La organización social de la Iglesia adelanta gestiones con organismos internacionales y espera consolidar un trabajo con embajadas, a través de los engranajes diplomáticos de la Santa Sede, para salvar más vidas humanas en la nación sudamericanaEn todas las negociaciones de actores políticos y los llamados a “diálogo” figura la petición de un canal humanitario, cuyo término es rechazado de entrada por el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero además se pide que sea canalizado a través de Cáritas -la organización social de la Iglesia Católica- como ocurrió ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), tras una solicitud expresa a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde Cáritas se indica que ni oposición ni gobierno son voceros autorizados del organismo. Y se advierte además que la implementación real de un canal humanitario o un corredor, como también se ha denominado, “implica una alta serie de riesgos” en cuanto a la especificación y manejo de alimentos y medicinas.
En conversación exclusiva con Aleteia, la directora de Cáritas Venezuela, Janeth Márquez, aclara que “son temas complicados por razones de permisos, controles e higiene”. Y explica que en el caso de una enfermedad específica, por ejemplo, hay que estudiar en detalle qué tipo de medicamento se requiere y de qué país proviene.
No se trata simplemente de darle entrada la nación, sino de asegurarse que no representará un problema en vez de una solución, como se pretende. “Es un proceso que hemos ido aprendiendo”, admite, no sin antes recordar que en Cáritas “no somos expertos en cada problema de salud, pero seguimos estudiando y creciendo, para poder brindar un mejor servicio”.
Consultada respecto a su reacción por los ataques que contra la credibilidad del organismo hizo Nicolás Maduro a un periodista de España, la funcionaria responde: “Hacemos los monitoreos en Venezuela porque no los había y necesitamos los diagnósticos y cifras para aplicar programas y hacer correctivos. Nuestros informes son excepcionalmente creíbles, porque tienen un objetivo claro, que es salvar vidas”.
“Jamás vamos a exagerar una data, porque no somos políticos”
Las cifras de Cáritas son reconocidas en todo el planeta y son referencia obligada para organismos internacionales, no sólo por sus métodos precisos, sino por la credibilidad y transparencia que caracteriza a la institución de la Iglesia.
No obstante, Janeth Márquez insiste: “Por la sangre de Cáritas corre la verdad. Por ello, jamás vamos a exagerar una data. Nosotros no somos políticos sino sociales y nuestra intención fundamental y primaria es salvar vidas”.
Al gobierno -cuyo mandatario tanto cuestiona la incómoda verdad revelada por las estadísticas y acciones caritativas de la Iglesia- le reitera: “Son cifras honestas y 100% auditables, pues nuestro interés no es entorpecer, sino colaborar, como lo hacemos en todo el planeta”.
Y aunque los informes hicieron particularmente mediática a la versión criolla del organismo, lo cierto es que “preferirían no tener que hacerlos”, pues la inversión logística y en personal es “descomunal” y “obliga a detener programas” de formación y educación o que podrían destinarse propiamente al asistencialismo directo “que tanto se requiere actualmente en Venezuela”.
Pese a los duros cuestionamientos, lo cierto es que en al menos dos ocasiones este año han obtenido respuesta positiva del gobierno, debido a la eficacia excepcional de sus acciones, como reseña el portal venezolano: Reporte Católico Laico al que indicó que “ha habido encuentros positivos: una vez para el ingreso de medicinas específicas y otra para la entrada de tratamientos contra la malaria”.
Los medicamentos también se consiguieron gracias a una alianza muy específica, pues Cáritas logró un acuerdo con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), a pesar de que ideológicamente mantienen diferencias sustanciales en cuanto a doctrina social y la manera de abordar temas como el control de la natalidad.
¿La razón? Esto dijo Janeth Márquez a Aleteia: “La vida y su dignidad humana es tan importante que aunque no se negocian los principios, sí debemos hacer trabajo en colectivo para sumar. Y todos los países deben avanzar hacia alianzas que nos conduzcan a consolidar la noble tarea de salvar vidas”.
En este sentido, anunció que parte de las estrategias previstas para el año 2018 incluye el fortalecimiento de acuerdos y alianzas concretas con instituciones dependientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre los que citó al ACNUR, en materia de refugiados, con una movilización sin precedentes tras registrarse más de 2 millones y medio de emigrantes en la última década a raíz de la crisis humanitaria que sufre la nación sudamericana.
La agencia de Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, también formaría parte de los acuerdos, en temas de gestión de riesgo adaptados a la realidad local. Así como UNICEF por el lado de la infancia, sector donde se registran índices de desnutrición severa que superan el umbral de la emergencia.
En este marco, Cáritas Venezuela sostiene que lo que se requiere es cooperación internacional. Y lo impulsarán a través de la excepcional maquinaria geopolítica que mantiene la Santa Sede por medio de embajadas en casi doscientos países. “Las embajadas son un punto clave. Contamos con naciones amigas para sumar apoyos que nos permitan mejorar el impacto de nuestra (silenciosa) labor”.
“No hay plata, pero sí muchas necesidades”
Salvar a un niño en Venezuela cuesta una ingente cantidad de dólares: solamente para rescatarlo de la desnutrición en los “viveros” de la Iglesia Católica se invierten más de 50 dólares por infante en un período de dos meses.
Pero además, el organismo caritativo por excelencia destina ahora recursos técnicos, humanos, logísticos y económicos al indigente, quien también sufre de manera particular las consecuencias directas de la crisis.
El costo implica la movilización de un amplio voluntariado que “afortunadamente también crece cada día. La mayoría de los médicos, sociólogos y técnicos que laboran para Cáritas en Venezuela lo hacen gratuitamente. Y las señoras que cocinan también. Por lo cual, la ganancia es doble: se salva a quien come, pero también a quien cocina, porque ocurre un proceso de concienciación, solidaridad y generosidad colectiva”.
Actualmente, reconoce Janeth Márquez, “ya no hay plata, pero sí muchas necesidades”. No obstante, tiene la convicción de que “Dios proveerá”, de la misma manera que lo ha venido haciendo con el “despertar de bondades” que se despliegan como un gran ejército en el mundo para salvar la mayor cantidad de vidas.