Mejoremos nuestra comunicación y resolvamos conflictosLo más importante en una relación es que siempre haya amor que comunicar. Reconocer nuestros sentimientos, dudas, miedos o inquietudes y compartirlos con el ser amado sabiendo que todo nuestro interior está a salvo con el otro.
Se habla tanto de la comunicación en pareja como si fuera la panacea en la relación. Y es que sí y no. Me explico. Hay muchas parejas que acuden a terapia para que les ayuden o les enseñen a mejorar su comunicación, pero pasa el tiempo y al final acaban separadas o divorciándose.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Acaso la comunicación no todo lo resuelve? Por muchas técnicas que aprendamos, si no tenemos amor que comunicarnos difícilmente mejoraremos en nuestra relación. De aquí la importancia de mantener siempre encendida la llama del amor. ¡Aunque sea una chispa!
Sí, el amor es la base que sustenta toda relación y la comunicación es la vía idónea para alimentar y consolidar ese amor.
Para que esta comunicación de verdad dé sus frutos necesita darse en un ambiente donde ambos estemos abiertos al diálogo, requiere que seamos sinceros, humildes y nos sintamos seguros, sin miedo a ser criticados o enjuiciados. Es decir, confiar en que estamos a salvo uno con el otro.
Tener la certeza de que entre nosotros no corremos peligro alguno al expresarnos porque solo deseamos mejorar el uno para el otro. Abrir el alma y mostrarnos vulnerables -tal y como somos- con nuestra pareja es de las muestras de amor más grande que puede haber entre nosotros.
Todo un arte
Entonces, si la comunicación es de los principales ingredientes del amor, ¡¿por qué cuesta tanto?! Porque es un arte y hay que saber hacerlo. Porque se involucran muchas cosas, entre ellas el ego. Porque no tenemos claro para qué nos estamos comunicando. Es decir, escuchamos para defender el punto, actitud que siempre crea problemas.
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O bien, escuchamos para responder, actitud idónea que ayuda a llegar a acuerdos. Justo este es uno de los peores problemas en la comunicación, que no escuchamos para entender, para llegar a una conciliación o al justo medio, sino que escuchamos para contestar, para defendernos, muchas veces no sabemos ni de qué, pero ahí estamos con una actitud defensiva.
Recordemos que para que haya un problema se necesita de dos personas. Por mucho que sintamos que el otro tuvo el 99% de culpa, es importante que reconozcamos que, en algo, aunque se mínimo, contribuimos a la discusión.
Echar la culpa, inculpar al otro, señalarle… es una de las causas más comunes de conflicto que puede llegar a convertirse en fuertes discusiones y pleitos en la pareja porque, además de que a nadie nos gusta sentirnos apuntados, es una forma de ataque al otro.
Por lo tanto, una regla básica de comunicación, no solo en pareja, es nunca echar culpas, siempre hablar en primera persona y hacernos responsables de la parte que nos corresponde.
Es muy distinto decir, “tú me humillaste y me hiciste sentir de lo peor”, a decir “con tu actitud yo me sentí humillada y de lo peor porque me recordó cuando era niña y mi papá me ofendía”.
Para seguir creciendo en el amor por medio de nuestra comunión, también es importante saber expresar nuestros sentimientos con palabras y nunca con acciones o gritos.
Es decir, si reconocemos que tenemos un temperamento colérico, hay que enfriarnos antes de soltar palabra porque si no la ira -cólera-se puede ir apoderando de nosotros y terminar por controlar la situación y aquello que pudo haber sido un diálogo para llegar a acuerdos, se convertirá en una batalla campal.
Por lo tanto, cuando surge el conflicto es importante hacer varias respiraciones -inhalar, exhalar profundamente- y no dejarnos llevar por las vísceras o por nuestro cerebro reptiliano, sino por nuestra parte racional y, sobre todo, por el amor.
Como decía la Madre Teresa: “Cuando no sé qué hacer siempre le pregunto al amor. Ese nunca se equivoca”.
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