Homilía hoy en Casa Santa Marta
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La transmisión de la fe es el tema central de la homilía del Papa Francisco esta mañana en Casa Santa Marta. Francisco comenta la segunda Carta de san Pablo a Timoteo de la liturgia de hoy, en la que se dirige a su discípulo de quien recuerda “la fe firme”. El Papa subraya tres palabras que indican cómo hay que transmitir la fe. Soy “hijo”, como Pablo llama a Timoteo, “madre” y “abuelo”, y finalmente “testimonio”.
Pablo, dice el Papa, engendra a Timoteo con la “locura de la predicación, y esta es su paternidad”. Y en la lectura se habla también de lágrimas, porque Pablo no dulcifica su anuncio con medias verdades. Lo hace con valentía. Y esto hace de Pablo un padre para Timoteo. La predicación, dice el Papa, “no puede ser tibia”.
La predicación siempre – permítanme la palabra – “abofetea”, es una bofetada, una bofetada que te conmueve y te empuja adelante. Y Pablo mismo dice: “La locura de la predicación”. Es una locura, porque decir que Dios se hizo hombre y después fue crucificado y después resucitó… ¿Qué le dijeron a Pablo los habitantes de Atenas? “Otro día te escucharemos”. (…). Siempre en la predicación de la fe hay una ‘brizna de locura’. Y la tentación es el falso buen sentido, la mediocridad: “Va, no, es una broma, no es para tanto…”, la fe tibia.
La palabra sin testimonio no tiene fuerza
La segunda palabra e la lectura es testimonio. La fe – afirma Francisco – se transmite con el testimonio, que da fuerza a la palabra. “¡Miren cómo se aman!”, decía la gente a los primeros discípulos, reconociendo de esto que eran cristianos.
Hoy, en cualquier parroquia (…) uno va, oye, lo que dice este de aquel, del otro, del otro… En vez de decir cómo se aman, me vienen ganas de decir: “¡Cómo se despellejan! Cómo se despellejan… ¡la lengua es un cuchillo para despellejar al otro! ¿Y cómo se puede transmitir la fe con un aire tan viciado de murmuraciones, de calumnias? No. Testimonio. “Mira, este nunca habla mal del otro; este hace obras de caridad; este, cuando alguien está enfermo, va a visitarlo, ¿por qué lo hace?”. La curiosidad: ¿Por qué esta persona vive así? Y con el testimonio nace la pregunta del por qué, y allí se transmite la fe: por qué tiene fe, por qué sigue las huellas de Jesú.
Y el Papa subraya el mal que hace el contra-testimonio o el mal testimonio: quita la fe, debilita a la gente.
La Iglesia es femenina, la Iglesia engendra como una madre
Madre, abuela: la maternidad es la tercera palabra. “La fe se tramite en un seno materno, el seno de la Iglesia” – explica Francisco – “porque la Iglesia es madre, la Iglesia es femenina. La maternidad de la Iglesia se prolonga en la maternidad de la mamá, de la mujer”.
Y recuerda haber conocido en Albania una monja que durante la dictadura estaba en la cárcel, pero de vez en cuando los guardias la dejaban salir un poco y ella iba al lado del río. Tanto, pensaban, qué podría hacer esta pobre. Y sin embargo, continua el Papa, ella era astuta y las mujeres, sabiendo cuando salía, le llevaban a sus hijos y ella los bautizaba a escondidas con agua del río. Un bello ejemplo, concluye.
Y yo me pregunto: las madres, las abuelas, ¿son como estas dos de las que habla Pablo: “También tu abuela Loide y tu madre Eunice” que transmitieron la fe, la fe sincera? Un poco… dice: “Ya aprenderá cuando vaya al catecismo”. Yo les digo, a mi me entristece cuando veo a los niños que no saben hacer el signo de la Cruz, y en lugar de hacerlo bien, saben que tienen que hacer algo y hacen un dibujo así… porque les falta la mamá y la abuela que les enseñe esto. Cuántas veces pienso en las cosas que se enseñan para prepararse al matrimonio, a la futura esposa, la que será mamá: ¿se le enseña a transmitir la fe?
“Pidamos al Señor, concluye el Papa, que nos enseñe como testigos, como predicadores, y también a las mujeres, como madres, a transmitir la fe”.