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El abuelo que escribe a sus nietos cartas con ternura

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Salvador Aragonés - publicado el 24/11/17
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Aquí una carta sobre el nacimiento de su primera nieta, LucíaConozco un abuelo que hablaba mucho de sus nietos y decía tener mucho contacto con ellos. ¡Pero si viven lejos!, le dije.

Y me contestó: “Yo he puesto remedio a la distancia, pues me cuesta viajar. Me propuse escribirles cartas, cartas con cariño y con ternura, porque es lo que tengo para mis nietos”.

A mi amigo el abuelo le gusta escribir, y tiene facilidad para poner palabras y frases una tras otra, y darles un sentido. Pero ¿por qué cartas necesariamente?, le pregunté.

Y me respondió: “Mira, si viera a mis nietos muy de vez en cuando, yo no sería realmente un abuelo para ellos, pues me verían como un familiar más. Y esto lo rechacé. Así que empecé a rezar por ellos y a escribir cartas. Estas me dan una cercanía con ellos, porque no las leen una vez, sino más veces, y algunas las guardan para toda su vida… Y yo también las leo y las releo”.

Me enseñó una carta dirigida a su nieta Lucía. Era su primera nieta. Le ha escrito más cartas, pero esta es la última en que narra su nacimiento. Dice así:

Mi queridísima Lucía, 

Recuerdo mi primera carta dirigida a ti. La escribí el día que naciste. ¡Eras tan bonita! Te la escribí pero no la eché, porque no la podías leer. Y ahora te escribo unos párrafos como de recuerdo. 

Yo estaba en el aeropuerto de París, pues venía de Montreal (Canadá). Allí recibí el mensaje que habías nacido, que habías visto la luz por vez primera. ¡Eras mi primera nieta! ¡Cómo te esperábamos!

Hacía tiempo que rezaba a mi primera nieta. Se lo pedía Jesús, a la Virgen María… y a tu futuro Ángel Custodio para que te acogiera y protegiera. 

Cuando te vi por vez primera… ¡qué mona eras! Te encajaban perfectamente unas ropitas que compré en París. Yo sabía que los niños venían de París, ¡pero no sabía que de allí venían también los nietos! Todos los días se aprende algo, sobre todo si viajas… ja,ja,ja.

Tus papás prepararon con mucha ilusión tu bautizo. Fue un bautizo sencillo pero vibrante en los corazones de todos los que te acompañábamos. ¡Qué hermoso es recibir el Bautismo poco después de nacer! ¡Se te había borrado el pecado original! Y estabas llena de gracia de Dios, tú… tan pequeñita ¡Como un angelito!

¿Sabes? Como soy un poco tímido (es verdad), te di un beso a escondidas y te miré un ratito y dije: “¡Gracias Virgen Santa por esta preciosidad de criatura! ¡Que sea muy feliz en tu regazo!”.

Y luego te escribí más veces, pues aunque viejo, Lucía, tengo mi corazoncito, que baila de contento cuando pienso en mis nietos. 

Adiós, Lucía. Quiere mucho a tus papás y hermanos ¡Que seas muy feliz en el regazo de tu Virgencita! Pero ya sabes lo que dice el refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando”, es decir sin dormirse en los laureles.

Recibe un beso y un abrazo muy grandes de tu abuelo, XX”.

No pude más y abracé a mi amigo. Mientras leía la carta le temblaba el pulso y el papel titilaba en sus manos.

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