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“El cine religioso en sí no existe. Hacemos cine que habla al corazón”

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José Luis Panero - publicado el 19/10/17
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Entrevista al director de cine español Pablo Moreno (Red de Libertad, Un Dios prohibido, Luz de Soledad)El joven director y guionista salmantino de 34 años, Pablo Moreno, responsable de títulos como Un dios prohibido (2013), Poveda (2016) o Luz de Soledad (2016) estrena en salas de cine de toda España el próximo 20 de octubre Red de Libertad, drama sobre las vicisitudes con las que se enfrentó Sor Helena Studler, una monja, Hija de la Caridad, que salvó a más de 2.000 personas durante la convulsa Segunda Guerra Mundial.

Con motivo de la promoción del filme, basado en hechos reales, Aleteia ha podido charlar con su director. Se trata de un hombre cultivado, sabe escuchar y se explica con claridad meridiana.

– Muchas felicidades por este nuevo trabajo, ¿pero cómo empieza todo?

Muchas gracias. Mira, Red de Libertad arranca en febrero del 2016 cuando un grupo de la familia vicenciana se pone en contacto con nosotros porque quieren hacer una película de su carisma, porque este año se cumplen 400 de la fundación del carisma.

– ¿Era un reto?

Lo era, y era complejo porque ¿cómo haces una película del carisma? El carisma es el ADN de una congregación. Además tenía fecha de entrega, tenía que estar terminado el día 28 de septiembre de este año. A partir de ahí empezamos a trabajar, empezamos a ver opciones y decidimos llevar a la pantalla una vida representativa, que tenga todas las características de su carisma, la forma que tiene de ser, de ver el mundo, la cosmovisión. Entre todas las figuras que vimos encontramos a Sor Helena Studler que me parece que tiene una actualidad y una vida muy interesante. Y optamos por contar esa historia.

– ¿Existía la figura de otra Hija de la Caridad notable que pudiese haber ido a la gran pantalla?

Sí, había unas cuantas, en Madagascar también, pero claro, pensando en las posibilidades de producción teníamos que hacer algo que fuese con muy poquitos medios económicos y se valoraron varias historias. Hay una gran lista de gente que ha hecho cosas extraordinarias a lo largo de estos 400 años. No sólo desde los comienzos con San Vicente de Paúl, sino a lo largo de todos estos siglos en España y otros lugares del mundo.

– ¿Y cómo plantea el guión?

Hay publicados unos pequeños diarios que recogen un poco la experiencia y el testimonio de una sobrina de Helena. Entre ese material había algunas actas, como las del juicio, y muchos otros datos que imagino que esa chica ha ido recabando a lo largo de todos estos años para poder aglutinarlo todo dentro de un libro.

Con todo ello, y con otras notas, tuve un comité de asesoramiento por parte de las Hijas de la Caridad, que han puesto a nuestra disposición otros tantos archivos. Han estado buscando y preguntando, sobre todo han hecho varias llamadas a Francia para averiguar ciertas cosas que no encontrábamos.

Y para poder seguir la pista de varios personajes ha habido que hacer un poco de investigación en ese sentido. Pero nos hemos encontrado con la colaboración de Sor Ángeles Infante, que es una de las personas que tienen un control absoluto del tema de los archivos: tiene un conocimiento pleno de la historia de la congregación, es una mujer a la que admiro porque sabe muchísimo y la verdad que nos ayudó muchísimo.

– ¿Y hay algún viso de que Sor Helena Studler pueda recibir fama de santidad?

No lo sé, personalmente creo que no ahora no, no sé en el futuro. Porque su vida, en ese aspecto, fue muy controvertida, porque por culpa de sus decisiones, muchas veces arriesgadas, puso en peligro a la congregación. Nosotros lo vemos aquí con cierta admiración, pero en aquel tiempo sus hermanas lo pasaban mal, sobre todo la madre superiora que fue capturada y se pasó un buen tiempo en un campo de concentración. Entonces, en cierto modo le echaron las culpas a ella de todo lo que había sucedido. Y siempre dicen que al lado de un santo siempre hay un mártir, ¿no? Sí que creo que hubo ciertos recelos.

– ¿Estamos hablando de una heroína?

Nosotros lo contamos en la película. Para muchos, Helena Studler será una heroína, para otros una persona imprudente, porque realmente había muchas voces. Y nos gustaba mucho esa multidimensionalidad del personaje, era completamente humano, que se confundía y que quería hacerlo mejor. Y a veces por querer mejorar tomamos decisiones equivocadas. Y eso tampoco es malo, simplemente forma parte de nuestra naturaleza humana.

– ¿Cómo es que no han se han dado a conocer antes las hazañas de esta mujer? Tengo entendido que es la primera película que se hace sobre esta monja.

También me lo he preguntado yo muchas veces. No sé exactamente por qué razón; fundamentalmente creo que es porque han dejado la historia… Muchas veces estas vidas tan ejemplares están en los archivos y no sé si es por modestia de las propias congregaciones. Lo que a mí me chocaba era que no supiéramos nada, después te pones a investigar y sí que encuentras algo suyo al alcance de todo el mundo.

En Wikipedia, por ejemplo, encuentras trozos de ella. Y lo más curioso es que no se dice mucho, ahora que sí que hay ciertas pistas que si te pones a buscar encuentras. Probablemente sea fruto de la casualidad también; no creo que haya ningún motivo oculto para que la historia no haya salido a la luz.

– ¿Se ha planteado dar continuidad a esta historia a través del cine u otros medios de difusión?

La familia vicenciana tiene planteada la posibilidad, por lo menos, de hacer una traducción del libro del que te hablaba, añadiendo además algún tipo de epígrafe por parte de la congregación. Actualizarlo un poco y quizás añadirle algo de información. Porque está escrito bajo un punto de vista muy concreto y es fruto de una época también muy concreta. Así que ahora, con una cierta perspectiva temporal, se pueden hacer ciertas revisiones. Y se pueden explicar ciertos hechos.

Yo creo que sí se tiene en mente por lo menos darle esa continuidad. Y después en formato cinematográfico a mí me encantaría porque se podrían contar muchas cosas. Nos hemos dejado muchísimas tramas fuera porque es una historia muy grande y nos hubiese gustado contar más, pero ahora mismo no lo contemplamos. Y eso que disponemos de material suficiente.

– En cuanto al casting, ¿tenía claro que sería Assumpta Serna quien diese vida a Helena Studler o había otras candidatas?

Un casting es un trabajo muy complejo, no es nada fácil. Yo intento muchas veces escribir pensando en actores concretos, muchos actores que tienes a mano y que forman parte de la familia Contracorriente. Y sí que había muchos actores para los que había escrito prácticamente el papel pero sí que es verdad que Assumpta nos suponía un reto muy grande. Y algún otro personaje más.

Entonces, junto a mi compañero Raúl Escudero, que es el director de casting y al tiempo interpreta un papel, estuvimos haciendo una búsqueda muy, muy exhaustiva con muchísimas opciones para todos los personajes. Pensando en el mejor de los casos quién te gustaría que estuviese. Y un día, localizando uno de los lugares donde íbamos a rodar, uno de nuestros compañeros había tenido una entrevista con Assumpta y pensamos que ella sería genial para hacer el personaje, la protagonista.

– ¿Y qué ocurrió?

Paralelamente, a mi compañero Raúl Escudero se le había ocurrido la misma idea y entonces lo hablamos y nos dijimos vamos a intentarlo. Y la verdad es que fue fácil porque es una persona muy accesible. Pidió el guión, lo leyó enseguida, le encantó la historia y aceptó. Yo había estudiado su manual en la facultad y jamás me imaginé en la vida que iba a dirigirla. La verdad es que fue una gratísima sorpresa y una experiencia.

– ¿Las localizaciones las tenía claras desde el principio?

Nosotros la empresa la tenemos en Ciudad Rodrigo. Y no es casual, estamos en las afueras de España al oeste del oeste por una razón también de compromiso. Somos una tierra en la que demográficamente no hay pobres, que está llena de muerte, vemos cómo perdemos cantidades ingentes de personas cada año. Y creemos que las industrias culturales son motores para el desarrollo.

Teníamos claro que queríamos rodar en Ciudad Rodrigo. Queríamos que gran parte del presupuesto quedase allí porque es una forma de cambiar el mundo, y si quieres cambiar el mundo tienes que empezar por tu propia casa. No tenemos industria, no tenemos apenas recursos humanos, pero sí tenemos una gran riqueza paisajística y monumental y queríamos aprovecharla. Muchas de las secuencias, ya desde la escritura del guión, estaban planteadas para rodarse aquí.

Luego hemos tenido la suerte de rodar en lugares de Castilla y León, como Burgos, que es una ciudad fantástica y además tiene sus aires franceses que necesitábamos para contar la historia. Y luego nuestra localidad hermana que estaba a pocos de kilómetros de Ciudad Rodrigo, del lado de Portugal, la ciudad de Almira, que es una ciudad fantástica y que de alguna forma queríamos también involucrarnos. Y mostrar sus paisajes que son preciosos.

– Desde que se empezó a plantear la película hasta el momento actual, ¿qué ha ganado haciendo ‘Red de Libertad’?

Una experiencia grandísima. Hacer una película es un proceso que te enseña un montón… Intentas plasmar en cada uno de los fotogramas esas ideas que tienes en la cabeza y haces todo lo posible por seguir ese camino que te habías fijado desde el principio.

Pero en el proceso ocurren tantísimas cosas que uno tiene que tener una gran flexibilidad. De modo que siempre te llevas unas lecciones magistrales de las personas que menos te esperas. Siempre aprendes de la gente y para todos nosotros ha sido una experiencia alucinante. Estoy absolutamente agradecido por todo lo que pueda aprender a nivel de dirección, la madurez que adquieres, así como conocer a otras personas también te da otra perspectiva…

Hemos intentado que los equipos técnico y artístico mantengan una convivencia constante, porque a veces parece que están de espaldas los unos con los otros y nosotros queríamos que hubiese una unidad, un ambiente de familia. Y al propiciar esos ambientes de diálogo y de respeto te pones en la piel del otro, te contaminas y aprendes muchísimo.

– Ahora que estamos en un momento de premios y festivales, ¿qué opinión tiene de ellos?

Son unas plataformas fantásticas para dar a conocer la película. Y nos encantaría poder entrar dentro de esa rueda y hacer todo lo posible porque la película se vea y aparecer en el mayor número de festivales. Y vamos a intentar que la gente la pueda ver porque creemos que sí que puede optar a algún premio.

Somos humildes, no pretendemos ganar todo, tenemos la película que hemos hecho y con los medios que se ha hecho. El mayor premio que podemos obtener ahora es que al público le guste la película. Si nos dan un premio, genial, si le dan uno a ella (Assumpta Serna) más feliz que una perdiz.  Se lo merece porque ha hecho un grandísimo trabajo. Y a cualquiera de mis compañeros, porque hay un gran trabajo de un gran equipo detrás.

– Si yo no hubiese visto el filme, ¿cómo me lo vendería?

Red de Libertad es una película sencilla que trata sobre una mujer muy valiente, una mujer con un gran fondo. Es una película que habla del carisma. Esta mujer llegó a hacer algo absolutamente extraordinario en tiempos extraordinarios. Es una película que guarda un paralelismo con lo que está ocurriendo ahora en el mundo, el conflicto sirio, las guerras, el enfrentamiento, el odio. Y al final contra todo eso lo único que puede salvar el mundo es el amor. El amor y dar la vida por los demás. Yo creo que esas son las claves fundamentales.

– ¿No teme ser encasillado al rodar este tipo de cine?

No sé si ya estoy encasillado o no. Hace tiempo un periodista me decía que por qué hacía sólo pelis de curas. Y le dije que también hacía pelis de monjas.

Hay una parte que es vocacional, nosotros queremos hacer películas que hablen al otro desde la perspectiva del conocimiento del otro. Y esas películas merecen la pena ser contadas. Hay una parte de la evangelización del mensaje de la paz, del mensaje de amor que queremos contar, como evidentemente la película muestra. Y luego hay una parte de que te llaman porque has hecho una película que ha resultado bien, que ha gustado…

En estos momentos hago el cine que quiero hacer y algún día haré otra cosa distinta cuando me apetezca y tenga la oportunidad. Yo soy muy feliz compartiendo esta experiencia cinematográfica con mi equipo, con mis compañeros. Soy feliz cuando la gente ve la película y disfruta.

Y creo que a veces por hacer este tipo de cine la gente lo etiqueta de cine religioso, cosa con la que no estoy de acuerdo porque creo que el cine religioso en sí no existe y creo que el hecho religioso está de forma transversal más implícito en muchísimas otras películas. Algunas no parecen tener ese estilo religioso pero sí que lo son. Y lo que hacemos no es deshonroso y no es un cine de segunda categoría.  Es un cine que habla al corazón y el que tenga oídos que oiga, y el que quiera recibir, que lo reciba, que nosotros se lo entregamos.

– Salvo ‘Poveda’ el resto de los títulos de sus películas son de tres palabras; en el caso de Quentin Tarantino, de dos. ¿Es una casualidad?

No pero sí que buscamos cierta musicalidad en los títulos y lo pasamos muy mal. Es la parte del proceso con la que más sufrimos. Buscamos algo que sea visual y que puedas expresarlo todo con muy poco. De Red de Libertad nos gustaba la idea de que una red sirve para atrapar pero también está la perspectiva de la red física de una red de personas que puede servir para cooperar para la libertad con todo lo que esta conlleva. Entonces buscamos más una imagen visual, no algo aritmético.

Me encantaría que la película se pudiese describir con una palabra pero no es posible, en el caso de Poveda pues trata sobre la vida del padre Poveda. No sé si con mayor o menor acierto pero nos pareció que era lo que decía la película de Poveda. En el resto hemos buscado esa metáfora visual.

– ¿Tiene actores fetiche, como tiene Pedro Almodóvar, que responden a un perfil concreto?

No. Realmente somos corresponsables. Y es una cuestión de corresponsabilidad. Sobre todo, cuando haces un proyecto de bajo presupuesto y participa mucha gente. Pagamos a los actores como manda el convenio, nadie viene gratis a una película, pero los actores dejan muchísimo y hay gente que te da el alma en un proyecto de estas características, a menudo gente que no es creyente.

De hecho la mayoría de los actores que vienen a nuestras películas no son creyentes pero se dejan seducir por el proyecto y quieren dar lo mejor de sí mismos. Entonces cuando alguien te da el 200 × 100 y te ofrece todo y con esa humildad, nosotros tenemos que ser corresponsables y nos gusta llamar a la gente, intentamos que la gente acogida se sienta querida dentro del proyecto.

Cuando conoces a una persona y sus actores te lo devuelven todo y muchas veces te dan muchísimo más, ¿cómo no los vas a llamar a la siguiente película? Porque es una cuestión interna que te pide el cuerpo. ¿Qué menos que puedan salir en la película para poder promocionarlos y que tengan suerte? Intentamos devolverles todo lo que ellos también nos dan. Y eso no es inconveniente para que en cada película incorporemos a gente nueva, y así la familia va creciendo.

– ¿Y lo siguiente que será?

Primero, terminar esta película. Y luego ya veremos. Tenemos muchos proyectos propios. Ya veremos si algún día pudiésemos retomarlos y comenzar. Ahora mismo sólo tenemos en mente esta película, no tenemos nada fijo, queremos hacer esto bien y terminarlo muy bien. Después Dios dirá.

 

 

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