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Y no te harán sentir mejor porque los vas a cumplir en una semana, sino porque en el proceso de empeñarte por sacarlos adelante podrás encontrar felicidad.
A veces soñamos con que vamos a ser perfectos, pero de una forma tan difícil y distinta a como es nuestra naturaleza humana, que es imposible que lleguemos a cumplir nuestras propias expectativas.
Santo Tomás de Aquino decía que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Si aspiras al 10 y esperas a que los astros se coloquen de tal forma que te sean propicios, es posible que nunca los cumplas.
Además, tanta perfección te paraliza: nunca encuentras el momento ni el lugar adecuado para cumplir el propósito perfecto. Es como cuando uno dice que se pondrá a dieta pero lo deja para cuando haga todas las comidas en casa (o sea, nunca posiblemente).
El primer propósito
Así que nuestro primer propósito del curso va a ser: hacer propósitos realistas. No somos superman ni superwoman, lo que pretendemos es dar un paso adelante y mejorar en algunos aspectos.
Fuera esos años en que la lista de propósitos era: ir al gimnasio, hacer dieta de adelgazamiento, dejar de fumar, no tomar alcohol... en plan radical.
No hay nadie que los haya cumplido y por eso son un tópico que da risa cuando alguien habla de ellos.
Es mejor poner medidas a los propósitos. Es decir, "customizarlos". Determinar en qué proporción me conviene plantearlos para que no los vea como algo imposible de asumir.
Vamos a por ellos y a continuación hay una lista.
El orden en que están escritos no es jerárquico. Tú eres quien deberá dar más importancia a unos que a otros.
Puedes ir a por todos a la vez o puedes empezar por tres de ellos e ir incorporando cada semana uno, si lo ves más asequible.
Recuerda que en la lucha por cumplir propósitos, batallar en uno hace más fácil batallar en los demás porque uno va adquiriendo hábitos y destreza, va aprendiendo de los errores y se va animando cuando ve que las cosas salen (aunque sea en victorias diminutas).
La lista de los once siguientes
2. Reflexionar sobre el día a día para que la vida no se me vaya de las manos sin saber por qué hago las cosas.
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3. Ponerme en contacto con esa persona con quien estoy enfadado y pedirle perdón.
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4. Conectar con más frecuencia con la naturaleza. Aquí puedes encontrar motivos para hacerlo en familia: La naturaleza debería ser el patio de juegos de los niños.
5. Dedicar más tiempo a determinada persona de la familia (la que se me ha ocurrido en tres segundos).
6. Hacer un voluntariado.
7. Blindar los días de fiesta. Aparcar el trabajo y dedicarlos a la familia.
8. No quejarme por cosas sin importancia.
9. Dedicar un tiempo semanal a la lectura.
10. No acostarme sin antes haber hecho las paces en casa.
11. Cuidar el orden material: dejar cada cosa en su sitio.
12. Dedicar un tiempo semanal a mis amigos.