El estreno de la película nos empuja a recordar sus antecedentes Si yo tuviera quince o dieciséis años, ahora mismo correría a comprar It, la novela de Stephen King que cuenta con una adaptación televisiva (en los 90), de unas tres horas, con Tim Curry en el papel del payaso Pennywise, y con una película que adapta sólo medio libro y que dirige Andy Muschetti. Creo que la adolescencia es el mejor momento para leerla. Se publicó en España cuando yo rondaba los quince o dieciséis años. Por entonces ya era un fanático del escritor, de quien había leído algunas de sus obras más célebres.
Un día, caminando por mi ciudad de origen, vi en el escaparate diminuto de la pared exterior de un kiosco la inolvidable cubierta de la edición de It que aún conservo: con el barquito de papel dirigiéndose a una rejilla del alcantarillado por la que asomaba una garra. Compré la novela en aquel kiosco y me fascinó. Stranger Things, por cierto, le debe mucho a este libro.
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Digo que It debería leerse en torno a esos años, o quizá un poco antes, porque es una novela que, más allá del terror, en realidad es un estudio de la amistad, esa amistad que empieza en la infancia y atraviesa décadas, y que va sorteando escollos (pérdidas, fracasos, muertes familiares, divorcios, enfermedades…).
Ese estudio de la amistad que a Stephen King se le da tan bien, y del que el relato “El cuerpo” (adaptado al cine en Cuenta conmigo) era sólo un adelanto: en realidad, en It podemos ver lo que ocurre en la convivencia de unos chavales que afrontan el mal, el horror y lo desconocido, pero que vuelven a reencontrarse años después cuando ese mal regresa.
A uno no le llegan las mismas vibraciones de esta novela de Stephen King cuando tiene quince años que cuando ronda los treinta o los cuarenta, del mismo modo que la primera vez que uno se adentra en las páginas del clásico de J. D. Salinger, El guardián entre el centeno, debería estar en plena adolescencia, aunque posteriormente relea el libro cada cinco o diez años.
Quienes descubrimos It en su momento siempre hemos soñado con una adaptación al cine que le hiciera justicia. En 1990 filmaron un telefilme de unas tres horas de duración, estrenado en Estados Unidos en televisión, y en España en vídeo. Lo dirigió Tommy Lee Wallace, de quien no se me ocurre nada bueno que decir excepto que rodó la entretenida y poco memorable Noche de miedo II. Pero aquel telefilme no estaba mal. Era digno, Tim Curry nos parecía terrorífico y participaba gente tan adorable como John Ritter y Annette O’Toole.
El único problema es que, en aquel entonces, en la televisión no había tanto derroche de sangre, terror y violencia como hay ahora, y lo que nos ofreció Wallace fue una versión light del asunto. Por eso algunos tenemos muchas esperanzas en la versión de Muschetti, quien suponemos que rodará una segunda parte si su película hace caja.
Cuando yo tenía quince o dieciséis años, las amistades de mi entorno familiar criticaban que leyera a Stephen King. Supongo que no les parecía un autor de calidad. Pero King fue uno de los primeros autores en mi vida que logró que yo me merendara “tochos” de más de mil páginas, acarreando sus libros por las piscinas, las casas de mis familiares, los viajes a la playa y las excursiones al camping… y es un hombre que continúa cosechando galardones y críticas favorables. No le digan a un adolescente lo que debe o no debe leer.