El ángel que se apareció a los pastorcillos, según cuenta Lucía, podría tener relación con el que los evangelios dicen que se apareció a la Virgen María
Al leer este título, alguien puede preguntarse acerca de la utilidad de encontrar una relación entre estos dos ángeles. Sin embargo, ver la relación que hay entre los ángeles es descubrir un mundo maravilloso de armonía, de equilibrio y de riqueza de dones, donde cada uno ama a Dios con todo su ser, sin envidias ni orgullos, porque cada uno lo entrega todo para la mayor gloria de Dios.
Así, esta relación en el mundo angélico nos invita a ver que también en nosotros hay riquezas, dones y talentos y estos se deben poner al servicio de Dios y de los demás.
El mundo de Dios es un mundo de riqueza abundante donde cada uno y todos estamos llamados a hacer brillar esta gloria en la comunión y en el amor a Dios, buscando servir. Esto es precisamente lo que el mundo de los ángeles nos enseña.
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Así mismo al ver estas relaciones, podemos saber a qué ángel recurrir en diferentes etapas de nuestra vida.
Conoce a los ángeles
Cada ángel cumple una misión específica que le ha sido dada por Dios: unos han sido dedicados a cuidar la creación, otros a regir naciones, otros han sido enviados para llevarnos a crecer en las etapas de la vida espiritual.
En este aspecto recordemos a santa Francisca Romana, quien durante su vida tuvo tres ángeles diferentes: un ángel, en la primera etapa de su vida, un arcángel y un ángel perteneciente al coro de las Virtudes.
Cada uno de estos ángeles cumplía una tarea diferente: el ángel la llevó por los camino de la etapa purificación, el arcángel por la etapa de la iluminación y el último, del coro de las Virtudes, por la etapa de la unión.
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Al leer esto, algún lector podrá preguntarse: “¿cómo saber a qué ángel recurrir?” y pues precisamente queremos brindar criterios de discernimiento basados en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio.
No hay otras maneras y no hay otros caminos. Dios mismo en su palabra nos enseña y los santos muestran estos criterios que podemos aplicar para nuestra vida.
En este orden de ideas, los pastorcitos Lucía, Jacinta y Francisco nos dan elementos de discernimiento muy importantes.
Se lee en las memorias de Lucía que en la primera aparición del ángel los pastorcitos vieron “una luz más blanca que la nieve, con la forma de un joven, transparente, más brillante que un cristal atravesado por los rayos del sol”.
Arcángel San Gabriel
Lo que narra Lucía, también lo narra el profeta Daniel, quien tuvo un encuentro con el arcángel san Gabriel, y lo describe así:
“Un varón vestido de lino y con cinturón de oro puro. Su cuerpo era como de crisólito; su rostro resplandecía como relámpago; sus ojos eran como brasas de fuego; sus brazos y sus pies parecían de bronce bruñido y el sonido de su voz era como rumor de una muchedumbre” (Dn 10,4).
De estos dos textos hay semejanzas muy notorias: se habla de un joven que brilla, son relatos de luz.
Así podemos decir que en ambos relatos se pone de presente un acontecimiento que es marcado por la luminosidad, el brillo y la irradiación de luz.
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San Gabriel, mensajero de Dios, es el arcángel comprometido con esta luz que viene de lo alto: el Dios hecho hombre. Esto, si se tiene en cuenta que este buen Arcángel, desempeña un papel central en el misterio de salvación de Dios.
En la “plenitud del tiempo” (cf. Ga 4, 4), es este Arcángel quien anuncia a la Virgen de Nazaret que el Espíritu Santo, “poder del Altísimo”, descenderá sobre Ella y la cubrirá con su sombra. El que nacerá de Ella será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. Lc 1, 35).
Luz… de Cristo
El anuncio que trae san Gabriel, el mensaje más importante de toda la creación: la Encarnación, es un anuncio de luz. Lo dijo el papa Benedicto XVI al señalar:
“La venida de Cristo disipa las sombras del mundo…difunde sobre el rostro de los hombres el esplendor de Dios Padre… El primer Prefacio de Navidad proclama:
Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo esplendor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo invisible.
En el misterio de la Encarnación, Dios, después de haber hablado e intervenido en la historia mediante mensajeros y con signos, «apareció», salió de su luz inaccesible para iluminar el mundo” (cfr. Benedicto XVI, Audiencia General del 4 de enero de 2012).
Los ángeles traen ese brillo, esa luz que solo puede Dios puede dar, pero no cualquier imagen de Dios, el Dios encarnado, el Dios que se ha hecho hombre en su Hijo Jesucristo.
San Gabriel y el Ángel de Portugal llevan esta luz, son portadores de esta luz.
Por eso no te dejes engañar: la devoción a los ángeles lleva a Jesús encarnado, no a energías, ni se detiene en ellos, sino que la verdadera devoción a los ángeles llevan a Jesús hecho hombre.
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Fuerza de Dios
San Gabriel es el mensajero de Dios y fuerza de Dios. Como mensajero, creo que no hay dificultad en entender la razón de este significado.
Ahora bien, “fuerza de Dios”, que es el otro significado de su nombre, se refiere a que san Gabriel anuncia al mundo la unión de la naturaleza divina con la naturaleza humana en el cuerpo de Cristo.
Es decir, san Gabriel, con su misión, fue el medio por el cual se nos comunicó la divina fortaleza al exaltar Dios nuestra debilidad junto con nuestra naturaleza humana.
Esta fortaleza la experimentaron los pastorcitos en Fátima: fue el Ángel de Portugal quien en el lapso de un año los preparó para que, cuando llegara Nuestra Señora en 1917 y les preguntara si querían ofrecerse a Dios, estos niños dijeran de inmediato: “sí, sí queremos”.
De hecho, Sor Lucia da a entender la fuerza de la que era portador el Ángel de Portugal, pues después de las apariciones del ángel quedaban cansados y no eran capaces de nada.
Tengamos presente esta fuerza de la que los ángeles son transmisores. y aunque invisibles, ellos están presentes y actuando.
Preparan el corazón
Sin embargo, la relación más evidente entre san Gabriel y Portugal es que así como san Gabriel fue el escogido por Dios para ser su embajador ante Nuestra Señora, así en Portugal el Ángel prepara a los niños para las apariciones de Nuestra Señora.
Y en este sentido, cabe recordar que en el momento de la anunciación san Gabriel espera la respuesta de la Santísima Virgen María (cfr. Lc. 1,26-28): los ángeles no conocen lo que hay dentro del corazón del hombre.
San Gabriel tiene que esperar a que María dé la respuesta, pronuncie su “sí”. Una vez que Nuestra Señora pronuncia “sí, hágase en mi, según tu palabra”, san Gabriel es la primera criatura que se postra de rodillas y adora a su Señor ya presente en el vientre de la Reina de los Ángeles y Madre del Salvador.
En Fátima el Ángel cae de rodillas y ora, cae de rodillas y adora el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor.
Así una vez más entre san Gabriel y Portugal aparece nuevamente la relación entre la debilidad y lo frágil (pan y vino) unido a la fortaleza de Dios (la Eucaristía, el pan y el vino transformados en el cuerpo y sangre de Jesús).
Como ha dicho Benedicto XVI, la Eucaristía tiene la fuerza de una fusión nuclear que transforma todo.
Y en esta transformación Dios mismo ha querido unir a sus ángeles, a san Gabriel en la encarnación y en Portugal con Fátima.
Deseo a todos ustedes que este buen Arcángel alcance para cada uno este poder del amor transformador de Dios en nuestras vidas.
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