Quizás muchos hayamos visto alguna vez la famosa obra de Guido Reni, “San Miguel aplastando el demonio”, que se encuentra en Santa María de la Concepción (Roma), una maravillosa pintura donde el famoso artista de la primera mitad del siglo XVII puso toda su alma, a pesar de las muchas dificultades técnicas, para representar al ángel con una belleza extraordinaria, etérea y sobrehumana. Como lo dijo él mismo, “una belleza que el cielo o la tierra no pueden encontrar nunca”.
Este cuadro fue encargado por el cardenal Barberini, una de las dos más importantes y nobles familias de la Roma de la época. La otra era la familia Pamphilii, y entre las dos no existían muy buenas relaciones. Los Pamphilii también tenían un cardenal en la familia, Giovanni Battista Pamphilii, y ansiaban que un día pudiera llegar a poseer el poder temporal.
Se dice que el cardenal Pamphilii, había difamado al artista dañando gravemente su reputación, por lo cual Reni, resentido, decidió vengarse del cardenal. Cuando la obra fue terminada y presentada al público, todos quedaron asombrados por la perfección y hermosura de aquel ángel, pero también se maravillaron al ver el rostro del demonio, encontraron un cierto parecido, a decir bastante, con el cardenal Pamphilii.