiérrez, Xalapa; las diócesis de Cuernavaca, Huajuapan de León, Tlaxcala, Tabasco, Tenancingo, Tehuantepec, Chilpancingo-Chilapa, Tehuacán, Toluca, Valle de Chalco, Tlapa, San Cristóbal de las Casas, Texcoco, Ecatepec, Orizaba, Tapachula, Córdova, Tabasco, Veracruz, Nezahualcóyotl y Prelatura de Mixes.
En consecuencia, hubo daños en siete de las 18 provincias eclesiásticas que hay en México, es decir, daños en 38 por ciento de ellas. Estas provincias son: Tlalnepantla, Puebla, Acapulco, Antequera Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez, Ciudad de México, Yucatán y Xalapa.
Con los datos obtenidos se contabilizó daño a 17 catedrales; cuatro basílicas; 44 santuarios; 76 conventos y ex conventos; 226 capillas; 31 oficinas y/o casas parroquiales; once espacios de formación como seminarios; 1,411 parroquias y 30 inmuebles en proceso de identificación.
Con ayuda del catálogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que por intervención de la Secretaria de Cultura, nos fue compartido en octubre de 2017, se identificaron 1603 inmuebles históricos de carácter religioso, dañados en once estados del país, estos son: Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala y Veracruz.
Daños colaterales significativos
Además, fue posible identificar o conocer las repercusiones de los daños a los templos y zonas donde ocurrieron estos desastres, comúnmente conocidos como daños colaterales. Según el Informe hubo:
–Daños a la herencia histórica del país, como por ejemplo las Rutas de Evangelización, signo visible del periodo de evangelización en México por las primeras órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos, principalmente).
–Daños en la Pastoral de Turismo. Con los templos destruidos o dañados, peligran la promoción, la historia, la cultura, las tradiciones y las prácticas religiosas de muchos sitios de gran afluencia turística, y por ende, modos de subsistencia de muchas poblaciones.
–Falta de servicios sacramentales. Los templos son lugares de donde salen los visitadores a enfermos, los misioneros que van a los barrios, se realiza la vida pastoral de los pueblos. En ellos se reúnen las familias y por sobre todo se imparten los sacramentos. La impartición de estos últimos para las comunidades cristianas es de vital importancia.
–Repercusiones a los usos y costumbres de una comunidad. La comunidad (católica o no) identifica en su cosmovisión al templo como un espacio sagrado y de grande arraigo, sobre todo en las diócesis con feligresía perteneciente a los pueblos originarios.
–Pérdida de espacio común. En muchos sitios, el templo es el único lugar físico de encuentro disponible para lograr la armonía y la convivencia, el templo y sus anexos fungen como centro comunitario, dispensario médico, aulas de clase, área de recreación, entre otros.
Reconstruir desde la base
“En conclusión, dijo el secretario general de la CEM, el obispo Alfonso Miranda, este informe – catálogo representa un primer acercamiento a la realidad del estado de los templos católicos dañados”.
Además, se trata de una aportación “para establecer el diálogo con distintos órganos de gobierno, con empresas, universidades, y otros organismos sociales y eclesiales, nacionales e internacionales, todo en favor de la reconstrucción de estos inmuebles, de las casas, del tejido social; y la recuperación de los medios de vida de muchas poblaciones”, expresó, finalmente, el obispo Miranda.