El simbolismo geográfico influye en todos los aspectos de la cultura cristiana
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Las culturas ancestrales le daban sentido a todos los elementos de la naturaleza. Los cristianos también veían el mundo de esta perspectiva y establecieron un simbolismo para diversos elementos, como los cuatro puntos cardinales.
El simbolismo que se desarrolló influyó a toda la cultura cristiana, desde el arte y la arquitectura hasta la forma en que se celebraba antiguamente la liturgia. Los cristianos se tomaron en serio los atributos atribuidos a cada punto y aplicaron este simbolismo en todas sus acciones.
Norte
Hasta el día de hoy, el norte se percibe como un lugar frío y oscuro. Además, durante los primeros siglos de la Iglesia, el ejército bárbaro que habitaba al norte de las ciudades cristianas se consideraba como gente hostil. Incluso el profeta Jeremías menciona que “del norte se desencadenará la desgracia contra todos los habitantes del país” (Jeremías 1,14). Por este motivo, el Evangelio durante la misa se leía mirando hacia el norte, con la esperanza de convertir a los bárbaros al cristianismo.
Sur
El sur, como lo opuesto al norte, se concebía como una región cálida y luminosa. En la Biblia, el Mesías surge desde el Reino de Judá, o Reino del Sur, y el Reino del Norte queda disperso. La Epístola, que tradicionalmente contenía relatos del Nuevo Testamento, se leía mirando hacia el sur en reconocimiento a la luz que aportó el Nuevo Testamento.
Este
El este es el punto cardinal del amanecer, y se asoció de forma natural a diversas imágenes cristianas. Se entendió desde el principio como símbolo de Cristo, “la luz del mundo”, y como la dirección de la Segunda Venida. El amanecer también se asoció con la Resurrección, tal como se describe en el Evangelio, cuando Cristo resucita de entre los muertos al amanecer.
Asimismo, el este también se vincula con el Paraíso y el Cielo, puesto que “el Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado” (Génesis 2,8). Durante varios siglos los cristianos rezaron mirando hacia el este (ad orientem) en la liturgia eucarística y durante sus oraciones diarias. Incluso los cementerios se orientaban de tal forma que aquellos difuntos sepultados apuntaran hacia el este, preparados para encontrarse con Cristo cuando viniese de nuevo.
Oeste
No es extraño que, siendo la dirección opuesta al este, el oeste se concibiera como un lugar oscuro y maligno. El sol se pone en el oeste y abre paso a la noche, momento en el que frecuentemente se cometen pecados. Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén por el oeste tras haber pecado. También se percibía como la dirección del mar y la muerte y siempre se creyó que el final del mundo se encontraba en esa dirección.
La puerta oeste de las iglesias medievales, a través de las cuales los fieles podían salir una vez finalizada la misa, a menudo mostraban grandes frescos o una ventana de vitral encima de la puerta con escenas del Juicio Final, a modo de recordatorio de la eternidad.