“Tenía una clase especial, un estilo personal, una forma de ser que impregnaba todo lo que hacía”
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El modista Hubert de Givenchy estaba en su taller de costura de París cuando la empleada de recepción le dijo que preguntaba por él la señorita Hepburn. Givenchy creyó que se trataba de la actriz Katherine Hepburn, que por aquel entonces ya estaba en la cresta de la ola.
Givenchy ha confesado que se sintió algo decepcionado cuando vio aparecer a “la pequeña Audrey”. Pero aquello iba a ser el punto de partida de una unión sin precedentes en el mundo del cine y la moda. Audrey Hepburn acababa de ganar el Oscar por “Vacaciones en Roma” y ya era algo famosa.
Encargó a Givenchy el vestuario de su siguiente filme, “Desayuno con diamantes” y fue tal el éxito y el buen entendimiento entre ambos que ya nunca buscaría otra firma para vestir. Audrey se convirtió en embajadora de la marca sin buscar compensación económica por ello, a diferencia de lo que suele establecerse hoy.
Nacida el 4 de mayo de 1929 en Bruselas, Audrey Hepburn es un icono de la belleza y la elegancia porque ella encarnó en el cine y fuera de las pantallas los valores de una mujer de un físico precioso y al mismo tiempo buena profesional como actriz cinematográfica, educada, discreta, empática, buena madre de familia (siempre dijo que su mayor orgullo en la vida había sido tener a sus hijos, Sean y Luca) y preocupada por los más débiles del planeta.
La Guerra Mundial en la Bélgica ocupada por los nazis
Quería ser bailarina y se preparó para ello, pero la mala alimentación durante la Segunda Guerra Mundial le obligó a orientar su carrera hacia la interpretación. De hecho, las vivencias de la contienda la marcaron para siempre, como ella misma reconoció a menudo. Sin ir más lejos, después de leer el “Diario de Ana Frank” manifestó que algunas páginas parecían relatar su propio testimonio.
Falleció el 20 de enero de 1993, a los 63 años de edad, víctima de un cáncer de colon y de ella dijo el director de cine Billy Wilder: “Tenía una clase especial, un estilo personal, una forma de ser que impregnaba todo lo que hacía”. Y es cierto.
Muchos habrán visto “Desayuno con diamantes”, una cinta basada en el libro homónimo de Truman Capote. Se habría quedado en una película de argumento casi surrealista de no ser por que Audrey dotó al personaje protagonista de una mezcla de candor y atracción que solo esta actriz era capaz de ofrecer.
Mujer aparentemente frágil y sin embargo valiente, dijo sí a Unicef y fue embajadora desde 1989 hasta que la salud se lo impidió. Por ese motivo viajó a varios países de África, Sudamérica y Asia dando a conocer los problemas de hambre y analfabetismo en los niños de aquellas latitudes.
Precisamente en su viaje a Somalia, en el cuerno de África, en septiembre de 1992, había manifestado: “Nunca me reprondré de lo que he visto aquí”. Lo dijo a pocos días de conocer el fatal diagnóstico de su salud.
Para recordar bellos momentos de Audrey, basta sentarse ante la pantalla y ver algunos de sus filmes más logrados:
- “Sabrina” (1954), un sueño romántico gracias a la interpretación de la hija de un chófer que conseguirá el amor de un multimillonario. Su partner era Humphrey Bogart, inolvidable.
- “My fair lady” (1964), en el que protagoniza a una florista del Covent Garden que nunca ha recibido buenos modales y a quien un experto en fonética convertirá en una señorita. El mito de Pigmalion en estado puro y una delicia para los amantes del cine musical.
- “Desayuno con diamantes” (1961), la historia de amor rocambolesca, cómica y dramática a la vez de Holly Golightly, aparentemente frívola pero sumamente desdichada. Hizo de Tiffany & Co., del vestido negro y del collar de perlas iconos en la memoria de la moda y en las aspiraciones de muchas mujeres. Sin olvidar a Gato, el menino.
4. “Vacaciones en Roma” (1953), en el que interpreta a una princesa junto a Gregory Peck en el papel de periodista. También de aquel filme se recuerdan hoy muchas escenas por su carácter inmortal: la escalinata de Piazza di Spagna, el paseo en Vespa por la Ciudad Eterna… Y, cómo no, la historia de amor.
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5.“Charada” (1963), con una Audrey interpretando a una viuda perseguida por los “acreedores” de su marido. Comedia de acción y dosis de encanto gracias a la actriz, que compartía cartel con Cary Grant y Walter Matthau entre otros. Una historia sorprendente de ladrones y amor.