“Rey Arturo – La leyenda de Excalibur”: Retorno a Camelot

Los antepenúltimos trabajos cinematográficos de Guy Ritchie han estado repletos de estilo: “Revolver” (2005) y “Rocknrolla” (2008), con ecos en su último filme, “Operación UNCLE” (2015). Protagonistas elegantes, vestuario y decorados atractivos, hasta movimientos de cámara y encuadres vistosos. Y sobre todo protagonistas bastante limpitos.

Pero entre medias, cierta pátina de suciedad se ha abierto paso en sus penúltimas películas. Algo comprensible para retratar los bajos fondos en los que se mueve el más famoso detective del mundo en “Sherlock Holmes” (2009) y “Sherlock Holmes – Juego de sombras” (2011).

Sin embargo, el director británico parece haber quedado imbuido de una voluntad de hacernos regresar cada vez más atrás en la historia (inventada) de su país y no ha podido encontrar mayor contraste que el que se nos ofrece en su más reciente estreno.

Por un lado tenemos el lujo fastuoso de la corte imaginaria de una Britannia que se está desembarazando de su pasado bajo el yugo romano, mientras el futuro de la propia identidad está en manos de unos jóvenes marginales que bien podrían ser los tatarabuelos de los tatarabuelos de los tatarabuelos… de los “Irregulares de Baker Street” que en la era victoriana ayudarían en sus pesquisas a Holmes.

Cimentando la clásica leyenda que hace surgir de entre las clases más populares y marginales (y sí, falta de higiene) a quien un día gobernará con justicia, esta enésima aproximación a la leyenda artúrica nos presenta al actor Charlie Hunnam (que ha alcanzado la popularidad gracias a la serie televisiva “Hijos de la Anarquía”, cuyo aspecto rudo y desaliñado casi se “hereda” en está película) como aquel que casi sin proponérselo llega a extraer la mítica espada Excalibur de la roca donde está clavada, símbolo de su destino como rey.

Por supuesto, y como ya es más que conocido, está situación no será vista con buenos ojos por parte del gobernante Vortigern (Jude Law), que ha usurpado esa posición y la ocupa no solo de forma ilegítima sino además arrebatándole el trono a nuestro protagonista.

Hasta aquí todo archisabido, y la sorpresa llega cuando la ambientación histórica altomedieval y el conflicto de intereses en pos de ocupar el trono británico realmente no ocultan mucha más intriga, algo que contrasta poderosamente con los anteriores y mencionados títulos en el haber de Ritchie, que siempre han funcionado como precisos mecanismos de relojería con intrincadas tramas que pivotaban en torno a un conflicto principal pespunteado de intereses contrapuestos por parte de diversos personajes.

En este sentido “Rey Arturo – La leyenda de Excalibur” es probablemente la obra más plana y simple de la carrera del director, que trata de compensarlo con su habitual pirotecnia visual, que aquí queda puesta en evidencia por contraste con la narración.

En lugar de abrumar al espectador con vericuetos narrativos que le hagan pensar se le bombardea con piruetas y peleas que por mera reiteración terminan adormeciendo dejando la sensación de que se ha perdido una ocasión preciosa para volver a contar la misma historia desde otro ángulo, o al menos con una óptica estimulante.

En su lugar el espectador tendrá ante sí dos horas de acción apabullante que pueden servir para entretenerse durante ese rato, pero inevitablemente en cuanto se abandona la sala se da inicio a un ejercicio mental de enumeración de otras películas con el rey Arturo como protagonista, despertándose el impulso de acudir presto a rescatarlas del olvido para quedarse con mejor sabor de boca, alejándose de una forma de contar esa leyenda a ritmo de rock duro y con estética de videojuego… por no hablar del cameo de David Beckham.

Eso sí, aviso a navegantes: los productores han anunciado que está película será la primera de seis, de forma que no perdamos la esperanza, queda margen de mejora.