La soledad y las dificultades en la migración pueden llevar a “refugiarse” en los que no están físicamente cerca de nosotrosDesde hace algunos años, las nuevas tecnologías y la proliferación de las redes sociales han cambiado nuestro estilo de vida, modificando también la experiencia de “trasplantar raíces” a un nuevo país. La posibilidad de comunicarnos instantáneamente y de intercambiar textos, sonidos e imágenes, constituye un recurso precioso para las personas que enfrentan los sentimientos de soledad, nostalgia y desarraigo que suelen vivirse durante el proceso migratorio. Sin embargo, las redes sociales también pueden tener algunas desventajas en el difícil proceso de adaptarse a una nueva cultura.
Imaginemos por un momento que retrocedemos en el tiempo, unos treinta años atrás y en un determinado momento de nuestra vida, elegimos mudarnos a otro país buscando nuevos horizontes. Una vez llegados a la nueva tierra, vivimos el proceso de adaptarnos a una cultura distinta y a menudo nos sentimos tristes, solos, confundidos y desorientados. Imaginemos que la única manera que tenemos para comunicarnos con nuestros seres queridos son las cartas, que pueden tardar mucho en llegar. Quizás podemos mandar un telegrama y si bien nos va, podemos hacer o recibir llamadas telefónicas, que serán esporádicas y breves porque cuestan bastante. ¿Logramos imaginar cómo sería nuestra vida cotidiana comunicándonos así? ¿Cómo viviríamos un acontecimiento especial o un momento difícil?
Seguramente las generaciones que nos han precedido y que vivieron la experiencia de una migración sin móviles, internet, Skype, Facebook, Whatsapp, etc, tienen mucho que contarnos al respecto. Si tenemos la oportunidad, seguramente resultará muy enriquecedor conversar con personas que hayan vivido esta experiencia y tratar de comprender cómo han enfrentado el fatigoso proceso de cortar raíces y de trasplantarlas a un nuevo país.
Comenzar a conocer el nuevo país
Entre las ventajas que nos ofrecen las redes sociales, está sin lugar a dudas la posibilidad de intercambiar información al instante, permitiéndonos entrar en contacto con personas e instituciones del país al cual nos mudaremos, antes de viajar, y en un segundo momento, dándonos la posibilidad de mantenernos conectados con nuestro lugar de origen.
De igual manera, si sabemos utilizar las redes sociales pueden llegar a ser muy útiles para buscar nuevas oportunidades laborales, aprovechar propuestas interesantes de formación (incluso online si tenemos un trabajo de tiempo completo), explorar los servicios y las actividades culturales y recreativas que ofrece el nuevo país, buscar lugares de agregación y de encuentro con otros compatriotas o con personas que nos interesa conocer, etc.
Por otro lado, en los momentos de soledad, tristeza y nostalgia, las nuevas tecnologías y las redes nos permiten seguir en contacto con nuestros seres queridos, dándonos la oportunidad de comunicarnos al instante y de intercambiar fotos, textos, etc. Escucharlos regularmente y contarles cómo estamos nos ayuda a sentirnos que todavía formamos parte de nuestra familia, comunidad o grupo de amigos, permitiéndonos también mantener la continuidad en las relaciones, aún en la distancia.
Sin embargo, en el proceso de transplantar raíces las redes sociales también pueden presentar algunas desventajas. Una de éstas es que nos dan la ilusión de estarnos comunicando con el otro, porque intercambiamos gran cantidad de información, pero en realidad hablamos poco de cómo estamos realmente, de nuestras emociones y sentimientos. En estos tiempos en donde todo parece fácil, inmediato e instantáneo (basta poco para mandar un emoticón, publicar una foto, poner un “me gusta”, subir un video, etc.) corremos el riesgo de ir perdiendo en el camino la capacidad de reflexionar mientras nos comunicamos. A veces no pensamos ni un segundo en las consecuencias de lo que transmitimos y estamos más atentos a responder que a escuchar.
Asimismo, la experiencia de una migración transforma nuestra identidad, pero puede suceder que con las redes sociales estemos tan al pendiente de la opinión de los demás sobre lo que hemos publicado o de lo que han dicho sobre algo que ha puesto alguien que conocemos, que vamos también perdiendo la capacidad de estar en contacto con nuestro mundo interior, con sus inquietudes, luces y sombras.
De cualquier manera, quizás una de las desventajas más grandes de las redes sociales en la aventura de trasplantar raíces, es el riesgo de pasar más tiempo conectados con el “allá”, que con el fatigoso “aquí” de nuestra vida, en un nuevo país. Probablemente es más fácil permanecer conectados todo el tiempo con nuestra familia y amigos, que aventurarnos y conocer personas nuevas, extrañas, diferentes. Que además, hoy en día, tal vez estarán mas conectadas con el móvil que con quienes se encuentran a su alrededor.
Para concluir, si nos atrincheramos en la nostalgia y en las redes sociales, permaneciendo en contacto sólo con nuestros seres queridos y conocidos, nos perdemos la posibilidad de ampliar nuestros horizontes y de enfrentarnos con el reto de aprender a convivir con personas diferentes. Sin lugar a dudas, convivir con la diversidad cultural es un proceso difícil y en ocasiones doloroso, pero al mismo tiempo es muy enriquecedor y algunas veces hasta resulta divertido.