Descubrió que estaba enferma durante el embarazo, pospuso los tratamientos por el bienestar de su hijo. El domingo, una multitud conmovida la acompañó en su último viaje
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Ilaria Mulas tenía mi edad, lo descubrí al leer el artículo online de La Nuova Sardegna que encontré en las redes sociales. Nació en 1987 y murió hace pocos días a causa de una enfermedad que descubrió cuando esperaba a su primer hijo. Otra cosa que tenemos ella y yo en común, además de la fecha de nacimiento, es que yo también estoy embarazada. Su historia me conmovió y me sacudió.
Primero el bebé
Recibió el infausto diagnóstico durante el embarazo y sin darse por vencida aceptó luchar con valentía contra ese mal, anteponiendo, sin embargo, la vida del bebé que llevaba en su vientre a los tratamientos.
Las mamás se sabe, irradian una fuerza inmensa cuando el bien de sus hijos está en juego. Cómo no pensar en la Virgen bajo la cruz, precisamente hoy, 21 de noviembre, fiesta de la Presentación de María.
También Ilaria quizá guardó todo en su corazón; los miedos, las preguntas y los tormentos. Quizá si alguna vez pensó en la Virgen, invocó su ayuda, su intercesión. No conocemos tan bien su historia, no podemos saberlo. Pero mientras leo, los ojos me llevan a la pequeña foto del artículo, el rostro luminoso, su sonrisa, y pienso que una fuerza similar puede venir sólo de lo Alto. Más aún, del Altísimo.
Firme “en la esperanza contra cualquier esperanza”
Ilaria no perdió nunca la confianza, la alegría, pensó en la valiosa vida de su hijo antes que en la suya, la cuidó, acunó, protegió. Permaneció firme “en la esperanza contra cualquier esperanza”, confiando con todo su corazón que podría ver crecer a su niño, acompañarlo día tras día con su amor. El deseo de cualquier mamá, que desde que el test da positivo, se imagina el rostro de su hijo.
La joven mujer sólo después del parto se sometió a los tratamientos, convencida de curarse – se lee en La Nuova Sardegna – y, en cambio, desgraciadamente no lo logró.
Para el último adiós más de mil quinientas personas
Tristeza, dolor, conmoción, pero también orgullo, admiración, por una mujer que protegió con su cuerpo enfermo el cuerpecito indefenso de su hijo.
Ilaria no hizo nada grandioso sino amar a su familia, su marido, su hijo, los puso antes que nada, antes que a sí misma. ¡Y no existe don más grande!
Enamorada de su familia
También en el artículo de La Nuova Sardegna se puede leer:
“Por su hijo, contaban mientras la velaban en Sassari los amigos aturdidos por la idea de haberla perdido, ella fue capaz de elecciones valientes”.
Y luego:
“Ilaria era una joven mujer sencilla, enamorada de la vida y del objetivo que tenía en la vida. Amaba sobre todo a su hijo y a su marido Francesco”.
Rezamos por este esposo, por el fruto de su amor, el Señor los consuele y los guíe. El ejemplo de esta esposa y madre sea luz para la vocación de todos nosotros, a menudo perdidos y confusos.
La historia de Ilaria nos recuerda que en la vida lo que cuenta es amar, es decir, dar la vida.