En la famosa Via Veneto de Roma, en Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, o Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos, iglesia que posee la famosa obra de Guido Reni, "San Miguel Arcángel", se encuentra una cripta tan particular como tétrica, y que provoca no pocos escalofríos.
Es una cripta adornada por frailes capuchinos, pero adornada realmente por ellos, con sus huesos, de casi 4000 religiosos recopilados entre los años 1528 y 1870.
La cripta está dividida en cinco pequeñas capillas decoradas al estilo rococó con frisos, estrellas, flores, lámparas, un reloj, cuadros todo hecho con cráneos, tibias, peronés, y otros huesos, que pertenecían a los frailes. Algunos de ellos se encuentran momificados con las vestiduras propia de los capuchinos.
Como la iglesia fue encargada por el papa Urbano VIII en honor a su hermano Antonio Barberini, fraile capuchino, en el lugar también se encuentra miembros de la familia. Una de ellas es la joven princesa Barberini que con su mano derecha sostiene una hoz y con la mano izquierda una balanza.
Las capillas están unas al lado de la otra y están pavimentadas con tierra proveniente de Tierra Santa. Pueden ser visitadas recorriéndolas a través de un largo pasillo en el cual se encuentra una placa que dice: "Hic jacet pulvis, cinis et nihil"; aquí yace polvo, cenizas y nada más.
Una obra de los capuchinos un poco macabra, para recordarnos cuánto es breve la vida, de que estamos hechos y como terminamos todos de la misma manera. Como lo anuncia el cartel a la entrada de la cripta
"Como vosotros nosotros éramos; como nosotros vosotros seréis"