La fundación Wallenberg anuncia un monumento y una película en honor del embajador brasileño Luiz Martins de Souza Dantas
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“Quien salva una vida, salva al universo entero”. Esta convicción llevó a Luiz Martins de Souza Dantas (1876-1954), embajador de Brasil en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, a arriesgar su carrera para salvar a perseguidos por el nazismo.
Pero lo que no podía imaginar este diplomático, que según algunos cálculos libró de la muerte a unas 800 personas, entre éstas 475 judíos, es que uno de su beneficiados, salvaría en 1975 a Nueva York de la bancarrota.
Estamos hablando de Felix Rohatyn, quien ha públicamente reconocido que, “si no fuera por Souza Dantas, en vez de estar aquí, mirando la Estatua de la Libertad, hubiera terminado hecho cenizas en Auschwitz”.
En este 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto por iniciativa de las Naciones Unidas, fuentes de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg (Raoulwallenberg.net) han anunciado a Aleteia.org la realización de un monumento a Luiz Martins de Souza Dantas, así como su participación en la producción del documental “Querido embajador”, dirigido por el director cinematográfico brasileño Luis Fernando Goulart.
La película, que pronto será presentada, ofrece entre otras contribuciones una entrevista con Rohatyn, quien cumplirá 90 años el próximo 29 de mayo.
Rohatyn, banquero de inversión, logró algo que pocos creían posible en 1975: lograr la mediación entre la ciudad de Nueva York, sumergida en una imponente deuda, y sus acreedores y sindicatos, evitando así una trágica bancarrota para miles de personas.
Más tarde Rohatyn fue nombrado embajador de Estados Unidos en Francia, cerrando así un curioso círculo virtuoso.
Discurso de Felix Rohatyn en un homenaje a Luiz Martins de Souza Dantas organizado en 2005 por la Fundación Wallenberg y los consulados de Portugal y de Brasil en Nueva York.
La persona que salvó su vida, Souza Dantas, era embajador de Brasil en Francia desde 1922. A partir de junio de 1940, fue testigo presencial de la masiva fuga de judíos y otros refugiados para huir del horror nazi.
Héroe olvidado
Las leyes vigentes en Brasil prohibían el ingreso de inmigrantes judíos a su territorio. Sin embargo, esto no fue impedimento para la creatividad del embajador Souza Dantas, quien se valió de una interpretación muy amplia de un permiso limitado para justificar y otorgar visados a centenares de judíos y otros refugiados, librándoles así de la persecución.
Entre las personas que salvó Souza Dantas se encuentra otro personaje que ha tenido una gran influencia en la historia del siglo XX de los Estados Unidos, el coleccionista y mercante de arte Leo Castelli (Trieste, Italia 1907-Nueva York 1999).
La voz de Souza Dantas trató de despertar al mundo de la pesadilla nazi. En 1942, envió una carta al ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Oswaldo Aranha, en la que describe los campos instalados por los Nazis como el Infierno de Dante.
Su obra de salvación de perseguidos le acarreó un proceso administrativo en su contra, abierto personalmente por el mismo Getúlio Vargas, presidente de Brasil, en octubre de 1941. Souza Dantas se libró de la condena porque el proceso no había terminado, cuando la Alemania nazi y Brasil rompieron relaciones diplomáticas. Getúlio decidió entonces olvidar el caso.
Después de esta dura experiencia, ya terminada la guerra, Luiz Martins de Souza Dantas regresó a París, donde murió en el olvido el 14 de abril de 1954.