Un caso en Paraguay que llama a la reflexión sobre la maternidad, los indígenas y el desamparo
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Fue madre sin que nadie supiera su nombre ni su edad con total certeza, más allá de algunos cálculos que indicaban que tenía entre 10 y 13 años. El caso de una “niña-madre” indígena ha generado una reflexión sobre la situación del embarazo adolescente, además del largo viaje emocional que ello puede conllevar al tratarse justamente de una chica de esa condición.
Pero el periplo también fue físico, pues la “niña-madre” en cuestión tuvo que viajar en ambulancia desde una localidad de El Chaco hasta un hospital ubicado en San Lorenzo, Departamento Central, donde finalmente dio a luz.
El síntoma, para que sucediera el traslado, fue un dolor de panza. La “niña-madre” llegó al lugar junto con su abuela, también indígena, y con un carnet de Instituto Nacional del Indígena (INDI). Sin embargo, ninguno de los datos coincidía con los rasgos de la chica. A esto se sumó la barrera idiomática porque apenas entendían algo de español.
“El grave problema que tuvimos es la comunicación. La abuela entendía algo de guaraní, pero la adolescente prácticamente nada, pero con gestos pudimos comunicarnos y llegar a un acuerdo para llevarlas a la cama. El proceso fue difícil por esa falta de comunicación, por eso la abuela tuvo que estar todo el momento con nosotros, porque la adolescente así estaba más tranquila”, expresó la doctora Gabriela Arévalos, encargada de la atención médica, reproduce La Nación, medio que reflotó este complejo caso.
La propia Arévalos confirmó que la joven madre no había tenido controles prenatales y hasta dudaba si alguna vez había sido atendida por un médico. El equipo encargado de este trabajo señaló que la “niña-madre” llegó en etapa final de gestación, o sea, a los nueve meses.
Sin embargo, detrás de la historia de esta chica también se esconde el tema del desamparo pues del mínimo diálogo que se pudo dar con la abuela se dejó de manifiesto que ya no tenía ni padre ni madre, al tiempo de resultar totalmente desconocido quien pudiera ser el padre de la criatura.
Pero el desamparo de alguna manera también reflejaba en su abuela, quien llegó sin ropas adecuadas para atender a la recién nacida. A esto se sumaba una situación delicada en algunas zonas del cuerpo de la joven madre, que llegó al lugar también infectada con un parásito conocido como “pique”, consigna La Nación.
Una realidad que golpea
El caso de esta niña, en este caso una historia concreta y tangible, no debería dejar a nadie indiferente. Debido a todo esto rápidamente INDI logró familiarizarse con el tema para tanto a ella como a su abuela.
Pero así como esta chica, son muchos los integrantes de los pueblos originarios en América Latina que atraviesan situaciones similares en cuanto al embarazo adolescente, la falta de atención médica y el desamparo. Y más allá de diversos avances en los últimos años en el continente con respecto a la situación de los indígenas y el acceso a servicios básicos como electricidad y agua potable, continúa siendo una realidad que “golpea”.
Así lo refleja, por ejemplo, un estudio del Banco Mundial denominado Latinoamérica indígena en el Siglo XXI –publicado este año- donde se establece “que a pesar de estos avances, todavía queda mucho por mejorar”.
“Mientras que los pueblos indígenas representan el 8 por ciento de la población en la región, también constituyen aproximadamente el 14 por ciento de los pobres y el 17 por ciento de los extremadamente pobres de América Latina. Aún hoy en día se enfrentan a grandes desafíos para acceder a servicios básicos y adoptar nuevas tecnologías, ambos aspectos claves en sociedades cada vez más globalizadas”, sostiene.
“Contrario a la creencia popular, casi la mitad de la población indígena de América Latina vive en zonas urbanas. Pero, incluso en las ciudades, los residentes indígenas a menudo viven en áreas que son menos seguras, menos higiénicas y más propensas a desastres, en comparación con residentes no-indígenas”, especifica el informe del Banco Mundial, que deja entrever que aún los pueblos originarios están afectados por la exclusión económica y social.
El caso de la “niña-madre” que trascendió en Paraguay ojalá sirva para generar mayor sentido de urgencia y reflexión sobre la maternidad y la dignidad a la hora de dar a luz, entre otras cosas. Dios quiera que lo acontecido en poco tiempo empiece a sonar como algo muy extraño y extremadamente aislado. En definitiva, que ya no sea un periplo.
El caso fue publicado por La Nación de Paraguay